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Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales
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yowanni
Administrador



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MensajePublicado: 27 Mar 2011 23:51    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Grandiosa clasificación de coleccionistas, me he reido un montón y lo que es peor, me he sentido identificado con muchas de las situaciones que describe.
Un genio.

_________________
Jonathan
-----------------------------------
To be a rock and not to roll
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Jordi Fabre
Coordinador General del Foro



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MensajePublicado: 17 Abr 2011 21:26    Título del mensaje: "Coleccionando Minerales" - Tercera entrega  

Tercera entrega y mi favorita. Creo que en esta entrega el humor sardónico de Rock alcanza su cénit ;-)

Como en las anteriores Rock ha enviado algunas fotos de su archivo personal. Publico aquí tres de ellas con los textos de Rock traducidos, para ver las otras que envió se puede utilizar este enlace -> https://www.mineral-forum.com/message-board/viewtopic.php?p=17248#17248


Coleccionando Minerales

Parte 3 de 5

Rock Currier.
rockcurrier@cs.com
Jewel Tunnel Imports (jeweltunnel.com)
13100 Spring St.
Baldwin Park, California, USA 91706


Traducción: José Luis (Vinoterapia) & Frederic Varela / Revisión: Jordi Fabre

Algunas observaciones personales, cavilaciones, reflexiones, reminiscencias, divagaciones, digresiones, quejas, aprobaciones, sapiencia y consejos recogidos a lo largo de 50 años de coleccionar y comerciar con minerales.



Comerciantes de minerales y la venta de especímenes.

Probablemente no exista el coleccionista de minerales puro, como tampoco exista el comerciante de minerales puro. A menudo la distinción entre ellos se difumina, algunas veces hasta el punto en que es difícil decir cual es cual. Los coleccionistas de campo raramente se guardan todas las piezas encontradas. En general están dispuestos y hasta ansiosos por intercambiar o vender las muestras duplicadas. Cuando esto se hace, se es un comerciante. Si se es un coleccionista selectivo se puede necesitar, de vez en cuando, vender alguno de los ejemplares para ser reemplazados por piezas mejores o quizás para pagar alguna factura inesperada. De nuevo, cuando esto se hace, se es un comerciante. Incluso si solamente se intercambian algunos de los ejemplares de la colección por piezas mejores o diferentes, en cierto grado se es un comerciante de minerales.

Los comerciantes de minerales compran y venden ejemplares para ganarse la vida, aunque sea parcialmente. Los mejores comerciantes de minerales aman los minerales y tienen sus propias colecciones, aunque tales colecciones pueden ser limitadas en amplitud y muy especializadas. Si no se aman los minerales difícilmente se llegará a aprender lo necesario para ser un comerciante de éxito. Una vez que se está enganchado a los minerales, es difícil separarse de ellos. John Patrick, inicialmente comerciante de minerales y posteriormente promotor de atracciones dijo con perspicacia: “si crees que el negocio de minerales es fácil, intenta salir de él”.
La mayoría de las personas que venden minerales no se despiertan un buen día y dicen “¿Sabes qué?, me voy a convertir en comerciante de minerales y voy a vender buenos ejemplares…” Este es un proceso lento. Primero se sienten atraídos por los minerales y empiezan a coleccionarlos, quizás se unen a una o dos asociaciones de gemas y minerales, a la vez que comienzan a leer mucho sobre minerales. Realizan algunas salidas al campo donde recolectan sus propios ejemplares. Visitan también diversas ferias de gemas y minerales y comienzan a comprar piezas. A menos que uno se inicie tardíamente en el coleccionismo de minerales, probablemente no cuente con mucho dinero para gastar en minerales, por lo que a cada euro se le intenta sacar el máximo partido; pero por supuesto se cometen errores. En poco tiempo esas personas pueden encontrarse persiguiendo minerales tanto como su trabajo lo permita, visitando museos, colecciones privadas, ferias de gemas y minerales, minas activas y abandonadas, etc. Pronto lamentarán el tiempo que deben dedicarle a su trabajo diario. Llegado este punto ya habrán aprendido a identificar un mineral con una simple mirada, sabrán de donde proviene y cuál es su valor. Dado que habrán llegado a conocer a otros coleccionistas y habrán visitado museos y ferias, también sabrán quien compra minerales y cuanto están dispuestos a pagar por ellos. Sin darse cuenta, se habrán procurado una gran cantidad de conocimientos en relación a la adquisición, compra y venta de ejemplares minerales.

Posiblemente se preguntarán “¿será posible ganar suficiente dinero vendiendo minerales como para dedicarme a ello a tiempo completo?”. Si deciden intentarlo, ¡listo!, se han convertido en una de las criaturas más despreciables y degradadas de todas, ¡un comerciante de minerales! (bueno, solo bromeaba). Este proceso me tomó a mí alrededor de 10 años; al principio nunca pensé que me convertiría en comerciante de minerales, esa pobre gente siempre vivía al día, conduciendo coches que parecían chatarra. Bueno, los tiempos han cambiado.

La clave para poder tontear todo el tiempo con minerales, en lugar de aferrarse a un trabajo honesto, es vender suficientes minerales como para poder alimentarse, tener un techo sobre la cabeza y poder pagar el transporte para llegar al próximo lote de ejemplares. Por supuesto, también se tiene la esperanza de poder quedarse con algunas buenas piezas para la colección propia. En realidad es bastante simple y básico, y no tiene por qué hacerse a tiempo completo. Hay muchos comerciantes que tienen otros trabajos, y la venta de minerales es solo a tiempo parcial. Pero si realmente quiere hacerlo a dedicación exclusiva, tendrá que encontrar la forma de ganarse un sueldo con esta actividad.

Si es un coleccionista a ultranza, probablemente tendrá que hacer concesiones sobre el número de buenos ejemplares que podrá mantener en su colección privada. A veces se dará cuenta que es necesario vender el mejor espécimen para llegar a fin de mes y volver a la carretera a por el próximo montón de piedras. Si se es un vendedor "al detall", la presión para vender los mejores ejemplares será mucho mayor que en el caso de un vendedor mayorista. La razón para ello es que ningún coleccionista quiere comprar ejemplares simplemente para financiar al vendedor hasta el punto que pueda quedarse con mejores ejemplares que los que está dispuesto a vender, aquí hay mucho ego involucrado. Algunos vendedores logran hacerlo, sin embargo. Una de las excusas clásicas es: “lo siento, no puedo vender esa pieza, pertenece a la colección de mi mujer”.

Obtener los especímenes de forma eficiente es solo parte de la ecuación de compra / venta. La otra parte es como aprender a vender los ejemplares obteniendo la máxima cantidad de dinero por ellos. Algunos vendedores son mejores que otros en esta cuestión. Si se es fuerte en las ventas, no tiene porqué ser particularmente fuerte en la adquisición y viceversa. Si se es capaz de vender las piezas por una suma elevada, es factible pagar más por ellas, y esto significa que se puede pasar más tiempo al teléfono o al ordenador y dejar que las muestras vengan hacia uno. Esto sucede hoy en día con algunos de los más acreditados vendedores por internet quienes, debido a su habilidad para vender minerales a precios mayores que la mayoría de los vendedores, pueden pagar más por la compra de los especímenes; a estos vendedores les son ofrecidas un mayor número de piezas por parte de otros vendedores y coleccionistas. Como vendedor, cuanto mejor se sea tanto en la adquisición como en las ventas, más éxito se tendrá.

Obtener la máxima cantidad de dinero de los especímenes es un arte en sí mismo. Pienso que la venta efectiva tiene que ver más con la comprensión de la gente y en cómo cuidar, y hasta manipular, sus emociones y deseos que en la calidad de los especímenes que se pretendan vender. En otras palabras, realmente existe una habilidad que caracteriza a los grandes vendedores. Las personas pueden aprender el arte de la venta en cierto grado, pero en muchos casos esta es una cualidad innata que algunas personas tienen para instintivamente saber cómo hacer que otras personas se sientan bien en su compañía, y sean felices comprándoles su mercancía. Yo he podido observar a algunos de ellos trabajando. Cambian de color como el camaleón, y los realmente buenos, creo que ni siquiera se dan cuenta de que lo están haciendo. Algunos de estos comerciantes raramente salen de su hogar, pero ocupan una buena parte de su tiempo hablando con sus clientes y proveedores.

Si realmente se quiere convertir en un vendedor de éxito de minerales de gama alta, necesitará pasar tiempo vendiéndose a sí mismo a sus clientes, incluso hasta llegar a convertirse en uno de sus amigos. Un simple “Tengo una roca, ¿le interesa comprarla?” no servirá de nada. Tendrá que explicar lo maravillosa que es la roca, lo mucho que a usted mismo le gusta, y porque vale lo que pide por ella. Si usted no lo hace, verá que de todos modos sus clientes le preguntarán por esas cosas, así que es mejor que se haga bueno en la promoción de sus mejores ejemplares.

Los vendedores de minerales llegan a conocer bien a sus clientes, de manera que saben cuál es su “factor de fruncido”. El factor de fruncido es un precio por encima del cual un coleccionista no comprará una pieza. Por supuesto, el vendedor tratará de no mostrar a un coleccionista piezas con valor superior a su “factor de fruncido”, porque sabe que el comprador no podrá pagarlas. Aunque esto pueda parecer un tanto cruel, es necesario para un vendedor saber qué tipo de ejemplares quieren sus clientes y cuanto están dispuestos a pagar. Sin este conocimiento el vendedor no podrá ayudar a sus clientes a construir sus colecciones.

También ayuda aprender a fabricar etiquetas llamativas y detalladas, a la vez que se exponen las piezas en vitrinas con iluminación especial que cree el mejor efecto. También necesitará una bonita casa y conducir un coche lujoso, de manera que pueda presentar el ejemplar ofrecido de una manera elegante y a la medida de la “zona de confort” de su cliente. Esto se llama “poner en bandeja de plata” un espécimen, y muchos compradores acaudalados esperan que se haga así. Si usted vive en una pocilga y conduce un cacharro a la vez que pide 150.000 dólares por un ejemplar, los posibles compradores pensarán que usted jamás ha tenido esa suma de dinero en su vida y mucho menos sabrá si el espécimen vale esa suma o no, y que por lo tanto su intención es estafarlos y hacer el negocio de su vida. Cuando menos, esa mala presentación es una invitación para empujar el precio hacia abajo de una forma brutal. Sin embargo, si puede dar a entender que 150.000 dólares es una cantidad que apenas vale su tiempo, está en una mejor posición de lograr la venta. Los comerciantes de alta gama con mayor éxito tienen sótanos donde guardan sus mejores ejemplares (colecciones). Uno de ellos me comentó: “Aquí es donde se tragan el pan duro”.

Hay algunas preguntas que los coleccionistas deben hacer a los comerciantes que los surten de piezas: ¿Cuál es su política de devolución de ejemplares? ¿cuál es su política sobre aceptar muestras de la colección del comprador para cambiar por otros especímenes mejores? ¿Qué parte del precio inicial de compra puede esperar el comprador que le sea devuelto por el vendedor si le es necesario vender un ejemplar? Cuanto más complicadas sean las respuestas a estas preguntas, más reservas se deben tener con respecto al vendedor. La mayoría de los vendedores, si tienen que poner su propio dinero para comprar un espécimen, querrán obtener el doble de esa cantidad como beneficio. He escuchado a coleccionistas de alta gama quejarse de que en los ejemplares más caros, los vendedores deberían obtener un margen menor, pero esto no siempre es cierto. Si el negociante sabe con seguridad quien le comprará una pieza en particular, puede estar de acuerdo en trabajar por un margen menor. También si un cliente ofrece una pieza en depósito, el vendedor está generalmente predispuesto a trabajar también por un pequeño porcentaje.


Conservadores de Museo.

Hoy en día para ser un conservador de museo de éxito, uno debe sentirse cómodo con agendas y lealtades confrontadas. La mayoría de conservadores de museos de minerales tienen diferentes, y a veces conflictivos, “señores” a los cuales deben tratar de satisfacer. Los museos de hoy en día no están tan boyantes de fondos como solían estarlo; cada vez más los conservadores son presionados para obtener por sí mismos una proporción cada vez mayor de los fondos necesarios. Para lograr esto, museos y conservadores deben competir por la atención del público, y lograr que ese público pague cada vez una parte mayor de su presupuesto. Esto significa que las colecciones, a menos que puedan ser usadas para alcanzar este objetivo, son consideradas cada vez más como un exceso de equipaje por parte de la administración. En términos prácticos significa que las colecciones de minerales deben ser utilizadas para atraer al público; si no lo logran, entonces esas colecciones serán almacenadas por tiempo indefinido o vendidas para dejar espacio a otras cosas de mayor interés para los visitantes. Algunos comisarios han creado “cámaras del tesoro” (bóvedas abiertas al público) donde se exhiben gemas y joyería fina, y esas exhibiciones han demostrado ser muy populares. Así pues el público es uno de los señores a quien el comisario actual debe satisfacer.

Otro de los señores es el mandato de “publica o perece” que está generalmente implantado en los museos del mundo. Se espera que los comisarios realicen trabajo de investigación, y contribuyan con ello a las publicaciones científicas en sus áreas de especialización. También se les alienta, y en ocasiones se espera como parte de sus funciones, que contribuyan al presupuesto de su departamento; en otras palabras que se convierta en un recaudador de fondos eficaz. Esto requiere encontrar “ángeles”, personas con más dinero que el ciudadano medio, y que estén dispuestas a sufragar actividades departamentales y la ampliación de las colecciones. Algunas veces esto se logra a través del establecimiento de un grupo de apoyo formado por coleccionistas y personas interesadas. El grupo de apoyo patrocina diversas actividades, como salidas de campo (algunas veces a otros países), charlas y eventos para recaudar fondos, por ejemplo subastas.

Además, por supuesto, está el rol tradicional del comisario, velar por la colección. El comisario es el responsable de la numeración, catalogación, etiquetado, almacenamiento y exhibición de los especímenes. El trabajo de corrección de las etiquetas nunca termina, los nombres de los países y de otros lugares están continuamente cambiando, al igual que la nomenclatura mineralógica, y las etiquetas deben ser actualizadas de acuerdo con ello. No importa lo cuidadoso que sea un comisario, siempre aparecerá algún error en las etiquetas, y algunos coleccionistas quisquillosos se vanagloriarán de ser capaces de corregir las etiquetas del comisario.

Cada vez es más importante que la valoración de las piezas, a efectos de las aseguradoras, sea el correcto. La administración necesita conocerlo para hacer un buen uso de sus recursos. Si la colección vale 30 millones de dólares, el gerente puede considerar venderla y utilizar el dinero para cosas que despierten el apoyo del público, digamos un dinosaurio mecánico con una grabación del rugido y destellos en los ojos.

Frecuentemente las colecciones son mostradas a comerciantes que puedan ofrecer una valoración actualizada, dado que esta es una labor para la cual los comisarios no suelen estar bien preparados. Sin embargo, un buen comisario, hasta cierto punto, debe estar al día del mercado de minerales y mantener buenas relaciones con vendedores y coleccionistas de minerales.

Como vemos, un comisario es presionado desde muchas direcciones, y los que tienen más éxito logran hacer malabarismos, manteniendo todas estas pelotas en el aire al mismo tiempo, una tarea nada fácil. La mayoría de comisarios disfrutan de una o dos de sus tareas más que de las otras. A algunos comisarios de minerales no les gustan mucho los coleccionistas, aborrecen a los comerciantes de minerales y preferirían dedicarse principalmente a la investigación. A menor cantidad de “señores” que un comisario esté dispuesto a satisfacer, menor éxito tendrá.

Así como algunos comisarios de minerales no gustan de los coleccionistas o vendedores de minerales en demasía, otros son realmente nulos sobre el conocimiento del valor de las colecciones de minerales así como de su significado. Me gustaría sugerir el desarrollo de una prueba para la selección de potenciales comisarios que pueda asegurar un mínimo de conocimientos sobre el valor de los ejemplares que serán encargados a su custodia. Consistiría en crear una colección mineral de unos 100 especímenes de minerales bien cristalizados de localidades del mundo entero y requerir que cada candidato haga el examen. Para poder aprobar sería necesaria una correcta identificación visual de al menos el 85% de los ejemplares así como su localidad. Quienes puedan hacerlo, seguramente conocerán algo sobre su valor. Hoy en día no se requiere mucho para que una colección mineral valga un millón de dólares. Si usted posee una máquina que cueste medio millón ¿la pondría en manos de un tonto que no sepa nada sobre su manejo?


Como se nombran los minerales.

Antiguamente, cuando se hallaba algo nuevo, las personas que lo encontraban le daban un nombre, y los demás comenzaban a llamarlo con ese nombre. Después, ese mismo nombre aparecería impreso en algún trabajo científico; si el nombre persistía y era posteriormente utilizado de forma regular por otros escritores, se decía que el nombre se había “afianzado en la literatura”, que es lo que se consideraría como “oficial” hoy en día por lo que respecta a nombres de minerales.

A medida que el tiempo pasó y la ciencia comenzó a evolucionar, los estudiosos de la mineralogía frecuentemente encontraban que el viejo nombre había causado problemas y necesitaba ser modificado. Un ejemplo clásico es el mineral denominado “calamina”. Los análisis químicos finalmente revelaron que en realidad se trataba de dos minerales que habían sido nombrados calamina, uno era un silicato de zinc y el otro un carbonato de zinc. Finalmente se acordó que para evitar confusiones el nombre “calamina” debía desaparecer por completo y ser remplazado por smithsonita para el carbonato de zinc y hemimorfita para el silicato de zinc.

En otros casos, minerales que habían recibido nombres diferentes en lugares y épocas distintas, se determinó que eran esencialmente idénticos y debía acordarse un único nombre (generalmente el primero tenía “prioridad”). En otros casos, lo que había sido nombrado como un mineral resultaba ser una mezcla de diferentes minerales. Estas y otras situaciones originaron que muchos de los antiguos nombres de minerales fuesen arrojados al basurero de la nomenclatura histórica.

La situación de la nomenclatura mineral se volvió tan caótica que en 1959 las diversas asociaciones mineralógicas nacionales se unieron para formar la IMA (siglas en ingles de la Asociación Mineralógica Internacional). La IMA creó un comité, el CNMMN (por Comisión de Nuevos Minerales y Nombres Minerales). En 2006 el nombre de la comisión fue cambiado por el de Comisión de Nuevos Minerales, Nomenclatura y Clasificación, la CNMNC. Este comité estableció normas sobre los requerimientos necesarios para que una nueva especie mineral fuese reconocida. Las normas, 14 páginas de ellas, pueden leerse en: https://www.geo.vu.nl/~ima-cnmmn/cnmmn98.pdf. Una vez satisfecho el comité de que realmente se ha descubierto una nueva especie mineral y de que todos los datos necesarios han sido aportados y estos son correctos, le permitirá al descubridor proponer un nombre para la nueva especie aunque ese nombre propuesto necesitará una aprobación separada. Hasta llegar a ese punto el mineral no tendrá nombre, tan solo un número.

Teóricamente, si usted está describiendo un nuevo mineral válido, podría nombrarlo de la forma que quisiera, pero la realidad es algo diferente. Se recomienda “encarecidamente” que le otorgue un nombre que tenga relación con los elementos que lo componen, o bien con otras especies minerales conocidas; como siguiente opción, que guarde relación con la localidad donde fue hallado, y en último caso que tenga relación con alguna persona u organización digna y respetable. Si el mineral va a ser nombrado según una persona, el comité preferiría que fuese alguien que haya trabajado largamente en los campos mineralógicos o geológicos, aunque algunas veces se aceptan otros nombres. Hay minerales nombrados según gente famosa, coleccionistas reconocidos, conservadores de museo comerciantes de minerales, e incluso en un caso, una revista de minerales (The Mineralogical Record). Nadie ha intentado poner a un mineral el nombre de su perro o de su novia, o al menos no hay nadie que lo haya conseguido. Algunos de los miembros del comité opinan con firmeza que un mineral no debería nombrarse a partir del nombre de un coleccionista o de un comerciante de minerales, aunque otros sí consideran apropiado nombrar un mineral a partir del nombre del coleccionista que primero lo encontró y sospechó que fuese una nueva especie.

También está estipulado que el nombre de un mineral no será oficial hasta que haya sido aprobado por el IMA y su descripción técnica haya sido publicada en una revista reconocida. Durante el tiempo que pasa entre la aprobación por el IMA y hasta que es publicada la descripción técnica por el autor, éste puede anunciar el nombre del mineral para su uso público.

Mineralogical Record, a pesar de ser una revista predominantemente dirigida a mineralogistas aficionados y coleccionistas, es una de las revistas que de manera esporádica publica descripciones de nuevas especies. Este requisito de publicar la descripción de los nuevos minerales se está convirtiendo en un problema, dado que las revistas profesionales tradicionales como American Mineralogist están hoy en día poco interesadas en la publicación de descripciones de minerales. Sin embargo, estas mismas revistas sí dedican una pequeña sección, al final de muchos números de sus revistas a abstracts (resúmenes) de la descripción de nuevos minerales que han sido publicados en otros lugares. Sospecho que finalmente estas descripciones acabarán publicándose en internet, en vez de impresas en una revista profesional. Evidentemente el peligro de esto es que las publicaciones en internet no son permanentes: duran mientras la entidad que las patrocina las mantiene en línea.


Nomenclatura mineral.

La nomenclatura mineral durante las últimas décadas ha sido muy poco estable. Gracias al continuo desarrollo de técnicas analíticas cada vez más precisas, la Comisión de Clasificación y Nomenclatura de Nuevos Minerales de la Asociación Mineralógica Internacional (IMA-CNMNC) ha dividido muchos minerales en dos o más “nuevas especies”. Así, la apofilita se convirtió en un grupo que engloba las especies apofilita-(KF), apofilita-(KOH) y apofilita-(NaF). La heulandita ahora puede ser heulandita-Ca, heulandita-K, heulandita-Na o heulandita-Sr, dependiendo de qué elemento metálico predomina en su estructura. La aeschynita es ahora aeschynita-(Ce), aeschynita-(Nd) o aeschynita-(Y) dependiendo de cuál de los elementos de las tierras raras predomina. La turmalina solía ser un bonito mineral, pero hoy en día la turmalina es un grupo de minerales comprendiendo más de 15 especies diferentes. Algunos cristales de turmalina, cuando se estudian en detalle, realmente corresponden a dos o más minerales del grupo de la turmalina coexistiendo en el mismo cristal. Mejor no menciono lo que la IMA ha hecho con los anfíboles, piroxenos y micas.

En la nomenclatura mineral, al igual que en la nomenclatura de plantas y animales, existen “divisionistas” y “agrupacionistas”. Los divisionistas son aquellos que quisieran crear una nueva especie para cada mineral que tiene hasta una ínfima diferencia con otros de su clase. Por ejemplo, la estructura de la eudialyta ha sido finalmente determinada, y existen aquellos que consideran que la eudialyta puede ser reclasificada como un grupo conteniendo más de 150 nuevos minerales, debido a las sustituciones elementales que pueden ocurrir en diferentes lugares estructurales dentro de la celda unitaria del mineral. Las personas que quisieran ver cada una de estas variaciones reflejadas en un nuevo nombre mineral deberían ser llamadas divisionistas. Un agrupacionista es alguien como el venerable Dr. Frederick Pough, quien dijo algo como “Simplemente llámala turmalina. Turmalina es un nombre perfectamente claro. No se necesitan 15 nuevos nombres para el mismo mineral, eso es simplemente estúpido”. Los mineralogistas jóvenes tienden a ser divisionistas, mientras que los mayores tienden a ser agrupacionistas.
Esto presenta un problema difícil de resolver para coleccionistas de minerales, conservadores de museos y comerciantes que tratan de decidir qué nombre colocar en la etiqueta de un mineral.

Imaginemos la situación de una antigua colección institucional conteniendo miles de ejemplares. Si se quiere que las etiquetas reflejen la nomenclatura moderna, deberán confeccionarse cientos de miles de etiquetas. Aún más desalentador es el hecho de que si no se realizan los análisis apropiados a cada uno de los ejemplares, no existe forma de conocer exactamente de cuál de los nuevos minerales se trata. Si tiene cien ejemplares de heulandita en su colección, a menos que realice una prueba a cada uno de ellos no podrá asignarles el nombre moderno en forma fidedigna: ¿Se trata de heulandita-Ca, heulandita-K, heulandita-Na o heulandita-Sr? Para estar seguros, deberán analizarse. Esto es un verdadero lío, y los chicos de la nomenclatura están bastante atareados trabajando en otros problemas mineralógicos, por lo cual es improbable que esta situación mejore en un futuro próximo. La práctica general hoy en día es utilizar los nombres menos específicos (viejos) de los grupos minerales si no hay verificaciones analíticas que permitan utilizar un nombre más preciso (nuevo). De tal forma es todavía “correcto” etiquetar una turmalina de Madagascar como “turmalina” si no se está totalmente seguro de si se trata de liddicoatita, elbaita o cualquier otra.


Disponibilidad de especímenes.

La disponibilidad de especímenes está determinada por muchos factores. Un factor que ha influido en la abundancia general de ejemplares, comparando con la situación de hace un siglo, es la facilidad del transporte moderno. Ya no se tardan semanas viajando en barco, tren o a lomo de caballo para llegar a una localidad remota. Con el transporte aéreo moderno uno puede situarse en casi cualquier parte del mundo en tan solo dos o tres días. Igualmente, el coste de transportar especímenes desde lugares remotos también ha disminuido, con lo que el resultado es mayor cantidad de ejemplares minerales y más baratos.

También influye el incremento en la demanda de materias primas, que ha llevado al desarrollo y expansión de la minería en países del tercer mundo, donde todavía es rentable para los pobladores del lugar recuperar ejemplares de las labores mineras. Así pues, con los precios de los especímenes minerales en su nivel más alto, es tentadora la cantidad de dinero que se puede obtener de ellos, siendo en todo caso suficiente para mantener a unos intermediarios locales que alienten, entrenen y organicen a los mineros para la recolección de ejemplares.

Debemos considerar también que la población mundial va en aumento, y por lo tanto existen muchos más individuos pudientes (especialmente en América y Europa) con ingresos suficientes para poder gastar en tonterías como coleccionar minerales. Los precios de los especímenes son ahora lo suficientemente altos como para hacer que cada vez un mayor número de yacimientos sean rentables simplemente dedicándolos a la obtención de minerales de colección. Estos son los principales factores que nos han llevado a una “Edad Dorada” del coleccionismo mineral, con una abundancia y disponibilidad de ejemplares minerales como nunca los hubo en el pasado.

Además de los mejores medios de transporte, el fuerte incremento en la minería y el suficiente dinero para "quemar", los cambios políticos pueden alentar también la producción de especímenes minerales. Ello se ha demostrado recientemente con el colapso de la Unión Soviética y la apertura de China al comercio mundial. Durante la mayor parte del siglo XX, los ejemplares de estos países estaban raramente disponibles para los coleccionistas occidentales. Ahora la situación ha cambiado drásticamente, y las piezas han salido de estos países como una inundación, respondiendo a la posibilidad de obtener beneficios económicos que simplemente no existían anteriormente.

Sin embargo, todavía existen en el mundo lugares donde las barreras políticas impiden la explotación total de los recursos mineros y de los especímenes que puedan obtenerse. Cuando la situación política en estos países lo permita, podrán obtenerse grandes cantidades de piezas. Algunos países en África poseen una enorme riqueza minera y podrían producir una gran cantidad de ejemplares. La República del Congo (anteriormente Zaire ) es tan solo un ejemplo. El Congo produce un buen número de especímenes hoy en día, pero esto no es nada comparado con lo que llegará a producirse cuando los cambios políticos permitan el retorno de la minería a gran escala.


Atractivo de los especímenes.

Existe una jerarquía en el atractivo de los minerales. Aunque no puede ser definido de forma estricta, el atractivo está basado en los siguientes factores: belleza, color, transparencia, brillo (lustre / destellos), ausencia de daños (perfección) tamaño del ejemplar, tamaño del cristal o de los cristales, asociación, procedencia, dureza y composición. Recientemente Wayne Thompson discutió muchos de estos factores en su libro Iconos. Los coleccionistas podrán argumentar durante horas cuales de estos factores son más importantes. La belleza (y el atractivo del ejemplar) dependerá de la mirada del que lo contemple. A medida que su conocimiento sobre los minerales aumente, notará que lo que considera hermoso cambia junto con su mayor conocimiento. Al principio, una gran geoda de amatista de intenso color puede ser el arquetipo de la belleza y el atractivo, pero a medida que conozca más sobre minerales, el color puede dejar de ser tan importante como antes. Cuando esto ocurre, su geoda de amatista puede ser relegada a un rincón de la sala, donde será admirada por visitantes poco expertos en minerales.

En el nivel máximo del atractivo mineral, que generalmente se correlaciona con un alto valor monetario, se encuentran los minerales gema. Hablamos de cristales minerales bien formados, de una cierta dureza, transparentes, coloridos y que pueden ser tallados como gemas. Ejemplo de esos atractivos minerales serían el diamante (a pesar de que generalmente es incoloro), el corindón (principalmente rubíes), el berilo (especialmente esmeraldas y aguamarinas), el topacio (las variedades azul, rosa e imperial) y las turmalinas. Los minerales transparentes siempre han fascinado a la gente. El más común de ellos, el cuarzo, fue durante siglos el patrón de la transparencia para el resto de minerales. El cuarzo transparente o "cristal", como era conocido antiguamente, se creía que era agua que se había congelado hasta tal extremo que no podía derretirse nuevamente. Cuando el hombre aprendió a fabricar vidrio transparente (y se necesitaron siglos hasta lograrlo) los fabricantes tomaron prestado el exclusivo término “cristal” para su vidrio y así ayudar en su venta. Ahora cuando se utiliza la palabra cristal, generalmente es en referencia al vidrio.

En esta escala de los minerales atractivos seguirían los ejemplares bien cristalizados de otros minerales de vivos colores. Los especímenes cristalizados de oro y plata también ocupan lugares privilegiados, así como los especímenes cuyos cristales contienen elementos raros que siempre son muy buscados. Después vendrían los minerales más blandos, los que no tienen un color especial (generalmente blancos, negros, grises o marrones) y los que solo contienen elementos comunes. Al final de la lista, si tengo que elegir un grupo, situaría los minerales terrosos o pulverulentos y las evaporitas, solubles en agua. Estos últimos probablemente terminarán en la vitrina como montoncillos de polvo blanco, a medida que, de forma gradual, se vayan deteriorando con el paso de los años.

En igualdad de condiciones, existen cualidades que hacen a algunos ejemplares más atractivos que otros de su misma clase. Por ejemplo, si tuviéramos una mesa llena de ejemplares de dioptasa de Tsumeb, Namibia, algunos de ellos enseguida llamarían la atención por encima de los demás. Si pidiéramos a la gente de la calle, sin conocimientos sobre minerales de colección, que eligiesen los cinco mejores ejemplares, encontraríamos que los mismos cinco ejemplares serían seleccionados una y otra vez. Repitiendo la misma experiencia con coleccionistas expertos veremos cómo son seleccionadas prácticamente las mismas piezas. Sin embargo, es probable que existan algunas diferencias, pues los coleccionistas seguramente buscarán algunos detalles en los cuales un novato no se fijaría, como la cantidad de defectos, el tamaño de los cristales o la asociación de minerales.

He aquí lo que los coleccionistas expertos buscarían. La primera cualidad en la que se fija la vista es el color y el brillo del espécimen. Algunos de los cristales de dioptasa mencionados anteriormente pueden estar cubiertos con algo de malaquita o calcita y no ser muy brillantes. Obviamente, aquellos que tengan un fuerte y brillante color verde serán elegidos los primeros. La siguiente cualidad en la que fijarse será el tamaño de los cristales. En general los cristales grandes son preferidos sobre los pequeños si son del mismo color y brillo. Después viene la composición escultórica o estética del ejemplar: ¿es una placa plana de cristales, o parece más bien un montículo o una estalactita de preciosos cristales? Quizás el ejemplar es un cristal “flotante”, lo que significa que no existe un punto de unión obvio a partir del cual creció el cristal. ¿Parece que los cristales se esfuerzan por salirse de la matriz? ¡perfecto, justo lo que estaba buscando! estas cosas son particularmente apreciadas por los coleccionistas.

A continuación, y también muy importante para los coleccionistas, es la ausencia de daños. Un ejemplar, incluso con desperfectos pequeños, puede costar solo una pequeña parte (a veces muy pequeña) de lo que costaría una pieza idéntica intacta. A menudo, si un ejemplar en particular tiene un mineral asociado en forma de cristales cuyo color y forma contrasten con el mineral de base, esto hará que suba muchos puestos en la "escala del atractivo"

Después vienen consideraciones como la composición química del (los) mineral(es) de la pieza. Especímenes que contengan cristales de elementos poco comunes, como la plata o el oro, son más deseados que los que contienen elementos comunes como hierro o silicio. Sin embargo, estas consideraciones pueden perder peso en favor de alguno de los otros factores mencionados anteriormente.

Algunas personas consideran muy importante la historia asociada a un ejemplar en particular. Quizás una fotografía de esa pieza apareció en un libro o revista, o perteneció a un coleccionista o institución de gran renombre, quizás el espécimen fue utilizado como modelo para un sello postal. A menudo, a medida que uno gana en conocimientos y sofisticación, va adquiriendo la seguridad suficiente para utilizar sus propios criterios sin necesidad de tomar prestados los de otros.

Al principio, el tamaño de los ejemplares era considerado importante. Las personas que dirigían las minas pensaban que los mejores especímenes eran los de mayor tamaño, probablemente porque las piezas grandes constituían el mejor ejemplo de la abundancia y el valor de los minerales de sus minas. Si la mina producía cobre, plata u oro, los trabajadores pensaban que cuanto más grande fuera el ejemplar de cobre, malaquita, plata u oro, mejor sería el espécimen. Yo llamo a esto el “complejo de la hernia”, si te causas una hernia tratando de levantar un ejemplar enorme, o si se requieren cinco hombres y un niño para levantar una pieza, esa pieza obviamente será mejor que la que tan solo necesita de dos hombres para levantarla. Las compañías mineras generalmente compiten para ver qué mina produce el ejemplar más grande y mandan estas cosas enormes a las ferias mundiales para la exposición pública a modo de competición.

Este tipo de coleccionismo, desde un primer momento dejó de interesar a los coleccionistas privados debido a que simplemente no tenían la posibilidad de albergar esas enormes piezas. A principios del siglo XX hubo un pudiente granjero en el medio-oeste americano llamado Lafayette Funk (1858 –1934) el cual adoraba los minerales grandes, y tenía muy claro que una pieza, cuanto más grande, mejor. Esta persona tenía varios amplios graneros donde alojaba su colección. Este tipo de coleccionistas son prácticamente inexistentes hoy en día y los museos de todo el mundo han recibido donaciones de esos "elefantes blancos". Todavía están rascándose la cabeza para ver que hacen con ellas.

Sin embargo, el Museo de Historia Natural de París ha hecho del tamaño una virtud, realizando una exhibición de cristales gigantes de Brasil y de otros lugares. El museo lo anunció ampliamente, convirtiéndose en una gran atracción para el público. Quizá sea esta la única exhibición llevada a cabo con éxito de ejemplares de gran tamaño. Los conservadores de otros museos franceses se escandalizaron debido a la cantidad de dinero invertido en estos grandes, y a sus ojos, pobres ejemplares. La exposición fue un éxito tremendo y la recaudación de entradas para ver los cristales gigantes cubrió con creces el precio del montaje. Algunos museos colocan algunos de estos grandes ejemplares aquí y allá en sus salas, a sabiendas de que serán dañados por la gente que los toquetea. En última instancia se piensa que se ganará más satisfaciendo la curiosidad de los “clientes” que lo que vale el ejemplar.


Durabilidad de los especímenes.

Con el paso de los años, podemos encontrarnos con que algunas especies minerales se van deteriorando. Algunas de ellas se descomponen desastrosamente y terminan exudando ácidos que atacan también a las etiquetas y cajas donde están contenidas (así como a otros ejemplares cercanos). La marcasita es bien conocida porque suele acabar convertida en un montón de fragmentos blancos y grises que se abren paso a través de las cajas de cartón y, con un pequeño esfuerzo suplementario atraviesan incluso el fondo de los cajones de metal. Muchos ejemplares de sulfuros, como calcopirita, pirita, stibnita, pirrotita, etc. se oxidan con el tiempo, pierden su brillo y en ocasiones incluso se desintegran. Pocos coleccionistas o museos consideran que valga la pena llevar a cabo los procedimientos necesarios para mantener tales minerales en condiciones prístinas. Muchas de estas alteraciones de los minerales han sido comentadas y discutidas desde hace más de un siglo.

El rejalgar es tristemente célebre por su foto-sensibilidad. Si no se mantiene estrictamente en la oscuridad, acaba desmenuzándose y cambiando su color desde un bello rojo oscuro hasta un tono naranja o amarillo. Sin embargo, existen ejemplares bien cuidados de rejalgar de más de 100 años de antigüedad, dado que han sido mantenidos apartados de la luz. Igualmente, los cristales de proustita son conocidos por cambiar de un bonito color rojo transparente al negro. Igualmente, si son mantenidos en la oscuridad mantendrán su belleza indefinidamente.

La mayoría de los coleccionistas no saben que la amatista también pierde su color gradualmente. En general, esta pérdida de color es tan lenta que no se nota hasta después de varios años. La primera vez que noté este fenómeno fue en Uruguay, en una mina de amatista en el pequeño pueblo de Artigas, cerca de la frontera con Brasil, donde observé una hilera casi continua de amatistas bajo unos árboles de eucaliptos, cerca de la mina. Pregunté por qué ponían las piezas en ese lugar y la respuesta fue que la sombra evitaba que perdiesen su color. Un tiempo después cogí una pieza de calidad de amatista brasileña de Río Grande do Sul, la partí en dos y mantuve una mitad en un lugar oscuro y la otra mitad al sol durante varios meses. Al final de ese período de tiempo pegué las piezas y vi como una parte mantenía su color original, mientras que la otra se había desteñido a un tono azul grisáceo. Así pues, los ejemplares de amatista mantendrán su color si se mantienen alejados de la luz.

En su libro Popular Guide to Minerals (1912), Louis Gratacap relata apesadumbrado el deterioro de muchos ejemplares de la colección Clarence Brement mantenida en el Museo Americano de Historia Natural:

"He notado que incluso especímenes de vanadinita, descloizita y rhodonita, han perdido algo de su brillantez e intensidad original bajo el azote de ese bombardeo actínico al que están expuestos en nuestras salas de exhibición. Las fluoritas, cuarzos rosados, hasta los delicados verdes de algunas espodumenas, las débilmente ruborizadas calcitas y rodocrositas, también han sucumbido claramente a esta exposición, y es simplemente irritante darse cuenta que el rejalgar, cerargirita, proustita, cuprita, crocoita y los sulfuros sufren cambios que lentamente alteran su esencia, textura y apariencia. La stibnita pierde su resplandeciente superficie, los topacios tallados palidecen, y algunos colores en la barita se desvanecen lentamente. Los minerales de mercurio se alteran, la cerargirita cambia y la andorita se ennegrece."

Cada mineral se formó en la tierra cuando las condiciones fueron favorables para su existencia. Cuando el mineral es recolectado, su ambiente cambia: la temperatura, la luz ambiental, la humedad y la exposición a bacterias y a los distintos gases son todos diferentes a los originales. Todos o algunos de estos factores pueden causar que el mineral se inestabilice de alguna manera, de la misma forma que sacar un cubito de hielo del refrigerador le ocasionará cambios. A pesar de este conocimiento, muchos coleccionistas continúan comprando ejemplares pensando muy poco en su estabilidad a largo plazo. Si usted gasta una buena suma de dinero en minerales y quiere preservar su inversión, deberá dar alguna importancia a las condiciones ambientales.
Algunos minerales son muy blandos, el yeso por ejemplo. El yeso es tan blando que puede rayarse con la uña. Otras especies, como la cianotriquita, producen cristales tan delicados que no pueden tocarse sin dañarlos. Probablemente los mejores especímenes jamás recolectados de cianotriquita fueron destruidos por personas que desconocían su fragilidad. En una ocasión mi amigo Bob Pedersen, que colecciona cianotriquitas, abrió el cajón donde guardaba sus ejemplares y vio una ancha banda de diminutos cristales azules triturados. Alguien que no tenía ni idea de minerales no pudo resistir la tentación de pasar su dedo sobre esa preciosa piel azul que cubría la pieza. Bob estaba deshecho, ya que él mismo había recolectado la pieza: le había costado horas de conducir, largas caminatas subiendo y bajando empinadas pendientes, y muchas más horas de ardua labor removiendo rocas de la pared de la mina para abrir los bolsones de los cuales pudo obtener el ejemplar. Después tuvo que tener un cuidado extraordinario para poder transportar esa súper-delicada pieza fuera de la mina y llevarla hasta su vitrina de exposición. Tratando de reparar el daño, Bob acabó de destrozar el desafortunado ejemplar sometiéndolo a la succión de una aspiradora en un vano intento de “levantar” los pelillos aplastados. Algunas veces simplemente no se puede ganar. La moraleja de este suceso es que los especímenes delicados deben mantenerse en lugares fuera del alcance de los dedos curiosos.

Otros especímenes están sujetos a degradación parcial, como por ejemplo los cristales de kurnakovita e inderita que se tornarán blancos externamente en respuesta a la contaminación ambiental de las grandes ciudades como Los Ángeles. Otros se deshidratarán parcialmente, cambiarán de color e incluso se tornarán opacos. Se sabe de algunos cristales de sulfuros de gran tamaño que se han fracturado al cogerlos debido al estrés térmico producido por el calor de la mano. Yo he visto cristales de aguamarina y ferberita literalmente explotar al colocarlos debajo de una luz muy caliente. Algunos minerales pueden literalmente derretirse ante sus ojos cuando son expuestos a condiciones normales de ambiente y temperatura. Ejemplos de estos minerales son el hielo, la mirabilita y la antarticita. Si le preocupa la posibilidad de tener que recuperar el dinero que gastó en sus ejemplares o espera poder sacar un beneficio económico de su colección, debe considerarlo cuidadosamente antes de comprar minerales delicados e inestables. Si aún así los compra, deberá cuidarlos meticulosamente.

Realmente no sé porque insisto tanto en este punto. Toda la información sobre este tipo de fenómenos ha estado disponible en la literatura durante más de 100 años. Cuando me estaba iniciando como coleccionista lo leí, pero no le presté mayor atención pensando, supongo, que yo nunca moriría y que por tanto las leyes físicas aplicables a los ejemplares de otros coleccionistas no repercutirían en los míos. Ignoré el consejo de mis predecesores y así me dediqué a adquirir más y mejores especímenes, sin pensar en el futuro. Aprendí dolorosamente sobre los minerales que cambian con el tiempo, y sospecho que cada generación de coleccionistas tiene que pasar por la misma escuela de disgustos y reveses. Después de todo, solo hay una cosa que el ser humano ha aprendido de la historia y es justamente que el ser humano no aprende de la historia.


¿Qué tipo de ejemplares debería comprar?

Si usted decide comprar minerales, le serán útiles algunos consejos sobre qué tipo de especímenes (y no otros) mantendrán o incluso incrementarán con bastante probabilidad su valor. Compre los mejores ejemplares que pueda permitirse, a largo plazo se dará cuenta que estos producen más satisfacción que otros de menor calidad. Si compra ejemplares baratos, la mayor parte del precio corresponde al trabajo del vendedor en la limpieza, el etiquetado, la caja y el transporte del ejemplar a las ferias de minerales. Este dinero no será capaz de recuperarlo. Es preferible comprar una pieza realmente buena a diez piezas de menor calidad. De lo contrario en el futuro, a medida que sus preferencias maduren, probablemente terminará tratando de corregir estos errores cambiando o vendiendo sus piezas de menor calidad para poder adquirir otras mejores; “cambiar diez indios por un jefe” como Bryan Lees solía decir.

Evite comprar ejemplares que nunca llegarán a escasear. Determinar cuáles pueden ser, requiere aprender algo sobre el entorno geológico del cual esas piezas son recuperadas. Dos buenos ejemplos son las amatistas de Brasil así como las zeolitas y otras especies relacionadas de la India. Ambas provienen de vastas formaciones basálticas de miles de kilómetros cuadrados de extensión, que han estado produciendo especímenes durante generaciones sin que se vea su final. Esos especímenes no son una buena inversión, dado que la posibilidad de que tales piezas se vuelvan escasas no es probable. Existen suficientes piezas en el subsuelo para proveer a cada hombre, mujer y niño del planeta con varios ejemplares. Cada coleccionista que alguna vez ha querido un buen ejemplar de zeolitas de la India, ha acabado teniendo al menos ocho, y sé de lo que estoy hablando, pues he visitado las zonas de producción de ambos países y he importado y vendido literalmente toneladas de especímenes.

Un buen consejo es mantenerse alejado de minerales como el yeso, ya que existen fuentes inagotables de este tipo de minerales, y muchas más crecen en lagunas y otros tipos de depósitos. Además, estos minerales son blandos y se dañan fácilmente. Asimismo, algunas clases de granate son muy abundantes y nunca escasearán.

Muchos de los minerales evaporíticos, como la halita, son comunes y gran cantidad de ellos pueden recolectarse y se recolectarán, en un futuro previsible, de lagos y lagunas saladas donde crecen cada año; realmente se trata de un recurso renovable. Pero por supuesto, algunas piezas pueden ser tan bellas que los coleccionistas no pueden resistir la tentación, hasta yo mismo he cedido en alguna oportunidad y he comprado algunos de ellos.

Por otra parte es fundamental comprender que algunos depósitos minerales son grandes pero finitos. Durante muchos años los ejemplares de estos lugares fueron abundantes y baratos, pero una vez cerraron las minas, los especímenes fueron cada vez más escasos y sus precios empezaron a subir. Algunos ejemplos incluirían el distrito minero de Illinois-Kentucky (fluorita) y las minas de plomo y zinc del distrito de Tri-State, comprendiendo la intersección de Missouri, Kansas y Oklahoma. Durante generaciones las minas de estos distritos produjeron un sinfín de toneladas de ejemplares de fluorita, galena, calcita, esfalerita y marcasita. Estos especímenes nunca fueron muy caros pues se pensó que su suministro nunca se acabaría. ¿Pero adivinan que ocurrió? Unos años después que las minas cerraran, estos ejemplares parecieron desaparecer y todos nos preguntamos que podría haber ocurrido con todos ellos. Hoy en día buenos ejemplares de las que una vez fueran prolíficas minas pueden costar cientos y hasta miles de dólares.

Un ejemplo similar es la mina Ojuela de Mapimí en Méjico. También durante generaciones, esta mina produjo toneladas de especímenes, siendo los más conocidos sus maravillosas adamitas. Finalmente, con la disminución de la recolección en la mina más antigua (comercialmente clausurada a mediados de los años 40), el precio de los buenos ejemplares de adamita se fueron a las nubes. Una buena muestra de adamita tamaño miniatura que unos treinta años atrás se vendía por menos de 100 dólares fácilmente hoy le costará más de mil dólares.

El tipo de ejemplares que debe buscar para maximizar su inversión, en el caso de que esto le importe, son aquellos que son producidos en abundancia hoy en día por minas en activo y que cesaran su producción durante su generación. Tales ejemplares son baratos hoy en día, pero se encarecerán rápidamente una vez que la mina cierre. Los minerales comunes de hoy serán los clásicos de mañana. Debe tener en cuenta que el proceso de la minería actual es mucho más rápido que antaño, esto significa que las minas se agotarán con mayor rapidez que lo hacían en generaciones pasadas y los especímenes que producen se convertirán en valiosos clásicos también más rápidamente. Esto es particularmente cierto para muchas localidades Chinas, donde el proceso minero es febril (y la recolección de ejemplares diligente) hasta que el depósito se agota. Varias importantes localidades Chinas ya se encuentran en la categoría de “clásicos extintos”.[/size]

Ejemplares reparados, restaurados y falsificados.

Cuando se nos cae una pieza, y a veces ocurre, lo más probable es que se rompa. Algunas veces, cuando se está reduciendo el tamaño de un espécimen, éste se romperá de una manera inesperada, en vez de como nosotros esperábamos. Tengo la experiencia de tratar de recortar una pieza muy dura en una cortadora hidráulica y al aplicar una gran presión ver como la pieza literalmente explota, con fragmentos saliendo disparados en todas direcciones y rebotando en el techo y las paredes. En el Museo de Historia natural de Los Ángeles, una de sus maravillosas proustitas chilenas fue tomada en préstamo por uno de los fotógrafos del museo. Un poco después fue retornada al comisario como un montón de grava roja en una pequeña caja, la pieza se había caído en un suelo de hormigón y se destruyó totalmente. Esta destrucción catastrófica no es lo que usualmente ocurre cuando una pieza se nos cae, los especímenes usualmente se rompen en dos o tres partes. Frecuentemente parte del valor de la pieza se puede recuperar pegando las partes resultantes. Si se es afortunado, la pieza se partirá limpiamente, de manera que al pegarla difícilmente se notará la fractura. En tales casos la pieza se puede restaurar prácticamente a su condición original con una pequeña gota de pegamento. La razón de utilizar una pequeña cantidad de pegamento es que si el corte es limpio la cantidad de goma necesaria para unirla fijamente será muy pequeña y cualquier excedente será expelido de la fractura al unirse las partes y tal excedente de pegamento suele ser difícil si no imposible de quitar del espécimen.

Si no se es tan afortunado, la pieza no se romperá limpiamente y se producirán varios pequeños fragmentos junto con otros pedazos mayores. En tales casos la reparación se hace mucho más difícil y laboriosa. Le recomiendo que utilice una goma soluble en agua, de forma que si se comete un error, sea posible poner a remojo la pieza y separar las partes nuevamente para intentar el proceso nuevamente. También hay que tener en cuenta que los pegamentos más duraderos (como las resinas epoxi) a menudo se tornan amarillentos con el tiempo y son sumamente difíciles de retirar en caso de un error.

Los especímenes reparados generalmente valen una parte, generalmente una parte pequeña, del valor del ejemplar en condiciones originales. Sin embargo, si la pieza es lo suficientemente buena, digamos de “liga mundial”, el hecho de estar reparada no suele afectar a su valor. Algunas veces las reparaciones pueden ser extensas y el ejemplar puede incluso estar parcialmente reconstruido y a la vez mantener su alto valor. No pregunte el por qué, simplemente es así.

Algunos especímenes están más que simplemente reparados. Un clásico ejemplo es la vieja técnica de reconstruir las partes perdidas de cristales de franklinita utilizando yeso de Paris y luego usar betún negro para colorear las porciones cubiertas de yeso para igualar el color y el lustre original de la franklinita. Algunas veces también, las porciones rotas de cuarzo ahumado, turmalina u otros cristales son reconstruidas con plástico. Adicionalmente se usan agentes colorantes y / u otros materiales que son añadidos al plástico para igualar el tono y transparencia del cristal. Una vez el plástico se ha endurecido, la superficie es lijada, estriada o pulida para imitar la textura superficial del cristal motivo de la restauración. Esto puede resultar un proceso largo y tedioso, estando en general reservado para ejemplares bastante caros. Si el trabajo está bien realizado, es prácticamente imposible señalar la parte del cristal que ha sido reparada.

En algunos minerales se realza el color, la técnica más común es la de aplicar algún producto químico transparente como el aceite de silicona. Este aceite no reactivo rellena las pequeñas fracturas existentes, haciendo que un mineral azul luzca más oscuro o que uno rosado aparezca más rojizo. Las piedras pulidas de Brasil, y de muchos otros países, reciben un baño de parafina caliente como tratamiento final. El exceso de parafina es eliminado frotando y así la pieza luce mucho mejor que sin tal tratamiento. Las amazonitas de Colorado también suelen recibir este tratamiento para intensificar un poco su color.

Algunos minerales se benefician más que otros de este procedimiento. El cuarzo no cambia básicamente, pero zonas dañadas en cristales de fluorita prácticamente desaparecen con un toque de aceite de silicona. Los mineros de Tsumeb, en Namibia siempre rocían sus ejemplares de calcita con una marca en particular de loción solar. Esta se mete en las fracturas, y siendo soluble en agua, el excedente puede enjuagarse. Siempre se puede saber cuáles han sido tratadas: estas tienen un aroma agradable, pues la loción contiene perfumes.

Muchos vendedores brasileños, al limpiar sus piezas, utilizan un enjuagado con agua como paso final rutinario a la preparación de muestras. Esta agua para enjuague contiene una capa de aceite para niños flotando en su superficie, de forma tal que al sacar las muestras, estas quedan impregnadas con el aceite, esto hace que luzcan mejor, aunque son más resbaladizas. El tratamiento con parafina es más duradero, mientras que el aceite de silicona se evapora gradualmente. Además, si se utiliza mucho aceite, este atrapará el polvo y la pieza se ensuciará en poco tiempo.

Algunas veces el realzado del color es más invasivo, el uso de tintes verdes en aceites para realzar el color de las esmeraldas ha sido una práctica común entre los vendedores de estas gemas durante generaciones. Algunos cristales de esmeralda son incluso pintados con un esmalte verde para que parezcan más oscuros. Se sabe que tanto vendedores como coleccionistas han retocado especímenes de esfalerita de Tennessee con un rotulador marrón, mientras que ejemplares de malaquita fibrosa son retocados con un rotulador verde. Hace unos cuantos años, algunos mineros-vendedores de Marruecos descubrieron que los cristales de anglesita sumergidos en lejía durante unos minutos, cambiaban de su color habitual a un rojo naranja muy atractivo. Algunos refinados comerciantes de minerales picaron el anzuelo y perdieron buenas sumas de dinero al descubrirse el engaño y tener que rembolsar a sus compradores. Por supuesto, llegado ese momento los suministradores de Marruecos ya habían desaparecido con el dinero.

Vaya con cuidado con las falsificaciones. La mayoría de ejemplares falsificados corresponden a cristales de diversos ejemplares que son pegados a otro ejemplar. Algunas de estas falsificaciones son burdas, y una persona experimentada se dará cuenta enseguida. Otras están tan bien hechas que se necesitará un microscopio o alguna prueba específica para poder asegurar que los cristales han sido pegados o alterados. La variedad de falsificaciones es extensa y algunas especies deben ser examinadas con más detalle que otras. La esmeralda y el cinabrio son conocidos por sus falsificaciones y siempre deben inspeccionarse cuidadosamente.

Probablemente sea en la falsificación de esmeraldas en matriz donde se haya empleado más ingenio y esfuerzo. Típicamente los cristales de esmeralda son cuidadosamente ubicados en huecos hexagonales previamente cortados en la roca, donde son pegados. Solía ser bastante fácil descubrir estas piezas utilizando una luz ultravioleta o una aguja caliente ya que por una parte los pegamentos tenían fluorescencia y la aguja caliente deformaba las gomas empleadas e incluso llegaban a desprender humo. Con el paso del tiempo estas falsificaciones se han hecho más sofisticadas, de manera que quienes las practican en Colombia han dejado de usar pegamentos fluorescentes y han empezado a utilizar los adhesivos con los que trabajan los dentistas. También se tiene mucho cuidado en fijar la esmeralda a la roca cubriendo los puntos de contacto con material que se asemeje de forma natural a la matriz. Si el cristal de esmeralda es de un color pálido, algunas veces se perfora un agujero en su base y se rellena de resina epoxi verde, esto crea unas falsificaciones con una apariencia fabulosa. Otras veces se pulen y facetan terminaciones del cristal para eliminar roturas, cubriéndose el cristal con una laca verde de alta dureza. Esto a su vez tiene el beneficio de ocultar cualquier marca que se haya producido durante el proceso de pulimento. Este proceso llegó a tal punto que en algunas ocasiones era imposible estar seguro de si se trataba de una falsificación o no. En ese momento tuve que admitir que me habían vencido, los falsificadores eran más listos que yo, por lo que dejé de viajar a Colombia para comprar esmeraldas. Para comprobar una pieza de esmeralda en matriz, esta debe dejarse en remojo un par de días en un disolvente fuerte como el MIBK (metil-isobutil-cetona). Esto debería reblandecer la goma lo suficiente como para revelar el engaño. Sin embargo, es mucho más fácil asumir que cualquier ejemplar de esmeralda que aparenta poder ser falso, es falso.

Raramente se encuentran cristales individuales de cinabrio ofrecidos a la venta, esto es debido a que la mayoría de ellos han sido triturados en pequeños fragmentos de exfoliación para utilizarlos en la medicina tradicional China, o también utilizados para la creación de especímenes falsos de cinabrio en matriz. Estas falsificaciones también se han vuelto más ingeniosas con el paso del tiempo y las personas que las realizan almacenan diversos tipos de dolomita y pequeños cristales de cuarzo de las minas de cinabrio, utilizándolos para ajustar los cristales de cinabrio a la matriz donde son pegados.

Los ejemplares falsificados se conocen desde hace centenares de años; esta práctica probablemente se inició con piedras bonitas de las minas que los mineros se llevaban a su casa. Después como pasatiempo, las unían de diversas maneras para hacer objetos de decoración domésticos. Cuando descubrieron que algunos señoritos de ciudad pagaban un buen dinero por estos artefactos que creían eran especímenes reales, empezó la carrera por su producción.

Falsificaciones europeas clásicas incluyen las epidotas de Austria, donde la actinolita fibrosa asociada con los cristales de epidota fue utilizada para ocultar la evidencia de su fabricación. También se han fabricado y vendido muchas falsificaciones de cristales rosados de fluorita pegados sobre cuarzo.

Generalmente se puede identificar una falsificación con la simple inspección detallada del ejemplar, sin necesidad de usar el microscopio u otras pruebas complejas. No es necesario examinar meticulosamente cada ejemplar que caiga en nuestras manos, el secreto está en conocer cuáles son los que se deben examinar. Cuando yo caía en la trampa, generalmente era porque el ejemplar era maravilloso y barato y quería convencerme a mí mismo que era real. Si una pieza parece demasiado bonita para ser real, entonces debe encenderse la señal de alarma para hacer que la examinemos detalladamente. Una vez que la semilla de la duda arraigue en su mente, raramente podrán engañarle. En ocasiones las falsificaciones son tan buenas que hasta engañan a los vendedores con experiencia, pero si este vendedor es de confianza siempre devolverá el dinero en caso de que se trate de una falsificación.

En los últimos años han aparecido algunos ejemplos de falsificaciones bien hechas que engañaron a todo el mundo durante un tiempo. Alguien en Italia descubrió que se podía hacer crecer magníficos cristales de azufre en matriz. El azufre se disuelve en bisulfuro de carbono, se añaden trozos de matriz auténtica y se deja que el bisulfuro de carbono se evapore lentamente, lo cual provocará el crecimiento de cristales de azufre grandes y atractivos sobre la matriz, con exactamente el mismo hábito que los cristales naturales. El bisulfuro de carbono es bastante maloliente (además de venenoso), por lo que es sorprendente que ningún vecino se quejase. Esta persona vendió las piezas por todo el mundo, por diversión y para beneficiarse económicamente, y hasta permitió que le entrevistaran para un artículo en el Mineralogical Record donde se mostraba orgulloso de su trabajo. La única forma de identificar estas falsificaciones es mediante análisis isotópicos. Así resultó ser que en su fabricación se utilizó azufre de Texas en lugar de azufre italiano. Para leer la historia completa se puede consultar las siguientes referencias:
Pagano (2002) “Artificial Sicilian sulfurs” Mineralogical Record, 33 (2), 149 – 153, así como Peterson et al. (2003) “Sulfur isotope analysis for the identification of sulfur sources”, Mineralogical Record, 34 (2), 171 – 175.



Namibia Tsumeb - old time 34.jpg
 Descripción:
Los viejos tiempos de Tsumeb. El contable de las minas llegando en una especie de coche-ferrocarril de vía estrecha.
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Namibia Tsumeb - old time 34.jpg



Namibia Tsumeb area - overnight ant hill 1974 70.jpg
 Descripción:
La mayoría de las carreteras de las cercanías de Tsumeb no están asfaltadas por lo que hay que ir con mucho cuidado con los nidos que las termitas levantan durante la noche y que han producido la muerte de más de un motorista que ha chocado contra ellos…
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Namibia Tsumeb area - overnight ant hill 1974 70.jpg



Namibia, Tsumeb - main street 1975 99.jpg
 Descripción:
La calle principal de Tsumeb. Se puede ver el castillete de la mina “Tsumeb Corporation Limited” al fondo a la derecha, en donde la calle termina. Un número muy elevado de todos los ejemplares de Tsumeb de las colecciones proceden de este pozo.
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Antonio Alcaide




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MensajePublicado: 19 Abr 2011 15:28    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Cuánta sabiduría atesora este hombre. La lectura de estas reflexiones sobre el coleccionismo de minerales me evitará muchos errores -futuros, porque los pasados ya los he cometido, claro-. Y ese tono directo, desmitificador y pragmático es el complemento perfecto.

Saludos

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yowanni
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MensajePublicado: 20 Abr 2011 15:57    Título del mensaje: Re: "Coleccionando Minerales" - Tercera entrega  

Rock Currier escribió:
Si deciden intentarlo, ¡listo!, se han convertido en una de las criaturas más despreciables y degradadas de todas, ¡un comerciante de minerales! (bueno, solo bromeaba). Este proceso me tomó a mí alrededor de 10 años...


¡Qué bueno! :-)

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MensajePublicado: 08 May 2011 21:05    Título del mensaje: "Coleccionando Minerales" - Cuarta entrega  

Cuarta entrega. En ella hay (entre otras cosas) todo lo que siempre quisimos saber sobre la relación amor-odio con respecto a los precios de los minerales (y los vendedores!;-)

Rock ha enviado algunas fotos más de su archivo personal. Publico aquí tres de ellas con los textos de Rock traducidos, para ver las otras que envió se puede utilizar este enlace -> https://www.mineral-forum.com/message-board/viewtopic.php?p=17418#17418


Coleccionando Minerales

Parte 4 de 5

Rock Currier.
rockcurrier@cs.com
Jewel Tunnel Imports (jeweltunnel.com)
13100 Spring St.
Baldwin Park, California, USA 91706


Traducción: José Luis (Vinoterapia) & Frederic Varela / Revisión: Jordi Fabre

Algunas observaciones personales, cavilaciones, reflexiones, reminiscencias, divagaciones, digresiones, quejas, aprobaciones, sapiencia y consejos recogidos a lo largo de 50 años de coleccionar y comerciar con minerales.



La relación Calidad / Precio.

Con el transcurso del tiempo los parámetros para juzgar la calidad de un espécimen mineral se han tornado cada vez más exigentes. Lo que se consideraba un buen ejemplar en 1900, puede que hoy sólo pueda ser útil para estudio o análisis.
Esto se explica debido al gran incremento de la actividad minera, que ha ido de la mano con la industrialización del siglo XX, aparejado al fuerte incremento en la cantidad, calidad y velocidad de las comunicaciones, transportes y viajes. Estos factores, unidos a un aumento de los ingresos y del tiempo libre disponible de las personas en los países ricos, ha creado una enorme demanda de especímenes, insospechada para los coleccionistas de hace un siglo. Los ejemplares de la mayoría de las especies minerales conocidas a principios de siglo han sido eclipsados por mejores ejemplares de localidades recientemente descubiertas, y esta es una tendencia que presumiblemente continuará en el futuro inmediato.

Puede argumentarse que en algún momento habremos explotado todos los recursos minerales de mayor riqueza y facilidad de extracción de nuestro planeta, teniendo que contentarnos con el procesamiento del agua del mar y de depósitos minerales de baja concentración, de donde se extraerán muy pocos ejemplares, sin embargo, esto no es probable que suceda en las próximas centurias. Si aún así continúa preocupado, ¡alégrese!, los otros planetas de nuestro sistema solar indudablemente contienen depósitos minerales con excelentes piezas esperando a los primeros coleccionistas y vendedores espaciales. Pero primero, la Tierra. ¡Nos dedicaremos a la minería de otros planetas más adelante!

La perfección demandada por los coleccionistas de hoy en día, así como los altos precios que están dispuestos a pagar hace que se valoren pequeñas diferencias de calidad, las cuales coleccionistas de otras épocas encontrarían desconcertantes. El coleccionismo de sellos y monedas también ha visto una escalada dramática en los precios, basándose en minúsculas diferencias en la calidad de las piezas. La escala de precios de los ejemplares es logarítmica, si el precio de un buen ejemplar se encuentra en el rango X, el precio de un ejemplar excelente puede ser X2, mientras que el precio del mejor ejemplar puede ser X3. El precio impresionante de estos mejores especímenes es el resultado de la competición, la innata naturaleza humana de sobresalir y de ser el mejor en lo que se hace. El poderoso y el acaudalado querrán el mejor de los coches, aviones, barcos, casas, hoteles, joyas, pinturas y algunas veces minerales. Esto es algo que no va a terminar pronto, así que me figuro que tendremos que vivir con ello. Todo lo que podemos hacer es entrar en la competición y hacerlo lo mejor que podamos.

La mayoría de los vendedores coloca un precio en la etiqueta del ejemplar, aunque algunos no lo hacen. Quienes no lo hacen a menudo son vendedores de países del Tercer Mundo como Paquistán, India y Marruecos. Muchos de estos comerciantes pueden encontrarse en las grandes ferias de gemas y minerales, y en general prefieren hacerse una idea del cliente antes de colocar un precio a sus especímenes. Ciertamente no se dan cuenta de cuánto irrita esto a personas como los americanos o los alemanes, quienes simplemente se retirarán en lugar de preguntar por el precio y regatear sobre este. Los vendedores del Tercer Mundo han crecido en un sistema cultural donde los bienes sin precio y el regateo son la norma, esto es lo que conocen y se sienten a gusto con su sistema, por lo cual no ven la razón para cambiar. Además, colocar etiquetas y precios en cada pieza es mucho trabajo extra, el cual debe realizarse de nuevo al moverse de ferias en Europa (utilizando el Euro) y los Estados Unidos (donde los precios deben estar en dólares).

Internet es un excelente lugar para revisar precios, debe tenerse en cuenta que el precio en la etiqueta o anuncio de Internet no es necesariamente el precio final por el cual la pieza es vendida. Frecuentemente el precio de venta es inferior al anunciado y algunas veces puede obtenerse un gran descuento si la pieza ha permanecido en el inventario del vendedor durante largo tiempo. Si el material ofrecido en venta es novedoso, el precio será bastante definitivo. Algunos vendedores esperan que sus clientes regateen los precios y ya han incluido esto en el precio anunciado, otros sin embargo, suelen mantener sus precios pase lo que pase. A estos últimos les preocupa que si corre la voz de que siempre ofrecen descuentos cuando se les presiona, tendrán una vida comercial bastante difícil.
En ocasiones, los minerales son vendidos a plazos y se conoce de casos en los cuales los ejemplares han sido embargados por falta de pago. Obviamente, esto no es bueno para la “calificación de crédito” del coleccionista con los vendedores de minerales, ya que normalmente acaba siendo de conocimiento público cuando alguien tiene problemas para pagar lo que compra.

La confidencialidad y la exclusividad son a menudo aspectos importantes en la venta de minerales, de forma que los comerciantes suelen vender las piezas de categoría directamente a clientes especiales, así que estos ejemplares nunca se muestran en las ferias de minerales, y aunque físicamente estén allí, generalmente están escondidos en un cajón debajo del mostrador. A algunos coleccionistas les preocupa que si un ejemplar está en exhibición con una etiqueta de precio, esto signifique que ya ha sido visto y rechazado por otros coleccionistas. Rechazando la compra de un espécimen que ha sido considerado indigno por cualquier razón, esos compradores se sienten mucho mejor adquiriendo una pieza que les es mostrada solo a ellos: el tesoro secreto escondido en la trastienda.
Con frecuencia el comprador le hace saber claramente al vendedor que no podrá divulgar el precio pagado o su identidad. La mayoría de los coleccionistas quieren que el precio pagado por un ejemplar se mantenga oculto, presintiendo que si este fuese conocido por otros vendedores, serían catalogados como grandes compradores y se elevaría el precio de sus posibles piezas. También puede ser que se sientan avergonzados por pagar lo que sospechan sea un precio algo hinchado por un objeto al cual no pueden resistirse. Otros simplemente no querrán que sus cónyuges sepan lo que gastan en minerales.
Cuando pida descuento sobre un espécimen, o discuta los plazos de pago, asegúrese de hacerlo en privado. Si presiona al vendedor por un descuento delante de otras personas, lo más probable es que no lo consiga. Acceder a un descuento en público es como anunciar al mundo que siempre se dan descuentos cuando se exigen, y ningún vendedor quiere ganarse esa reputación. Los descuentos dependen del vendedor, y cada uno tiene diferentes políticas. Esas políticas pueden ser flexibles, dependiendo de cuan necesitado de dinero esté el vendedor o de la magnitud de la compra en ese momento. Si toma un ejemplar de 10 dólares de la parte frontal del mostrador de un vendedor y pide descuento, seguramente no lo obtendrá. El material que los vendedores colocan en ese lugar generalmente se considera prácticamente desechable, de manera que si algún niño pasa y rompe algunos cristales o lo deja caer esto no supone un mayor problema. El material del frente del mostrador se utiliza como una especie de amortiguador para ayudar a proteger los ejemplares más valiosos situados hacia atrás. En el caso de que los ejemplares valiosos se coloquen hacia el frente, lo más probables es que estén protegidos detrás de un cristal y lejos de las manos de niños curiosos.

La mayoría de los coleccionistas tienen una relación amor-odio con los precios de los minerales. Durante más de 100 años nos hemos quejado de los precios escandalosos de los ejemplares minerales, y nos gusta contar historias de cómo hemos conseguido piezas fabulosas a precio de ganga; estos cuentos son los recuerdos más apreciados por los coleccionistas. Las personas que conocieron algunos de los precios exagerados pagados en la subasta de la colección Freilich en 2001 estaban, predeciblemente, horrorizadas. Su mayor preocupación era que si los precios pagados eran “reales” (¿y cómo podían no serlo?), esto significaba que pronto tendrían que comenzar a coleccionar micromounts y nunca tendrían la esperanza de poder comprar una buena pieza de gran tamaño para su colección. Pero los precios altos son una espada de doble filo. Esto puede hacer pensar que la colección propia vale mucho más de lo que se pensaba, lo cual es reconfortante. Pero en último extremo un coleccionista preferiría que su colección fuese menos valiosa si esto significara que se es capaz de adquirir más ejemplares. En general creo que los coleccionistas prefieren esta situación.

Una cosa curiosa acerca del valor de los minerales es que, para que un espécimen sea realmente valioso, es necesario que al menos una cantidad moderada de ellos hayan sido encontrados. Si el mineral es tan raro que tan solo se han hallado dos o tres ejemplares, la mayoría de los coleccionistas ni siquiera serán conscientes de su existencia, y por lo tanto establecer un precio de mercado para ellos no será posible. En lugar de pensar en pagar un precio elevado, el coleccionista promedio simplemente estará perplejo por el espécimen y lo considerará más una curiosidad que una rareza valiosa. Después de todo, si esta es una pieza deseable, ¿por qué razón no existe una en el museo local o en las colecciones de sus amigos? Y ¿por qué ni siquiera se han visto fotografías de ella? La ausencia de conocimiento desalienta la compra, no existe ningún canon contra el cual medir el atractivo del ejemplar. Los vendedores y coleccionistas avanzados siempre están buscando alguno de estos “tesoros ocultos” que otros rehúsan comprar.
Si usted quiere coleccionar solamente especímenes de primera clase, como aquellos que ilustran las portadas de las revistas, debe tentar su cartera. Los mejores ejemplares hoy en día pueden costar decenas de miles de dólares cada uno, muchos han sido vendidos por cifras superiores a los 100.000 dólares y he oído de unos cuantos que, supuestamente, se han vendido por más de un millón. Paul Desautels, antiguo conservador del Instituto Smithsoniano y uno de los más respetados conservadores de gemas y minerales de todos los tiempos, a menudo decía que las piezas minerales de primera calidad siempre habían estado infravaloradas. ¿Cuánto vale un Rembrandt? ¿Cuál es el coste de una buena pintura de un impresionista francés? ¿o de un Picasso? Él siempre razonaba que ese tipo de espécimen mineral debía costar al menos lo mismo que una buena obra de arte. Así que alegraos, coleccionistas codiciosos, ¡un montón de gangas están todavía disponibles!
Quizás la anécdota que mejor describe el alma de un verdadero coleccionista es una acerca del profesor Clifford Frondel. En una ocasión en la que él se encontraba mostrando a un grupo de coleccionistas algunos de los tesoros del Museo Mineralógico de Harvard dijo: “Aquí en este cajón tenemos unos ejemplares particularmente buenos de una rara macla de cuarzo. Solamente existen seis especímenes conocidos en el mundo. Veamos, pueden contarlos: uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis”.


Un protocolo para el manejo de especímenes.

Siendo un joven coleccionista, aprendí la mayor parte de lo que sé sobre el manejo de especímenes de la forma más dolorosa que existe, a través de ensayo y error. Si se toma en serio lo que voy a contar, ahorraré muchísimo sufrimiento y vergüenza. Cuando tenga ocasión quizás querrá transferir este conocimiento a otros coleccionistas jóvenes, lo que podría resultarles muy útil. El manejo apropiado de ejemplares minerales realmente no es más que cortesía y sentido común.

La mejor forma de aprender acerca de especímenes minerales es cogerlos y observarlos con detenimiento desde diversos ángulos. Sin esta clase de experiencia, muchos aspectos de los minerales serían difíciles de aprender y de recordar. A menudo, solo con el peso de un espécimen (su densidad) es suficiente para darnos una idea de su identidad, así pues la experiencia de tocar los minerales es muy importante.

No importa que usted sea muy rico, la realidad es que la mayoría de especímenes minerales siempre pertenecerán a otras personas, de forma que si se quiere tener el privilegio de tocar tales piezas, tendrá que ganarse la confianza de sus propietarios demostrándoles que no dañará ninguna de sus delicadas y queridas criaturas y que los manejará con el cuidado apropiado. La mayoría de los coleccionistas gustan de mostrar sus piezas a otros coleccionistas, y algunos contarán muchas más cosas sobre sus piezas de las que nos interese saber. La mayoría de los coleccionistas, si se les propone de una manera inteligente, estarán contentos de abrirnos las puertas de su casa para mostrarnos su colección, por lo tanto es fundamental no abusar de este privilegio.
Bueno, aquí estamos, enfrente de una vitrina de exposición o inclinados sobre un cajón repleto de ejemplares. ¿Qué hacemos? Estiramos la mano y agarramos el espécimen más llamativo, exclamando “¡Guau tío, de puta madre! Aunque mi lenguaje coloquial puede estar desfasado y solo ser comprensible por unas pocas personas, les aconsejaría no utilizarlo. Antes de que sus dedos temblorosos traten de alcanzar esa joya, debería averiguar si a su anfitrión le preocupa o no que otras personas toquen sus especímenes. En gran medida la buena o mala sensación que tenga su anfitrión con respecto a que usted tome alguna de sus piezas dependerá de qué tan conocedor le considere a usted. Si nuestro coleccionista considera que usted no es capaz de identificar 50 especies en un momento, será bastante reacio a que toque cualquiera de sus piezas. Si por el contrario, usted mira detalladamente un exquisito ejemplar de finísimas acículas azules sin hacer ningún ademán para tocarlo y comenta, “esta es una de las mejores cianotriquitas de Grandview que jamás he visto, yo he estado recolectando unas tres veces en la mina, pero nunca he encontrado algo tan bueno”, solo con esto habrá dado un gran paso para ganarse su confianza. De un plumazo ha demostrado que: (1) sabe reconocer un buen ejemplar cuando lo ve, asumiendo por supuesto que su identificación de cianotriquita es correcta, y que de hecho es una buena pieza; (2) conoce algo más que simplemente el nombre del mineral que está observando, a la vez que es lo suficientemente diestro para discernir la localidad correcta, reconociendo algunas de las sutiles características que identifican ese afloramiento en particular; (3) conoce lo suficiente sobre el tipo de mineral para saber la increíble delicadez de la cianotriquita y por lo tanto no la toca; (4) ha halagado a su anfitrión por su buen gusto.
Quizás al lado de la cianotriquita se encuentre una increíble rosa de azurita de Bisbee, Arizona, que le haga salivar y por la cual mataría a su abuela. Seguramente le gustaría acariciarla durante un par de minutos, aunque sepa que jamás podrá poseer una pieza tan buena. El procedimiento correcto sería decir algo como esto: “He aquí una maravillosa azurita de Bisbee, ¿podría examinarla más detalladamente?”. La respuesta seguramente será afirmativa, a no ser que haya cometido alguna metedura de pata social o mineralógica, o que el coleccionista sea realmente un tipo duro. Cuando tenga su permiso espere un momento para ver si el coleccionista va a coger la muestra y pasársela a usted. Si no hay un movimiento en esa dirección puede asumir que tiene su permiso para coger el espécimen.
Antes de sacar el ejemplar tome nota de cómo está colocado en la vitrina o en el cajón, de forma que pueda volver a colocarlo exactamente en la misma posición. Sea cuidadoso en como toma la pieza, no intente agarrar ningún ejemplar por el cristal de mayor tamaño, a ser posible no toque ninguno de los cristales y cójalo por la matriz de la pieza. Si es un ejemplar mayor que una manzana, use ambas manos para sujetarlo, si se trata de una pieza pequeña tómelo cuidadosamente entre sus dedos pulgar e índice, y tan pronto como sea posible coloque la palma de su otra mano debajo de él. Esto dará al coleccionista la seguridad de que en caso de que el espécimen resbale entre sus dedos, apenas caerá unos centímetros a la suave palma de su mano, en lugar de estrellarse contra el suelo, o lo que sería peor, contra otra de sus delicadas piezas.
Cuando haya terminado de examinar el espécimen, retórnelo cuidadosamente al lugar exacto de dónde provino y en su orientación original. Si hacer esto es incómodo o peligroso (quizás la vitrina está ocupada por muchas piezas con las que podría golpearse), siéntase libre de entregársela a su anfitrión diciéndole, “mejor dejo que la ponga en su lugar”. Si ha sido el coleccionista quien inicialmente le dio el ejemplar, devuélvaselo cuando esté listo, ya que obviamente él no desea que usted tome o devuelva los especímenes. Con el paso del tiempo le dará más libertad con la colección.
Es también buena idea, aunque no absolutamente necesario, quitarse cualquier anillo que pueda llevar. Yo he visto coleccionistas sopesar un espécimen en sus manos para tener una idea de la densidad del mineral. Con cada movimiento el ejemplar chocará contra el anillo, lo cual no dejará una buena sensación en la mente de su anfitrión. Algunas veces he visto a coleccionistas que llevan colgantes o corbatas, inclinarse sobre un cajón para observar los ejemplares. Aunque sería inusual que una corbata pudiese dañar una pieza, las partes metálicas de un colgante ciertamente sí podrían hacerlo. De igual forma, si usted usa gafas (como muchos lo hacemos), asegúrese de que le ajustan bien y de que no se le caerán sobre los minerales cuando se incline para observarlos.

¿Porque debemos señalar lo que deberían ser precauciones obvias? Bueno, tiene que ver con la naturaleza humana y su deseo innato de experimentar cosas nuevas. Para la mujer o el hombre promedio, una exquisita muestra mineral es tan atractiva como el fuego lo es para un niño que nunca lo ha visto. El primer instinto es tocarlo y experimentar una nueva y bella faceta de la vida. En una ocasión vi el primer encuentro de una señora de unos 70 años con un hermoso ejemplar de ulexita acicular. La pieza estaba detrás del cristal de una vitrina con un vistoso letrero de “¡No tocar!” a su lado. Observé con fascinación como su universo se iba reduciendo únicamente a ella y el mineral. Su mano iba rodeando el cristal de la vitrina, intentando tocar las delicadas agujas blancas. De haberlo logrado, el ejemplar ciertamente habría resultado dañado. Tuve que gritarle para conseguir que se detuviera. Ésta fue su primera lección sobre el protocolo del manejo de minerales. Pareció enfadarse y se marchó en un santiamén. Cualquiera de los lectores de esta revista ha sobrepasado con creces tal punto de inocencia.


¿Cuántos especímenes pueden verse de una vez?

Algunas personas aparentemente tienen una memoria fotográfica, es decir, son capaces de mirar las cosas una vez y recordarlas perfectamente. La mayoría no tenemos tal habilidad y se dará cuenta que cuando observa una colección de minerales habrá un límite de lo que posteriormente recordará sobre los ejemplares individuales.
En general solo recordamos unas cuantas piezas lo suficiente como para poder describirlas con algún detalle. Mientras mayor sea el número de ejemplares que veamos en una visita menor será la cantidad de ellos que seremos capaces de recordar.
Si tenemos la posibilidad de manipular los especímenes, seremos capaces de recordar mejor sus características, a diferencia de si tan solo podemos observarlos. Esta es la razón de porqué es insustituible tener una colección propia de minerales que podamos analizar y manipular hasta la saciedad. Si está viendo una gran colección de minerales se sentirá aturdido después de un rato, simplemente es demasiada información y necesitará más de una visita para poder hacerse una idea completa de ella y no tan solo de unos pocos ejemplares. Cuando visite una gran colección, como la del Museo Británico de Historia Natural, o incluso una comparativamente más modesta como la del Museo de Historia Natural del Condado de Los Angeles, se sentirá agobiado por todo el material exhibido, necesitará varias visitas para poder captar todo lo que la colección tiene para enseñarle, y aún después de muchas visitas, continuará descubriendo exquisitos ejemplares que por alguna razón había pasado por alto.

Personalmente he notado que una colección de más de 500 ejemplares es difícil de asimilar en un par de horas. Probablemente usted notará que este es también su límite. La Feria de Gemas y Minerales de Tucson es la máxima experiencia en sobrecarga sensorial; las personas quedan abrumadas después de un par de días de contemplar minerales y tienen que apartarse a realizar alguna otra actividad turística antes de regresar de nuevo a mirar más minerales. Se necesita algún tiempo para digerir lo que se ha visto y aprendido antes de poder asimilar más información.

Los vendedores, conservadores y coleccionistas que manipulan muchos especímenes desarrollan estrategias para analizar grandes colecciones. Esto frecuentemente incluye la revisión de las colecciones para encontrar especímenes poco comunes. Cuando se han visto centenares de buenas piezas de adamita de Mapimí, México, realmente se necesita encontrar una excepcional para que nos llame la atención. Cuando se recorre con la vista el contenido de un cajón, se tiende a buscar especímenes poco corrientes, piezas excepcionales o minerales vistos con poca frecuencia, el resto tiende a ser ignorado. Un comerciante experto puede llegar a revisar un cajón con tanta rapidez que llegue a ser insultante para el coleccionista, pero esto se debe a que el comerciante ha visto centenares de piezas de calidad y no encuentra nada que le sorprenda. Más o menos creo que todos llegamos a desarrollar este hábito. Cuando uno se inicia en el conocimiento de especímenes, se necesita un tiempo de observación bastante mayor que cuando se han visto y manejado cientos o miles de ejemplares.

Recuerdo que en una ocasión me encontraba preparando una vitrina de exhibición con mis mejores azuritas, después de haber estado coleccionándolas durante más de 15 años. Martin Ehrmann, un conocido vendedor especializado en minerales de alta calidad se acercó y de forma casual examinó algunos de los ejemplares y hasta cogió dos o tres para un análisis más detallado. Después de un par de minutos se alejó sin decir palabra. ¿No se dio cuenta de lo maravilloso de los ejemplares? ¿Cómo pudo irse sin hacer ningún comentario? En realidad él ha visto, analizado y quizá vendido mejores ejemplares que los expuestos en mi vitrina, lo que en ese momento no pensé es que de haber creído que mis ejemplares no eran realmente buenos, Martin ni siquiera se habría detenido a echarles una ojeada.


Protegiendo sus minerales.

El mejor consejo que puedo darles para proteger sus minerales es que deben mantenerlos en un lugar fresco, seco, oscuro y tocarlos lo menos posible, aunque está claro que esto no sería muy divertido. Si llega a convertirse en un coleccionista en serio, pronto llegará a darse cuenta de que su colección de minerales vale más que el coche que conduce o incluso que la casa que habita. Después de 20 o 40 años coleccionando, usted puede llegar a conmocionarse si calcula el valor de su colección, de tal forma que, aunque no la esconda en un sótano oscuro, voy a proporcionarle algunas ideas que quizás quiera poner en práctica.

Catalogue sus minerales y registre lo que pagó por ellos y a quien los adquirió. Algunos coleccionistas exigen un recibo con cada compra y lo archivan en su casa. Asegúrese que sus ejemplares están etiquetados y colocados en una vitrina o armario atractivo, esto ayudará a realzar la importancia de sus piezas y evitará que personas con pocos conocimientos lleguen a deshacerse de ellas. Mantenga las piezas valiosas bajo llave, supongo que no le gustaría tener su dinero desperdigado por casa, donde cualquier visitante ocasional pudiera llevárselo. Si vive en una zona propensa a terremotos, existen medidas que debería tomar para proteger su colección. Lea el artículo de Tony Kampf titulado “Terremotos y colecciones minerales” en el número de Julio – Agosto de 1994 del Mineralogical Record.
Los terremotos han destruido muchísimos ejemplares. Willard Perkin, un antiguo coleccionista-vendedor que conocí en Glendale, California, convirtió su cochera en una habitación para los minerales. La cochera tenía enormes vitrinas que cubrían sus paredes, casi desde el suelo hasta el techo, con puertas y estantes de vidrio. Un terremoto de intensidad moderada destrozó las puertas y anaqueles tirando las piezas sobre el suelo de cemento, amontonándolas unas sobre otras junto con los cristales rotos. En otro terremoto, las vitrinas de un coleccionista que vivía cerca de San Francisco fueron desplazadas a través de la habitación con la suficiente fuerza como para dañar la pared opuesta. En algunas zonas del planeta, los terremotos representan un peligro real para las colecciones de minerales.

Las medidas de protección para su colección pueden tomar formas diversas. Años atrás visité a Arthur Montgomery en su apartamento de Nueva York, y me dejó revisar su colección hasta la saciedad así como tomar fotografías de cualquier pieza que quisiera. Una vez terminé de manipular sus ejemplares de pirita, Arthur tomó un paño y frotó las caras de los cristales para eliminar mis huellas. En ese momento pensé que Arthur era un viejo quisquilloso, pero después comprendí que no lo era, ya que he visto ejemplares de pirita con huellas de dedos que no podían ser eliminadas. Los compuestos orgánicos en las huellas de los dedos pueden ser lo suficientemente fuertes como para grabarse permanentemente sobre la superficie del cristal.


Catalogue su colección.

Si le gustan los minerales y colecciona buenas piezas, llegará a la conclusión que debe catalogarlas y elaborar etiquetas personalizadas y atractivas. Inicialmente los coleccionistas no se preocupan ni de etiquetar ni de catalogar sus piezas. Sin embargo, a medida que el tiempo pasa, muchos coleccionistas se dan cuenta que no vivirán para siempre y comienzan a pensar sobre lo que desean que pase con sus colecciones el día que falten. Casi siempre esto ocurre cuando el coleccionista se da cuenta que ha gastado más en su colección de lo que vale su casa. En este punto, catalogar y etiquetar la colección se convierte en un objetivo deseable.

La forma tradicional de catalogar los ejemplares consiste en asignar a cada uno un único número, pegar o pintar dicho número sobre la pieza y darle entrada en un libro de registro con una descripción del espécimen e información sobre su localidad. El paso siguiente es el de escribir una etiqueta que se mantenga junto al espécimen. Existen muchas razones que hacen recomendable este viejo método, pero ahora, con la llegada de los ordenadores y sus programas de procesamiento de texto y de bases de datos, estamos asistiendo a una revolución en la forma en que se catalogan y etiquetan muchas colecciones. Los programas de bases de datos se utilizan para introducir la información de cada pieza, y cada vez con mayor frecuencia, se adjunta también una foto del ejemplar en uno de los campos de la base de datos. Posteriormente, las etiquetas son generadas por el ordenador e impresas desde éste. Los programas de catalogación más sofisticados le permitirán crear y/o seleccionar el tipo de etiqueta que desea para sus piezas. Al final de cada día de trabajo catalogando ejemplares, solo con presionar unos cuantos botones podrá obtener las etiquetas de esas piezas.
Estos programas le permiten hacer rápidamente cosas que con el antiguo libro de contabilidad se demorarían demasiado tiempo. Por ejemplo, quizás quisiera saber cuántos ejemplares de calcita tiene en su colección, o cuantas piezas provienen de Tsumeb, o cuantos especímenes de calcita son de Tsumeb. Con la base de datos apropiada esto puede determinarse en unos pocos segundos, y los correspondientes listados serán impresos igual de rápido. Los programas más avanzados tienen campos para cada atributo imaginable que usted pudiese querer registrar sobre sus ejemplares, funciones para encontrar y remplazar, correctores de texto, funciones para tabulación y formación de tablas, etc. Tales programas le permitirán emplear menos tiempo en la ardua tarea de catalogar y etiquetar su colección.


Preparando etiquetas para sus especímenes.

Existen tres tipos básicos de etiquetas que usted puede elaborar para sus piezas: etiquetas para el ejemplar, etiquetas para las cajas y etiquetas para las vitrinas.

Etiquetas para los ejemplares
De los tres tipos, este es el más importante, yo las llamo las etiquetas “salva vidas”. Son etiquetas para pegar directamente sobre los minerales, ya que una vez que la etiqueta ha sido separada de su pieza, comienza la cuenta atrás hasta que alguien tirará el espécimen a la basura. Este tipo de tarjeta debe contener información al menos de la localidad de donde proviene la pieza. Si hay suficiente espacio debe ponerse también el nombre del mineral y el nombre de la colección así como su número de catálogo. No es sencillo encontrar el tiempo necesario para esta labor, pero esta tarea preservará al ejemplar y evitará durante un tiempo más largo que alguien sin conocimiento de lo que se trata lo arroje al cubo de la basura. Si tiene un buen programa de base de datos y de elaboración de etiquetas podrá hacer etiquetas simultáneamente tanto para las cajas como para las piezas.

La mayoría de los coleccionistas avanzados tienen piezas antiguas de la “Foote Mineral Company” de Filadelfia en sus colecciones. Las maravillosas etiquetas impresas que Foote pegaba en la parte trasera de muchas piezas muestran el nombre, fórmula química, localidad y al final el venerado nombre “A. E. Foote, M.D.” o “Foote, Philad’a”. Muchos de estos ejemplares no son especialmente buenos de acuerdo a los cánones actuales, pero son conservados y apreciados por las exquisitas etiquetas todavía pegadas a ellos. Esto demuestra claramente el valor a largo plazo de las etiquetas de un espécimen.
Si colecciona minerales que son muy pequeños para poder colocarles una etiqueta, como es el caso de las miniaturas, puede montarlos en una base y mantenerlos en cajas individuales donde la etiqueta ha sido fijada a la base de la caja. Algunos coleccionistas emplean una pistola de pegamento para fijar las miniaturas a bases de metacrilato transparente que son lo suficientemente grandes como para poder llevar una etiqueta en su parte frontal. Igualmente, si usted colecciona micro-mounts, la etiqueta puede fijarse a la caja, pero tenga en cuenta que las tapas de las cajas pueden intercambiarse, así que coloque una etiqueta en la tapa y otra en la base de la caja, de esta forma el ejemplar no podrá separarse de su etiqueta tan fácilmente. Colocar pequeños ejemplares en un cartón de huevos con una etiqueta garabateada en el exterior o en un trozo de papel en el interior es una invitación para el basurero.

Para las etiquetas pegadas a los especímenes, yo recomiendo aplicar al final en su superficie una fina capa de barniz para embarcaciones o de poliuretano, con lo que sobrevivirán a futuras limpiezas con agua y jabón o a la cubeta de ultrasonidos. Si utiliza un tamaño de letra inferior a los 5 puntos, la etiqueta será difícil de leer, pero al menos se preservará la información vital, aunque sea necesaria una lupa para leerla. Las impresoras modernas, ajustadas a su máxima resolución, pueden imprimir etiquetas muy pequeñas.

Etiquetas para las vitrinas.
Este tipo de etiqueta es la que usted pondría junto con las piezas colocadas en una vitrina. El nombre del mineral, su localidad y cualquier otra cosa que ponga en la etiqueta debe estar cuidadosamente centrada para dar una impresión profesional. Hoy en día, a algunos coleccionistas les gusta tener una base de metacrilato a la medida para cada pieza, con el nombre del mineral y su localidad grabados en la cara frontal de la base. Si sus ejemplares son lo suficientemente valiosos como para justificar el costo, esta es una alternativa muy atractiva, a la vez que visualmente distrae menos la atención que una etiqueta de papel.

Etiquetas para las cajas.
Estas etiquetas son las que colocaríamos con el ejemplar en una caja o bandeja de cartón. El nombre del mineral, la localidad y otros datos de interés deben rotularse cerca del límite superior de la etiqueta, de manera que pueda leerse claramente sin necesidad de tocar la pieza. La etiqueta debe colocarse en posición vertical apoyada en la pared posterior de la caja, donde puede ser vista fácilmente por cualquiera que abra el cajón. Este tipo de etiquetas a veces se denominan como “etiqueta lápida”. Si se utilizan cajas como las empleadas en joyería, recubiertas de algodón y la tapa cubriendo el fondo, la etiqueta puede ser colocada en el espacio trasero entre la caja y el faldón de la tapa. Cualquier información impresa en la parte inferior de la etiqueta probablemente quedará cubierta por el ejemplar o por la caja. Si la localidad está escrita en ese punto, el observador tendrá que mover el ejemplar hacia delante para leer la información, o bien sacar la etiqueta. Rotular la información hacia el margen superior de la etiqueta evitará el manejo innecesario de los especímenes.
Si por el contrario se coloca la etiqueta en el fondo de la caja, bajo el ejemplar, será necesario levantar éste para poder acceder a la información. Además, el bamboleo constante de las piezas a medida que abrimos y cerramos el cajón generalmente causará que las etiquetas se ensucien y rompan. Si los minerales se estabilizan con una capa de algodón para evitar el bamboleo, las tarjetas estarán protegidas, pero quedarán totalmente ocultas a la vista. Por lo tanto no es buena idea colocar las etiquetas debajo de los minerales.

En muchas colecciones grandes, lo que se necesitan son buenas etiquetas para cajas y no para las vitrinas. Haga tarjetas de caja para todas sus piezas y cuando esté preparando una exposición podrá crear etiquetas especiales para ese fin particular. Cuando sea la hora de poner el ejemplar nuevamente en su caja podrá guardar las etiquetas de exposición en la caja hasta que llegue el momento de utilizarlas de nuevo. Si posee un buen programa informático para catalogar sus muestras, con un sistema fácil para elaborar e imprimir etiquetas, será simple y fácil preparar nuevas etiquetas cada vez que lo requiera.
Cuando elabore sus etiquetas utilice un papel de calidad y libre de ácidos, por ejemplo papel fotográfico o con categoría de archivo. Asegúrese que la tinta usada seca rápido y es duradera y que no chorreará mientras esté húmeda. Las impresoras láser son ideales para esta finalidad, las etiquetas que se hagan con ellas durarán un largo período de tiempo.
Otra forma de incrementar las posibilidades de que sus etiquetas sean valoradas y guardadas junto con sus minerales, es hacerlas con un diseño elegante y atractivo. Una etiqueta de buena calidad y que impresione hará que sus piezas parezcan más valiosas, siendo probablemente preservadas por los posibles futuros propietarios. Para buscar inspiración ojee a través de los miles de etiquetas que han sido publicadas en la sección de “Archivos Bibliográficos” en el portal de Internet del Mineralogical Record, www.mineralogicalrecord.com. La colección de etiquetas de esta revista es la mayor del mundo, conteniendo muchos bellos ejemplos.

Cuando prepare las etiquetas, la tradición establece que el nombre menos concreto de la localización (el país) debe ser el último dentro de la secuencia que contiene los datos de la localidad. Anterior a este se coloca la principal subdivisión política del país donde el espécimen fue encontrado, es decir el estado, provincia, cantón, departamento, etc. Previamente se coloca la subdivisión política secundaria, condado o parroquia en el caso de los Estados Unidos. Anterior a este el distrito minero, municipio, montaña o cadena montañosa, la ciudad, pueblo o villa más próxima y finalmente el nombre de la mina o denuncia minera.

En general el dato de localización más específico, como es el nombre de la mina si se conoce, se coloca el primero en el listado de datos de la localidad. En ocasiones, los vendedores añaden a este dato la parte de la mina o el nombre del filón del que provienen los ejemplares. En la mayoría de los casos, a menos que el mismo vendedor o sus socios hayan recolectado las piezas, no es posible conocer de qué parte de la mina proceden. Por lo tanto, si un vendedor utiliza frecuentemente este tipo de dato tan afinado en sus etiquetas, debe sospecharse que los detalles de la localización son probablemente especulaciones.

Debo aconsejar que en las etiquetas se coloque tanta información sobre la localización como sea posible, y mientras se pueda, no deben utilizarse abreviaciones, aunque ciertamente esto depende del espacio disponible en las etiquetas. En muchas etiquetas no está claro el significado de los nombres de una localidad. ¿Se refieren a subdivisiones políticas, una sierra, ciudad, villa, un valle o a qué? ¿No les gustaría saber a qué se refieren?
En ocasiones el coleccionista o institución pueden querer invertir el orden de la información de la localidad, desde lo más general a lo más específico, es decir, desde el país a la mina. En mi colección de micro montajes coloco el nombre del mineral en un extremo de la parte superior de la caja, en el otro extremo coloco una etiqueta con el nombre del país al inicio. Esto me permite por ejemplo, en la división de calcitas de la colección, rápidamente colocar juntas todas las de los Estados Unidos, después colocar juntas todas las de California, etc. etc. De esta manera puedo rápidamente ubicar cualquier grupo que esté buscando.


¿Por qué es difícil obtener localizaciones precisas?

La localidad de un mineral puede ser tan cercana como su patio trasero. Si encontrase allí una gran pepita de oro podría etiquetarla como “Mi patio trasero” y añadir la dirección de su casa, la ciudad donde vive, el pueblo y el país. Esto sería bastante específico. Cualquiera que leyese la etiqueta podría encontrar la localidad con un alto grado de precisión. La meta del conjunto de descripciones sobre la localidad en una etiqueta es permitir a una persona a través de esa información, y con un mínimo esfuerzo, encontrar exactamente de donde proviene un mineral. Casi todas las etiquetas quedan muy lejos de ese propósito. Aparte de una dirección exacta, con el nombre y número de la calle, quizás la mejor forma de dar la localidad sería mediante unas coordenadas exactas de latitud y longitud. Por supuesto, muy pocas etiquetas tienen este dato (ninguna de las más de 15000 de la colección del Mineralogical Record). Como segunda mejor opción descartadas las coordenadas para aportar la mejor información posible sobre la localidad, podríamos dar tanta información precisa como fuese posible del lugar de donde proviene un mineral. El nombre de la mina está bien, pero también deberían mencionarse el nombre de la villa más cercana, el pueblo o ciudad, el estado, región, distrito minero, provincia, país, etc. Esto es debido a que el nombre de la mina puede no ser único, y además dicho nombre puede cambiar con el tiempo. La ambigüedad debe evitarse a toda costa.

¿Por qué las etiquetas no suelen ser muy detalladas? En primer lugar, especificar una localidad completa y detallada toma mucho más tiempo del que la mayoría de las personas quieren dedicarle a esa tarea, aunque posean toda esta información. La mayoría de las personas que elaboran etiquetas para los ejemplares que se venden a coleccionistas, conservadores de museos o mineralogistas nunca han estado en esas localidades, de forma que la mayor parte de la información que colocan en las etiquetas provienen de segundas o terceras referencias. Esta información puede o no ser correcta; su precisión dependerá en última instancia de si el proveedor del material es alguien fiable, buen conocedor y bien informado. En última instancia, debemos ver la información sobre la localidad de un ejemplar y decidir si la persona que hizo la etiqueta realmente sabía a que se estaba refiriendo.
Aparte de simple holgazanería, la principal razón por la cual las etiquetas generalmente son imprecisas es que divulgar la localidad exacta y correcta puede representar una desventaja económica para el vendedor. Si usted encuentra una pepita de oro en su patio trasero, puede ser que no quiera decirle al mundo entero donde la encontró hasta asegurarse que no quedan más ejemplares. Esto puede ser doblemente recomendable cuando no se posean los derechos mineros de la propiedad o si se tiene el terreno alquilado. Si aún quedasen bastantes pepitas, el propietario de los derechos mineros podría venir, reclamar su derecho y recolectar todo el oro, dejándolo con las manos vacías.
Supongamos que usted posee una mina en el Condado de San Benito en California que produce los mejores cristales de benitoita de todo el mundo. Usted no vive en la mina pues no hay tiendas, gasolinera o cualquier otro tipo de servicios en las cercanías. Además durante parte del año el clima es terrible y la arcilla de la zona se convierte en un fango resbaladizo durante la época de lluvias, impidiendo el acceso hasta al mejor de los vehículos todo terreno. ¿Qué motivación puede tener usted para decir la localización exacta de su mina? En este caso en particular la localidad es bien conocida desde hace muchos años, y no son difíciles de conseguir mapas con indicaciones para llegar a las minas, ya que muchos coleccionistas, especialmente de Los Ángeles y San Francisco, han visitado la zona durante generaciones en búsqueda de minerales en este condado tan rico en especímenes. Tanto las minas como las zonas aledañas han sido áreas de recolección para generaciones de coleccionistas, así que si ellos supiesen que no hay nadie en la mina para impedirles el acceso, recogerían tanto material como pudieran. Este siempre ha sido un grave problema para los propietarios de las minas a lo largo de la historia.

Supongamos que usted ha logrado un buen contacto en relación a una nueva localidad, no conocida previamente, de granates rosados en México. Hace el viaje para visitar el lugar, un gran rancho de ganado en la Sierra de las Cruces en el Estado de Coahuila. A la entrada del rancho hay un letrero que dice “Si no es católico no entre”. Le presentan al dueño del rancho y obtiene permiso para visitar el yacimiento, ubicado cerca de la falda de una montaña. El ranchero le provee de caballos y usted parte hacia el lugar. Cuando finalmente llega allí, la vista es fascinante: gracias a la meteorización, hay granates rosados por todo el suelo. Todo lo que tiene que hacer es recogerlos, y coge tantos como los caballos pueden cargar. Desde la cima de la montaña divisa un lago seco, el cual le dicen que se llama Lago Jaco. Cuando regresa a su casa prepara los granates para la venta y los etiqueta como “Lago Jaco, México”. Bien, resulta que al pie de las montañas está el límite entre los estado de Coahuila y Chihuahua, de forma que el lago Jaco se encuentra en Chihuahua en lugar de Coahuila. ¿Colocaría usted la localización exacta en las etiquetas, a sabiendas que de hacerlo permitiría a cualquier persona llegar allí y recoger más granates, probablemente saturando el mercado de tales piezas, a las cuales usted ha dedicado tiempo y trabajo para encontrarlas y recolectarlas?

Supongamos que usted es un comerciante de minerales en Changsha, China. Un día alguien le trae unos cristales mediocres de stibnita para vendérselos. No parece que se pueda ganar mucho dinero con ellos, ya que realmente no son muy buenos, especialmente al compararlos con otros de diferentes minas. Lo curioso de estas stibnitas es que algunos de los cristales más delgados presentan un tono rojizo bajo una luz fuerte. Esto es realmente extraño y quizás habría que confirmar que realmente se trata de stibnita. Finalmente logra que un amigo que trabaja en el servicio geológico le haga una difracción de rayos X y ¡oh sorpresa!, no se trata de stibnita sino de kermesita. Se decide y compra todas las piezas y averigua de donde proceden. Basándose en la información que puede recopilar en Internet, estos son los mejores ejemplares de kermesita en el mundo entero, ¡esta es su gran oportunidad! Hay compradores extranjeros que vienen cada semana buscando minerales y que pagarían miles de dólares por estos ejemplares, quizás hasta decenas de miles de dólares; con esto podría ganar suficiente dinero como para comprarse una casa, un coche y puede que hasta le sobre algo de dinero (en China solo tres entre cada mil habitantes posee un coche). Existe incluso la posibilidad de que se haga rico. Viaja hasta la mina, se asegura de comprar todos los ejemplares disponibles y de evitar que otros compradores puedan adquirir ninguna pieza. Ahora veamos, ¿qué pondrá en la etiqueta? Definitivamente no será la localidad correcta, y ni siquiera la provincia correcta. Quizás cuando esté seguro de que no quedan más kermesitas se decida a decir la localidad exacta. Esto parece el pensamiento lógico de una persona normal.
En la formación de basaltos del Deccan, en el estado de Maharastra, en la India y cerca de la ciudad industrial de Pune (anteriormente conocida como Poona), la cual es famosa por sus especímenes de zeolitas, se encuentra el pequeño pueblo de Wagholi. El conjunto de canteras de Wagholi produce áridos de basalto para la construcción de carreteras y otros usos. La ciudad de Pune es afortunada por tener todo este complejo de canteras fuera de sus límites, pero no demasiado lejos de ella. Este es un lugar polvoriento debido a todas las voladuras, trituradoras y clasificadoras de roca. Además cualquier piedra que pudiese salir despedida por las explosiones caerá en otra cantera y no en áreas residenciales, tal y como suele ocurrir en algunas canteras próximas a Bombay.

Varias canteras en el área de Wagholi producen maravillosos ejemplares de cavansita y pentagonita, pero usted nunca verá el nombre concreto de dichas canteras en las etiquetas de esos ejemplares. ¿Por qué no? La razón es que los propietarios de las canteras pagan unas tasas al gobierno por cada carga de basalto que sale de la cantera, y no les atrae en absoluto la idea de que el Gobierno conozca que sus canteras producen algo más que basalto. Si el Gobierno se enterase de que se encuentran en la cantera valiosos ejemplares de minerales, les cargaría con una mayor tasa impositiva, creando un buen problema a estos propietarios de la cantera. Tanto los propietarios como los comerciantes de minerales locales son conscientes de ese problema y han llegado al acuerdo tácito de no divulgar los nombres específicos de las canteras. Los comerciantes indios que venden estos especímenes están contentos cumpliendo el acuerdo ya que esto hace más difícil que los posibles competidores encuentren sus fuentes de cavansita. Todos los vendedores locales conocen los nombres de las diversas canteras que producen los diferentes tipos de cavansita y pentagonita, pero comprenden que no les interesa poner un nombre más específico que “Wagholi” en las etiquetas de las piezas.

En los inicios de mi carrera como comerciante de minerales, escribí un artículo sobre las zeolitas de los basaltos del Deccan para el Mineralogical Record. En este artículo tuve que tomar la decisión sobre cuán precisa y específica debía ser la información en relación a la localización de las diferentes canteras que había visitado y que describía en el artículo. Decidí ser sincero acerca de las localidades, de hecho fui tan sincero que uno de mis competidores en Estados Unidos me preguntó por qué razón quería dar una información tan precisa, haciéndome ver que no era una cosa muy inteligente. Bueno, en el momento de esa conversación ya había saltado la liebre, pues el artículo ya había sido publicado. Sin embargo pensé largo y tendido sobre lo que él me había dicho. Unos meses después la revista Lapis escogió el artículo y lo tradujo al alemán para sus lectores. Meses después de esto, me encontraba en la India visitando a uno de los nuevos comerciantes de minerales en Bombay, el cual mencionó que había visto mi artículo en Lapis. Yo aún no había visto el artículo publicado y pregunté si sería posible echarle una ojeada. El vendedor admitió tener el artículo pero se mostró reacio a buscarlo. Insistí y finalmente sacó la revista de la trastienda. Para mi sorpresa, cada localidad que yo había mencionado estaba subrayada en rojo. Me pareció evidente que el comerciante indio estaba utilizando mis direcciones para ubicar las localidades productoras. Esto me hizo reflexionar también durante bastante tiempo. Mi conclusión final fue que a la larga no había gran diferencia entre dar o no una referencia precisa de la localidad, ya que las personas que estén realmente interesadas encontrarán las localidades con o sin dicha ayuda. Si se desea engañar a la gente dando información errónea sobre la localidad se podrán alargar las ventajas económicas que supone saber en exclusiva el sitio exacto, pero a su vez también será conocido como alguien que fabrica datos ficticios, ganándose la enemistad de aquellos a quienes ha enviado a búsquedas infructuosas. A largo plazo esto puede ser económicamente dañino, aunque es prácticamente imposible medir cuanto se ha ganado y cuanto se ha perdido.

Se sabe que algunos vendedores de minerales han etiquetado ejemplares de una localidad como pertenecientes a otra totalmente distinta. Esto generalmente se hace para dar al espécimen un valor añadido. Un prominente coleccionista de campo británico, Arthur Kingsbury (1906 – 1968), siempre aparecía con descubrimientos maravillosos de nuevas localidades en Inglaterra, sin embargo nadie podía encontrar jamás ningún material similar en esos lugares. Cuando donó su colección al Museo Británico, se descubrió que muchas de las localizaciones que atribuyó a sus piezas eran completamente inventadas. Se pudo ver que ejemplares de localidades británicas bien conocidas correspondían exactamente a piezas que Kingsbury asociaba a localidades completamente diferentes. En este caso la motivación no era monetaria, sino simplemente ganarse una reputación como gran coleccionista de campo rivalizando o superando la reputación de su envidiado compatriota, Sir Arthur Russell. Otro vendedor, en Colorado, se hizo famoso por etiquetar ejemplares de conocidas localidades extranjeras como procedentes de Colorado. Esto acabó convirtiéndose un poco en una broma: siempre que había una pieza procedente de una localidad altamente sospechosa, se decía que debía venir de este vendedor de Colorado.

Los ejemplos expuestos anteriormente son solo unos cuantos entre los que pueden citarse para explicar porqué es tan difícil obtener información fiable y precisa sobre una localidad. Si se compra un ejemplar de un mineral procedente de un nuevo descubrimiento, la probabilidad de obtener información errónea sobre la localidad es mucho mayor que si la muestra proviene de una localidad clásica. Esto no debe, necesariamente, disuadir de la compra del espécimen, ya que a la larga la probabilidad de que la localidad correcta salga a la luz es bastante alta.
Así pues, ¿cómo es posible que la información real sobre una localidad se haga pública? Pues gracias a personas de buena voluntad que visitan las localidades, confirman el tipo de piezas que se obtienen allí y publican lo que han visto. ¡Tan simple como eso!


Haga que sus piezas parezcan importantes.

Si quiere proteger y preservar sus especímenes cuando usted ya no esté, debe hacer que parezcan algo importante. Esto se debe a que después de su muerte, su cónyuge, hijos o hasta algún desconocido, y quienes no tengan ni la menor idea sobre sus minerales podrían echarle mano a su colección. Si las piezas están envueltas en papel de periódico en una vieja caja de cartón, las posibilidades de terminar en el basurero son bastante altas. No pueden imaginarse la cantidad de veces que esto ha ocurrido tanto a individuos como a escuelas y museos. Si por el contrario, usted fabrica o compra una preciosa vitrina en madera noble, exhibe ahí sus minerales de una forma atractiva y con etiquetas bien hechas, la probabilidad de supervivencia de estos ejemplares es muchísimo mayor. He conocido individuos con colecciones cuyo valor era superior al de sus hogares, pero que sin embargo, envolvían sus piezas en papel de periódico y las guardaban en cajas de cartón. Por alguna incomprensible razón, estas personas eran incapaces de gastar un pequeño porcentaje del valor de sus colecciones para poder exhibirlas de forma atractiva.

Unos años atrás un buen amigo brasileño, y durante mucho tiempo socio en algunos negocios, vino a visitarme. Traía consigo a un amigo suyo comerciante de Hong Kong, director de una gran compañía de fabricación de joyas, con dos o tres mil empleados ubicados en diversas fábricas de la China continental. Ambos caballeros conocían algo (aunque no mucho) sobre minerales. Les mostré mis mejores ejemplares y al final les mostré también mi colección de micro montajes. El caballero chino quedó más impresionado con los micromontajes que con mis deslumbrantes piezas. Creo que a simple vista no podría haber identificado más de una docena de minerales aunque se hubiese tratado de piezas grandes. La verdad es que ni siquiera observó ninguna de ellas con una lupa o bajo el microscopio, pero quedó fascinado por el orden de la colección, todas las pequeñas cajas idénticas, cada una con su diminuta etiqueta describiendo el tesoro que contenían. Se volvió hacia mí y dijo con voz emocionada: “Tal vez algún día usted podría hacerme una colección como esta”. Este es un buen ejemplo de porqué debe esforzarse en que su colección tenga un aspecto importante.


Limpieza de especímenes minerales.

Este asunto fácilmente podría requerir un libro entero, y de hecho ya existe: Richard Pearls; Cleaning and Preserving Minerals (1971). Son los vendedores y buscadores de campo quienes realmente necesitan aprender sobre este asunto, ya que son ellos quienes deben preparar los ejemplares para su venta. Para obtener un máximo beneficio en su inversión los vendedores deben limpiar, recortar y presentar las piezas tan atractivamente como sea posible. En https://www.mindat.org existe un chat dedicado únicamente a la limpieza de minerales. Si usted tiene un ejemplar en particular que quiera limpiar, busque a través de las conversaciones archivadas aquellas que discuten el tipo de tratamiento que a usted le interese, o pregunte sobre su problema de limpieza en particular. Aquí es donde podrá obtener el mejor consejo. Como coleccionista probablemente querrá limpiar sus minerales de vez en cuando y esto consistirá simplemente en un baño con agua y jabón.

Algunos ejemplares son tan delicados que no debe, bajo ninguna circunstancia, lavarlos o cepillarlos ya que este tratamiento podría arruinar el espécimen. Algunos minerales forman finos cristales aciculares como “pelos” que no sobrevivirían ni siquiera a ser colocados en agua. Este grupo incluye minerales como la cianotriquita, okenita y algunas mesolitas, cuyos cristales, si se mojan, quedarán aplastados y pegados unos con otros. Algunas personas dicen haber tenido éxito en la limpieza de este tipo de minerales utilizando líquidos no acuosos con baja tensión superficial, como el dietil éter (el cual es extremadamente inflamable). Habiendo tenido una amplia experiencia en el manejo de productos químicos, no recomiendo probar este método a menos que se intente quemar la casa hasta los cimientos.

Otros minerales con hábito acicular pueden ser lo suficientemente recios para resistir el lavado con agua, pero podrían ser dañados con cualquier tipo de cepillado. Algunas veces colocarlos o mantenerlos en forma invertida dentro de la cubeta de ultrasonidos es un método efectivo para limpiarlos.

Sea cuidadoso y evite someter a cambios bruscos de temperatura a sus minerales, asegurándose de que los ejemplares que quiere limpiar se encuentran a la misma temperatura que el agua donde los va a sumergir. Vierta el agua en el recipiente que va a emplear y coloque el mineral a su lado hasta que las temperaturas se equilibren. Una vez que se familiarice con las propiedades del ejemplar que quiere limpiar puede que no sea necesario que haga esto. No es probable que el agua del grifo provoque una agresión térmica como para dañar el cuarzo, la calcita o muchos otros minerales, pero los ejemplares de cerusita o fluorita, entre otros, pueden ser muy sensibles a las diferencias de temperatura.

Recientemente han llegado a manos de coleccionistas y vendedores de minerales pistolas para tejidos. Estas herramientas han sido desarrolladas para la industria del lavado en seco y se utilizan para quitar manchas en distintas telas. Estas pistolas tienen un pistón de pulso rápido (unas 60 veces por segundo) que expulsa un chorro intermitente de un disolvente limpiador. Dicho chorro golpea y hace vibrar el tejido en el área de la mancha, limpiándola en pocos segundos. El flujo, aunque intermitente, parece continuo y la herramienta produce un cierto zumbido, razón por la cual los coleccionistas llaman a veces a estos instrumentos “pistolas zumbadoras”.
Las primeras de estas pistolas que estuvieron disponibles en el mercado provenían de Europa y costaban cientos de dólares. Sin embargo eran tan útiles que los comerciantes las compraban pues podían rentabilizar su costo. Hoy en día las pistolas para tejidos son bastante más baratas y los modelos chinos pueden costar 75 dólares o incluso menos. Los entusiastas de su uso utilizan agua en lugar de disolventes limpiadores y su uso ha revolucionado la limpieza de especímenes minerales. Con ellas se puede limpiar una pieza en una pequeña fracción del tiempo requerido por el lavado tradicional a mano, y a menudo se puede eliminar la suciedad de lugares donde antes era imposible hacerlo. La fuerza del flujo de fluido dirigido al ejemplar puede ser bastante fuerte de forma que si se coloca el dedo directamente delante de la boquilla, estas pistolas pueden inyectar el líquido bajo su piel. La fuerza de impacto del fluido disminuye rápidamente con la distancia a la boquilla, de manera que a una distancia de un metro, el chorro se difumina en un fino rocío. Con este instrumento se pueden limpiar piezas delicadas si no se colocan muy cerca de la pistola, pero si lo hace, el chorro de fluido puede destruir algunos de los cristales del ejemplar. Un poco de experimentación rápidamente le enseñará cómo hacer un buen uso de esta maravillosa herramienta de limpieza.

Otro tipo común de limpieza es la eliminación de las “pátinas de oxido de hierro” en los minerales. Existen varias clases de soluciones químicas que pueden quitar las manchas de óxido de hierro de una forma efectiva, sin embargo, la selección del mejor agente limpiador dependerá del mineral en particular que se desee limpiar. Antes de utilizar productos químicos en un mineral límpielo tan bien como pueda, preferiblemente con una “pistola para tejidos” (agua a alta presión). Esto permitirá a los agentes químicos actuar mejor y eliminar las manchas más rápidamente.

Algunos minerales, como el cuarzo y la variedad azul verdosa de la microclina (amazonita), son bastante resistentes y pueden utilizarse ácidos para limpiarlos, aunque hay que tener en cuenta que el uso de ácidos calientes durante períodos largos de tiempo pueden dejar ásperas las superficies de los cristales de amazonita. Otros minerales, como la hemimorfita y la calcita, simplemente se disolverán si son colocados en ácidos para quitar las manchas. Otro problema es que las regulaciones ambientales hacen difícil la obtención de algunos ácidos y después de usados deben eliminarse de forma segura y apropiada. Los ácidos fuertes son intrínsecamente peligrosos, y a menos que usted sepa cómo manejarlos, es mejor limpiar sus minerales sin emplear tales reactivos.
Probablemente el mejor método para eliminar las manchas de óxido de hierro es el empleo de la solución de Waller. Para preparar esta solución, lo mejor es buscar en Google el término “solución de Waller” para obtener los detalles, luego compre los ingredientes y mézclelos usted mismo. Este reactivo es particularmente útil para eliminar las manchas de óxido de hierro de minerales sensibles a los ácidos como la hemimorfita y la ludlamita. También puede comprar un producto comercial llamado “Iron Out” disponible en grandes almacenes como Wal-Mart. Viene en una botella en forma de fino polvo, mézclelo con agua de acuerdo a las instrucciones y listo, ya tiene la solución de Waller. Ahora sumerja su pieza en la solución y espere. En buena medida este reactivo ha reemplazado el uso de ácidos como el clorhídrico, el fosfórico y el más débil pero venenoso ácido oxálico.

En ocasiones los vendedores o coleccionistas querrán eliminar la calcita de algunas muestras, para así descubrir cristales de otros minerales que han sido cubiertos por el crecimiento de esa calcita. El mejor ácido para este propósito, con algunas excepciones, es el ácido clorhídrico. Este ácido puede encontrarse en muchas tiendas y también es conocido como ácido muriático o “ácido para piscinas”. Siempre debe ser cuidadoso cuando emplee este ácido, utilice algún tipo de gafas de seguridad para proteger sus ojos contra salpicaduras, y utilice también guantes de goma para evitar que sus manos entren en contacto con el ácido cuando manipule los ejemplares a limpiar.
Una solución al 10 o 15% de ácido clorhídrico es ideal para eliminar la calcita. Mezcle aproximadamente una taza de ácido en cuatro litros de agua. Cuando el espécimen se coloca en esta solución, la calcita reaccionará con el ácido generando burbujas de dióxido de carbono. Si el burbujeo se detiene, pero todavía quedan restos de calcita, esto significa que el ácido ha sido neutralizado y deberá añadir más ácido para completar la eliminación de la calcita. A veces también se puede limpiar, o disimular, pequeñas áreas dañadas en cristales de calcita remojando un hisopo en el ácido y frotándolo suavemente sobre la zona dañada. Este es un viejo truco que ha sido empleado durante más de un siglo para hacer “desaparecer” arañazos sobre la calcita. Una vez se haya finalizado el proceso de “limpieza” con el ácido, añada algunos trozos de calcita, caliza o mármol a la solución para neutralizar el ácido y así podrá, posteriormente, verterlo por las cañerías.

La dioptasa y la inesita son fácilmente dañadas por los ácidos. Hasta el ácido acético, que es el ingrediente activo del vinagre, puede dañar estos minerales. Por alguna razón, una solución débil de ácido nítrico es mucho más suave para estos minerales que otros ácidos. Otro mineral común que seguramente querrá eliminar de algunas piezas es el yeso. El yeso es soluble lentamente en agua, y la mejor forma de eliminarlo es simplemente colocar la pieza en un baño con agua en circulación muy lenta, y en unos cuantos días el yeso habrá desaparecido.

Algunos vendedores de minerales cuentan con instalaciones para limpieza, recorte y preparación de piezas para la venta realmente impresionantes. Generalmente son habitaciones que contienen varios tipos de limpiadores ultrasónicos, equipos de limpieza con agua a alta presión, herramientas de abrasión, baños químicos, campanas para extracción de vapores, cámaras de vacío, hornos, etc. Algunos de estos vendedores ofrecen sus servicios de preparación a coleccionistas, aunque el coste de estos tratamientos puede ser de varios cientos de dólares por ejemplar.



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 Descripción:
La ciudad de Taxco. Hay en ella todavía minas de plata activas que producen ejemplares, pero todo el mundo en la ciudad, una ciudad de 1000 joyeros, coge la plata producida allí y de otros sitios y lo convierten en todo tipo de objetos de plata.
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Mexico - Taxco_silver figurine_1993_93.jpg
 Descripción:
Barcos hechos con la plata de las minas de Taxco
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Mexico - Durango_Mapimi_ suspention bridge_198_26.jpg
 Descripción:
El Puente colgante diseñado por Washington Roebling que cubre el cañón de Mapimí, México. Uno se puede sentar ahí al atardecer y ver los murciélagos volar sobre las antiguas instalaciones mineras.
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Mexico - Durango_Mapimi_ suspention bridge_198_26.jpg


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yowanni
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MensajePublicado: 10 May 2011 08:50    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Muy instructivo, como siempre :-)
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Jordi Fabre
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MensajePublicado: 21 May 2011 22:20    Título del mensaje: "Coleccionando Minerales" - Quinta y última entrega  

Quinta y última entrega: "Como obtener más y mejores minerales por menos dinero", "¿Qué pasará con sus minerales el día que muera?", "Por qué coleccionamos minerales"...
Qué, ¿parece lo bastante interesante? ¡pues a disfrutarlo!

Yo me lo pasé pipa cuando lo leí y me lo he pasado pipa revisando las extraordinarias traducciones de José Luis (Vinoterapia) y Frederic Varela. No pienso terminar la publicación de estos artículos sin escribir unas líneas que publicaré mañana. Hasta ese momento, sólo decir que Rock, con su estilo único, nos instruye y nos hace sonreír una vez más en esta última entrega.

Como en anteriores ocasiones Rock, amablemente, ha enviado algunas fotos más de su archivo personal. Publico aquí tres de ellas con los textos de Rock traducidos, para ver las otras que envió se puede utilizar este enlace -> https://www.mineral-forum.com/message-board/viewtopic.php?p=17638#17638


Coleccionando Minerales

Parte 5 de 5

Rock Currier.
rockcurrier@cs.com
Jewel Tunnel Imports (jeweltunnel.com)
13100 Spring St.
Baldwin Park, California, USA 91706


Traducción: José Luis (Vinoterapia) & Frederic Varela / Revisión: Jordi Fabre

Algunas observaciones personales, cavilaciones, reflexiones, reminiscencias, divagaciones, digresiones, quejas, aprobaciones, sapiencia y consejos recogidos a lo largo de 50 años de coleccionar y comerciar con minerales.



La Feria de Gemas y Minerales de Tucson.

¡Atención clase! ¿a dónde vais para encontrar ejemplares minerales? ¿museos?, ¡si muy bien, Juanito!. ¿Dónde más? colecciones privadas, vendedores de minerales, escuelas, minas y canteras. Si, bien clase, esos son excelentes lugares, pero recordar que las minas y canteras deben estar activas, ya que si debéis mover vosotros las rocas, ese ejercicio os ayudará a vivir más, pero no encontraréis ni siquiera una pequeña parte de los buenos ejemplares que encontraríais si la mina estuviese en explotación y las rocas fuesen movidas por otros. ¿Bueno clase, en qué otro sitio? ¡Ferias de gemas y minerales, excelente María! ¿puedes decirnos cuál es la mayor y más importante muestra de gemas y minerales? ¿la Feria de Gemas y Minerales de Tucson? María, esa es una gran respuesta. Hoy tienes la mejor puntuación de la clase.
Si hay una muestra de minerales en particular que deba enfatizarse como de excepcional importancia para el coleccionismo, esta es la “Feria de Gemas y Minerales de Tucson”. Esta Feria se realiza todos los años en Tucson, Arizona, empezando a finales de enero y terminando a mediados de febrero. Se originó como una exposición de un par de días patrocinada por la Sociedad Gemológica y Mineralógica de Tucson, inicialmente (en 1955) se realizaba en una escuela, posteriormente, durante los años 60 se trasladó a unos edificios en los terrenos feriales del condado de Pima, al sur de la ciudad. La muestra se ha convertido en un monstruo de un mes de duración que literalmente ocupa parte de la ciudad. Ya no se trata de una sola exhibición, si no de más de 40 sedes diferentes organizadas por diferentes promotores.

Miles de comerciantes, coleccionistas, propietarios de tiendas, mineralogistas y conservadores de Museos de todas partes del planeta vienen a Tucson cada febrero para comprar, vender, negociar y mostrar toda clase imaginable de gema, mineral, joyería, fósil, meteorito, talla en roca y cualquier otro artículo relacionado con las ciencias de la tierra. Se puede aprender más sobre gemas y minerales en una semana en Tucson que en cualquier otro sitio el resto del año. El factor que limita cuanto se puede aprender es la habilidad para absorber y relacionar información.

El núcleo duro de las personalidades llega a Tucson hacia finales de enero y no se va hasta mediados de febrero, así que si eres un coleccionista buscando maximizar dinero y esfuerzos puedes jugar con ventaja llegando allí lo más pronto posible, de manera que puedas tener la primera opción sobre el material que los comerciantes traigan a la feria. A ser posible, entabla amistad con algunos de ellos y ayúdalos a desempaquetar y montar sus estands. En ocasiones también se puede obtener alguna ganga al final de la feria, buscando vendedores dispuestos a “descargar” algunas de sus piezas a bajos precios a fin de no tener que empaquetarlas nuevamente y almacenarlas durante otro año o tener que transportarlas a sus países de origen.

La mayoría de las personas no pueden permanecer durante las tres semanas de la muestra y tienen que seleccionar unos pocos días en los que piensan que pueden lograr sus objetivos. Otros vienen por unos cuantos días al principio de la feria y nuevamente regresan al final de la exhibición en busca de las ofertas del cierre.

Lo ofrecido por los comerciantes es tan solo uno de los atractivos de la muestra, gran parte del resto de la experiencia es escuchar y hablar con otras personas, y esta experiencia se alargará mientras su cuerpo aguante. Una vez los vendedores han cerrado sus puestos, hay una inmensa cantidad de información para intercambiar entre las personas que se han visto durante el día, en cenas informales o tomando unos tragos. También se sabe de partidas de póquer que duran toda la noche o de fiestas gamberras. A veces los amigos hacen arreglos para compartir habitaciones o apartamentos, y así llenar todas la horas del día con excursiones de compra o comentando todo lo que han visto y aprendido.

A ser posible, debería quedarse para la exposición de la Sociedad de Gemas y Minerales de Tucson, la iniciadora de todo esto. Es la última exposición en abrir y todavía se la llama “la atracción principal” por los asistentes veteranos. Con frecuencia, la mayor parte del dinero que los coleccionistas tienen para gastar ya ha sido utilizado cuando la atracción principal abre sus puertas, sin embargo, una buena cantidad de este dinero todavía cambia de manos allí, ya que los vendedores de piezas de gama alta se esmeran en conseguir un espacio en esta exposición. La competencia en la feria es intensa, los comerciantes siempre se empeñan en traer algo nuevo que mejore sus oportunidades de obtener buenas ventas, las novedades generan publicidad gratis para un vendedor, ya que los reporteros de las diversas revistas, informativos y páginas Web circulan incesantemente por la feria, ansiosos de informar sobre ejemplares nuevos, poco usuales o particularmente notables. Dicha muestra es también la que presenta los mejores ejemplares de clase mundial, tiene conferencias, reuniones de varias organizaciones profesionales, subastas, competiciones y cenas. Si puede, realmente debe reservar un lugar en su agenda para visitar esta muestra en particular y disfrutar de la “experiencia de Tucson”.


Como obtener más y mejores minerales por menos dinero.

Si usted tiene un montón de dinero, simplemente salga y compre lo que le de la gana. La mayoría de los coleccionistas, sin embargo, tienen fondos limitados y probablemente agradecerían algunos consejos de como obtener buenas piezas a buen precio. Esto generalmente significa sustituir dinero por esfuerzo, en otras palabras, debe aprender a hacer lo que los vendedores de minerales hacen para mantenerse en el negocio: aprender como comprar minerales por debajo del precio de mercado (el precio al detall).
Los dos factores más importantes que le permitirán obtener buenos ejemplares a precios de ganga son el conocimiento y la movilidad. De estos dos, yo creo que la movilidad es el más crítico. La movilidad viene a ser como las búsquedas aleatorias que realizan las hormigas en su busca de alimento. El truco está en utilizar su inteligencia para dirigir esa movilidad a fin de maximizar el resultado de su esfuerzo. ¿Se ha dado cuenta que cinco de las ocho sugerencias previas acerca de cómo ser efectivo en este hobby requieren que se desplace? (N.T. ver primer artículo). Es necesario moverse para encontrar cuales son y donde están las mejores piezas, y saber de ellas el máximo posible. A mayor movilidad, mayores serán las oportunidades. Si usted es capaz de identificar de un vistazo minerales raros que otros no son capaces de ver, desplazándose a diferentes lugares podrá encontrarse en muchas de estas situaciones en las que conociendo el valor de las cosas que otros desconocen, podrá obtener buen provecho de ellas. Quizás un minero tenga unas muestras de colemanita por las cuales pide 10 dólares por unidad. Usted hace su selección y las compra. Pero lo que el minero no sabe, y usted sí, es que una de las piezas es hidroboracita en lugar de colemanita, además de ser el mejor espécimen conocido de ese mineral. O quizás se encuentre en una esquina en Lima (Perú) y aparezca un vendedor ofreciéndole un lote de cristales octaédricos de fluorita rosada en matriz. Lo que él no sabe, y usted sí, es que se trata de unos cristales excepcionales, de los mejores del mundo y que valen una buena cantidad de dinero. O tal vez usted ha llegado a conocer al conservador de una antigua y famosa colección de una universidad. A él le atraen los ejemplares grandes y brillantes de zeolitas de la India y las piritas peruanas que usted le ofrece en venta, sin embargo, el departamento no tiene presupuesto para la compra de nuevos ejemplares. Él cree que estas piezas atraerán la atención y el interés de los estudiantes mucho más que la gran cantidad de piezas más pequeñas y menos espectaculares que actualmente están en la colección, así que se siente satisfecho de intercambiar varios buenos especimenes pequeños por los grandes y atractivos que usted posee. Lo acompaña al sótano, donde abre varios cajones y le deja seleccionar prácticamente lo que quiera: una rosa de azurita de Bisbee, una plata filamentosa de Noruega, una leadhillita de Missouri, cobres cristalizados de Michigan: “tome los cobres que quiera, tenemos tantos de ellos…”.
También puede ser que esté usted viendo algunos ejemplares de Birmania (N.T.-actualmente Myanmar) y se fije en una pieza pequeña y fea que tiene algunos cristales diminutos y toscos de rubí creciendo en ella. El vendedor le indica un precio modesto y usted la compra. Pero lo que el vendedor desconoce, y usted no, es que los rubíes están creciendo en uno de los cristales conocidos de mayor tamaño de painita. Sin embargo, si usted no se mueve de un sitio a otro nunca será capaz de sacar provecho de tales oportunidades, así que asumiremos que tiene el conocimiento suficiente y está listo para moverse. ¿Hacia dónde tiene que ir para tener más oportunidades que una hormiga en su búsqueda aleatoria? Bueno, obviamente tiene que ir al lugar donde se encuentran los minerales.


Obteniendo Ejemplares de las Colecciones.

Solo hay dos fuentes básicas de especimenes: las colecciones y las localidades actualmente en producción. Los comerciantes de minerales generalmente se especializan en una u otra, pero en ocasiones se mueven a ambos lados de la barrera. Las habilidades necesarias para tener éxito “reciclando” antiguas colecciones son algo diferentes de las que se necesitan para viajar a diferentes localidades y obtener las muestras en o cerca de la fuente de producción. Cual de ellas elegirá para especializarse, depende en primer lugar de su propia personalidad.

Si usted tiene “don de gentes” probablemente gravitará hacia la obtención de muestras de otras colecciones. Comprar colecciones en cuya construcción han pasado su vida viejos coleccionistas puede ser un negocio lucrativo, pero necesitará disponer de suficiente capital para comprar la colección completa de una vez, o bien tener alguien con los bolsillos bastante llenos que lo respalde y que confíe en usted lo suficiente como para prestarle el dinero. Algunos de estos comerciantes no tienen realmente un “don de gentes” muy desarrollado, pero tienen esposas que sí lo poseen, lo cual sirve para limar muchas asperezas. Incluso algunas veces pienso que trabajan en base a una rutina de policía bueno / policía malo.

Tener éxito en la obtención de ejemplares de otras colecciones implica conocer cientos de coleccionistas y de colecciones diferentes, y a la vez mantenerse al corriente del estado de cada una. Por supuesto tiene que conocer a esos coleccionistas y convencerlos de su honestidad y fiabilidad. Cuando ellos deciden entregarle su colección para la venta, es como si pusieran un hijo suyo en manos de otros para que lo cuidaran. Si usted tiene un turbio pasado que afecte a su honestidad y fiabilidad será muy difícil comerciar con viejas colecciones. Los coleccionistas generalmente tratarán y observarán a varios vendedores antes de decidir a quien venderán su propia colección.

Actualmente las posibilidades para este tipo de negocio son bastante buenas debido a un par de factores. Por un lado los precios de las piezas de buena calidad se han ido por las nubes, a la vez que el valor del dinero ya no es el que solía ser. Además, nos encontramos en la transición entre la vieja forma de hacer negocios y la nueva economía de Internet, esto significa que los viejos coleccionistas que no se mantienen al día con los precios cambiantes de los diversos minerales son a veces sorprendidos con ofertas por sus ejemplares, que aparentan estar increíblemente sobrevalorados. Estos coleccionistas suelen pensar en términos del dólar de 1970 (NT: o de la peseta), en lugar del valor actual y del mercado vía Internet. Alguno puede haber pagado 2500 dólares por una pieza y pensar que era extremadamente cara, así que cuando alguien aparece y les ofrece 25000 dólares no pueden creerlo y la venden rápidamente. Por su parte, quien la compra puede venderla por dos, cinco o hasta diez veces esa cantidad. Esto ha ocurrido más de una vez. El coleccionista se sorprenderá por el precio obtenido, pero si supiese cual ha sido el precio de la reventa no estaría tan contento. Por supuesto, coleccionistas como éste no se mueven mucho, y por lo tanto no tienen ni idea de cómo conocer lo que realmente valen sus ejemplares, y en caso de poder hacerlo tampoco serían capaces de contactar con las personas que estarían dispuestas a pagar ese precio. El comerciante de minerales se gana la vida con esas dos informaciones vitales.

Generalmente, si un coleccionista confía en un vendedor, o al menos no ha escuchado nada malo acerca de él, le entregará su colección en depósito para su venta. Esto es una ventaja a favor del vendedor, ya que no tiene que desembolsar una importante cantidad de dinero para poder hacerse con las piezas. También puede ser una ventaja para el coleccionista, porque así el vendedor podrá pagarle un porcentaje mayor de la venta que en el caso de tener que hacer desembolsos previos. Si el vendedor no es muy conocido para el coleccionista, aquél puede compensarlo ofreciendo una cantidad sustancial de dinero por adelantado, a sabiendas que recuperará esa cantidad con la venta de los mejores ejemplares de la colección, muchos de los cuales sabe que venderá con una simple llamada telefónica.

Algunas veces puede ser una buena práctica intercambiar ejemplares de su colección por otros que tengan interés para usted. Una forma de hacer que el intercambio funcione a su favor es encontrar una fuente de material de intercambio económica. Un buen amigo mío, Jim Minette, trabajó como superintendente de una gran mina a cielo abierto de bórax, que producía de vez en cuando buenos ejemplares de boratos. Jim se dedicó a recolectar tantas piezas como pudo, que después intercambiaba por todo el mundo por otros especimenes de su interés. De esta forma llegó a formar una maravillosa colección. Otra persona que ha realizado esta práctica con bastante éxito vive cerca de una cantera en Canadá y ha logrado convencer a la Dirección de la compañía que le permita ser el recolector oficial de la cantera. De esta manera ha logrado ganarse la vida recolectando minerales de la cantera y ha dado vida a la que debe ser la mejor colección de minerales de esa localidad, incluyendo muchas piezas únicas. En los dos ejemplos anteriores, sin embargo, la mayor parte de las rocas han sido removidas durante las operaciones normales de la mina o cantera. Si usted puede colocarse en una posición similar a la de estas dos personas, puede llegar a formar una colección notable. El truco del éxito en el intercambio es tener una fuente buena y económica de piezas que otros coleccionistas desean.

Una vez que conozca el tipo de mineral que un conservador o coleccionista en particular busca, cuando encuentre el ejemplar adecuado generalmente podrá realizar intercambios muy favorables. Los museos frecuentemente no cuentan con un presupuesto para compra de piezas nuevas y en ocasiones se muestran predispuestos a realizar intercambios. Tener éxito en los intercambios requiere un conocimiento considerable del valor de mercado de los minerales, y también requiere conocer lo que los museos y coleccionistas están buscando, así como lo que ellos tienen para intercambiar. Durante las últimas generaciones muchas personas se han dedicado intensamente a la tarea de intercambiar especimenes con los museos, y en muchos casos los museos han tenido la sensación de haber hecho un intercambio desfavorable, por lo que muchos museos han eliminado o restringido severamente esta actividad. De todas maneras estos intercambios todavía pueden hacerse en algunos casos.


Obteniendo ejemplares de localidades en producción.

Mi especialidad era ir a los lugares donde se extraían los minerales, comprar un buen lote, importarlos a los Estados Unidos y venderlos. Probablemente sea mejor para usted aprender a hacer esto en algún lugar cercano a su hogar antes de aventurarse por otros países. Cuando me estaba iniciando en esta ocupación, me dediqué intensamente a la recolección de campo y aprendí de primera mano cuanto esfuerzo se requiere para remover las piedras por uno mismo y cual es la recompensa que puede esperarse de tal esfuerzo. La mayoría de las veces el esfuerzo y el gasto es considerable, mientras que la recompensa es mínima. Una de las localidades de recolección clásicas en los Estados Unidos es la zona de los “diamantes” de Herkimer, cerca del pueblo del mismo nombre en el Estado de Nueva York. Allí puede usted experimentar por sí mismo el duro trabajo al viejo estilo presidiario que es necesario realizar. Algunas personas inteligentes y con aptitudes para trabajar duramente, todavía encuentran maravillosos ejemplares allí, pero creo que hasta ellos admitirían que podrían ganar más dinero con otras actividades. Simplemente, de forma manual no puede removerse suficiente material como para ganarse un sustento decente con la recolección de cristales de cuarzo del tipo Herkimer. Yo disfruto muchísimo con la búsqueda y la recolección en el campo, pero finalmente llegué a la conclusión que, de esta forma, sería muy difícil ganarme la vida.

Los primeros lugares donde compré piezas a los mineros fueron las minas a cielo abierto de Boron, California y las grandes minas de asbestos en Asbestos, Québec, Canadá. La mina de Boron producía muchos especimenes de gran calidad de boratos, pero aprendí que su venta a los coleccionistas era muy difícil. La mina de Asbestos producía maravillosos ejemplares de granates grosularia anaranjados (hessonita) y algunos de los mejores ejemplares de prehnita, pectolita y vesuvianita del mundo. Estos resultaron mucho más fáciles de vender. Los mineros frecuentemente tenían ejemplares en abundancia y los vendían en lotes a precios mucho más económicos en comparación con los precios al por menor que yo les pagaba. El problema era comprar solo unas cuantas piezas para mi colección. Pronto se me ocurrió la idea de que yo podía comprar un lote grande de minerales, quedarme con los que me gustasen y vender el resto, ¡a veces hasta obteniendo beneficios con la operación! ¡ chico!, esto resultó mucho más fácil que tener que remover y picar las rocas yo mismo, a la vez que mucho más fructífero en la obtención de buenas piezas. Aunque mantuve mi empleo diario, ya me encontraba encaminado a convertirme en un comerciante de minerales sin tan solo saberlo.

Visitar otros países para obtener especimenes no es algo tan difícil, y puedo ofrecer algunos consejos que les serán útiles. Primero tiene que obtener un pasaporte y visados para visitar el país (o países) de su interés y probablemente también necesite vacunarse contra algunas enfermedades endémicas de la región que planea visitar. Una vez hecho esto, tan solo necesita comprar el pasaje e irse. Usted puede hacer toda la planificación que quiera, leer toda la literatura disponible sobre el lugar, hablar con todas las personas que crea oportunas, pero básicamente tiene que llegar allí, darse cuenta de lo que ocurre realmente y obtener las piedras. ¿Se acuerda del asunto de la “movilidad” de párrafos anteriores? La verdad es que buena parte de la planificación que yo hice no fue muy útil. Es una ayuda hablar la lengua del lugar, pero incluso si no se conoce, es factible manejarse bien. También es de ayuda visitar un lugar donde actualmente se produzcan minerales, ya que así la probabilidad de obtener piezas será mayor. El precio que pague por los minerales en una localidad en particular será directamente proporcional a la cantidad de compradores que le hayan precedido. Si usted es uno de lo primeros en llegar, los precios serán bastante baratos, pero probablemente no habrá muchos ejemplares disponibles. Por el contrario, si usted llega con la “partida” avanzada, los precios serán más elevados, pero también tendrá mayor posibilidad de elección, ya que los lugareños conocerán el valor de las piezas y habrán trabajado para producirlas.

La dinámica de este tipo de negocio ha cambiado desde el advenimiento de Internet. Todo el mundo tiene ahora la posibilidad de acceder a Internet. Incluso los mineros en los lugares más remotos pueden visitar un cibercafé, revisar los sitios Web de los principales vendedores a través de la red, y quedarse boquiabiertos ante los increíbles precios que se piden por los minerales. Imagínese el impacto de esta información en un minero que ha estado vendiendo sus mejores piezas por unos cuantos dólares y súbitamente ve los mismos ejemplares en venta a 1000 dólares o más cada uno. Sin embargo, incluso los mineros comprenden rápidamente que aunque está bien conocer el valor potencial de una pieza, en raras ocasiones serán capaces de contactar con los compradores finales. Así aprenden también a vender sus ejemplares por lo que puedan obtener, y no sufrir demasiado por el precio al detall, al fin y al cabo las piedras no pueden comerse.

Mi primera experiencia viajando al extranjero para comprar minerales fue en la India en 1972. ¡Caramba!, eso fue toda una conmoción, toda esa pobreza y la gran muchedumbre de Bombay. Afortunadamente yo conocía allí algunas personas, que me arroparon de una manera bastante considerada hasta que logré sobreponerme al choque cultural inicial y dar mis propios pasos. Yo no recomendaría visitar un país pobre del Tercer Mundo en el primer viaje fuera de los Estado Unidos, a menos que se conozca a alguien bien familiarizado con el lugar. La familia con la cual me alojé en la India estaba interesada en minerales y conocía algunas de las canteras locales, pero poco más; tuve que enseñarles a recolectar las muestras, reducir su tamaño y empaquetarlas de forma segura para su posterior envío. A lo largo de los años desarrollé una buena relación de trabajo y amistad con esta familia, la cual perdura hasta nuestros días. El resultado es que he importado y vendido varias toneladas de ejemplares de zeolitas.

Era interesante observar a otros americanos llegar a Bombay en su primera visita a un país pobre. Generalmente llegan a Bombay durante las primeras horas de la mañana y se dirigen directamente a su hotel, que suele ser el Taj o uno de los otros hoteles cinco estrellas ubicados en el extremo de la isla. A la mañana siguiente salen del hotel para dar una vuelta a pie por la vecindad. Tan pronto como abandonan la zona del hotel, son acosados por mendigos, casi siempre con deformidades reales o fingidas y mujeres con niños llorando, todos ellos pidiendo dinero. Cada mendigo tiene un territorio bien definido que él o ella patrulla y/o defiende según se presente la ocasión. Tan pronto como el turista entra en el territorio del primer mendigo, será acosado por éste, quien caminará enfrente del turista tanto como le sea posible mientras suplica por una limosna, le tirará suavemente de la ropa y tratará de tocar cualquier parte de la piel expuesta. Tan pronto como el turista cruce la invisible frontera del territorio del próximo mendigo el primero se retirará y el proceso se iniciará con un nuevo individuo. Esta experiencia, combinada con el esfuerzo de los tenderos locales por llevar a los turistas a sus pequeñas tiendas-trampa alrededor del hotel muchas veces hacen que el turista vuele a la seguridad de su hotel donde inmediatamente tomará un baño y hará una reserva en el próximo vuelo disponible. Afortunadamente yo tenía algunos amigos que me ayudaron a pasar por esta experiencia y me mostraron que la India es probablemente el país más interesante y diverso del planeta. El acoso de los mendigos resultó ser algo establecido únicamente alrededor de unos cuantos de los principales destinos turísticos.

No todas las personas que trabajan en las minas tienen la misma oportunidad de obtener especimenes. Mientras conversaba con los mineros y compraba minerales, aprendí que algunos de ellos siempre parecían tener mejores piezas que los otros, y esto parecía estar relacionado con el tipo de trabajo que desempeñaban. Algunos trabajos les situaban más cerca del frente de explotación de la mina, donde tenían mejores oportunidades de recolectar buenas piezas. Los trabajos varían de mina a mina, pero si usted está determinado a obtener muestras de los mineros, debe aprender a identificar cuales son esos trabajos y hablar con las personas que los realizan.

Lógicamente usted puede pensar que el gerente de la mina, o quizás el geólogo, puede estar en la mejor posición para hacerse con los ejemplares, pero descubrí que generalmente este no es el caso. La gerencia está principalmente interesada en “poner las rocas en la caja”, es decir, mover tanto volumen de roca (rica en mena) como sea posible hacia las trituradoras, el molino y la fundición. Cualquier actividad que interfiera con este objetivo es nociva y debe ser eliminada. En algunas minas la recolección de muestras, o hasta agacharse para coger una roca, son motivo de despido. Ocasionalmente puede convencer a la gerencia de que le permita recolectar minerales de sus minas, pero generalmente harán oídos sordos a sus peticiones de salvar unos cuantos ejemplares para futuras generaciones. Nunca pida permiso al gerente de una mina para comprar especimenes a sus mineros, tal petición es como solicitarle a un chef francés que nos deje vaciar un cubo de cucarachas en su cocina. Si les compra especimenes a los mineros, les estará alentando a trabajar para usted recolectando minerales, cuando deberían preocuparse por enviar la roca a las trituradoras.

En la mayoría de las minas los geólogos tienen la libertad de ir al lugar que quieran, por lo tanto sería lógico pensar que ellos pueden ser una buena fuente de ejemplares de sus respectivas minas. Algunas veces lo son, pero primero deben tener interés en los especimenes minerales. Desafortunadamente, muchos no tienen ese interés en concreto. Por regla general, las minas no son lugares de trabajo muy placenteros. A menudo son o muy calientes o muy frías y/o húmedas, y sin excepción todas ellas son muy sucias y polvorientas. En muchas minas del Tercer Mundo, los geólogos tienen un grado de educación muy alto comparado con el resto de los trabajadores de la mina y no tienen ningunas ganas de ensuciarse las manos si pueden delegar en los mineros. Su forma de obtener especimenes es simplemente decirles a los mineros que les traigan muestras, y a menos que los mineros obtengan algún beneficio adicional, simplemente recogerán la primera roca que encuentren. Así que será mejor que usted trate con los mineros.

En algunas minas existe lo que se denomina un “muestreador”, cuyo trabajo es recolectar muestras del material para ser analizado en el laboratorio. Muy a menudo esta persona puede obtener buenas piezas. Otra persona que puede obtener también buenos especimenes es el encargado de la perforación y la voladura. Es el responsable de colocar las cargas explosivas en las perforaciones del frente activo de la mina, y debe inspeccionar el lugar después de cada voladura para asegurarse que todos los explosivos han detonado. Los electricistas y las personas a cargo de las tuberías de agua y aire comprimido generalmente trabajan cerca del frente activo, por lo cual también deben tenerse en cuenta. En algunas minas a cielo abierto, la persona encargada de mover los cables eléctricos que alimentan las palas también tienen acceso a las piezas que aparecen cerca del frente de explotación.

En muchos países pobres, las técnicas de minería todavía son bastantes primitivas y se desenvuelven alrededor de un ciclo de perforar-volar-seleccionar, con la selección realizada a mano. Generalmente los mineros que realizan la selección de material pueden recolectar ejemplares mientras palean la roca de la voladura en las vagonetas. En Tsumeb este trabajo era generalmente realizado por los mineros negros. Las piezas que recogían normalmente tenían muchos daños al provenir de las voladuras. Los capataces y otros jefes blancos obtenían los mejores ejemplares ya que ellos tenían la prioridad para recolectar directamente de las geodas que las voladuras dejaban expuestas.

En Perú, cuando viajaba a las minas para comprar minerales, la primera cosa que necesitaba era informarme en qué parte del campamento vivían los mineros del frente, descartando el lugar donde vivían los hombres que trabajaban en el molino o en tareas administrativas. Era preferible visitar los campamentos mineros el domingo, ya que los mineros no trabajaban en el subsuelo y la oportunidad de poder obtener ejemplares era mucho mayor. En general las esposas eran reacias a vender las piezas de sus maridos, por lo que debía esperar a que los mineros terminaran sus labores por la tarde. Cada localidad suele tener costumbres y condiciones algo diferentes, a las cuales debe uno adaptarse en el momento en que se enfrenta a ellas. A medida que la automatización de la mina aumenta, el personal se encuentra cada vez más ocupado manteniendo la maquinaria activa y cada vez más lejos del contacto con la roca que está trabajando, con la correspondiente disminución de oportunidades para poder recolectar ejemplares minerales.

Para su primer viaje al extranjero elija un país del “segundo mundo” como Brasil o México. Trate de contactar con alguien que esté familiarizado en como funcionan las cosas por allí y no trate de reinventar la rueda si no es realmente necesario. El punto más importante es simplemente ir allí. En varias ocasiones he viajado a países conociendo poco más que el nombre de las localidades que he visto en algunas etiquetas o en libros. En estas situaciones es aconsejable quedarse dos o tres días en un buen hotel; el personal de la recepción generalmente habla algo de inglés y siempre ofrecen buenos consejos. Durante estos primeros días debe familiarizarse con la moneda local y los tipos de cambio, también puede enterarse de como desplazarse por los alrededores y obtener consejos de varias personas. Dado que su interés está en la obtención de minerales, el primer lugar a visitar debería ser la universidad local y su departamento de geología. Aquí será capaz de encontrar algún profesor que hable algo de inglés y conozca la geología y los minerales del país; también le podrá aconsejar sobre las minas a visitar y la mejor forma de llegar a ellas. Yo he visto que una de las mejores formas de proceder es pedir a los profesores que recomienden a algún estudiante que pueda acompañarle, de aquí en adelante depende de cada cual sacar el mejor provecho de las oportunidades que se vayan presentando.

Cada localidad productora desarrolla su propio grupo de comerciantes de minerales, con su propia “cultura de especimenes”, sus historias y sus leyendas. En algunos países, como Brasil, estos grupos tienen varias generaciones de antigüedad, pero los negocios son los negocios. Comprar y vender cosas es una práctica antigua, y los mismos principios y ética son aplicables casi universalmente, aunque con algunas variantes locales. Después de un tiempo de haber llegado a un nuevo país y haber encontrado donde comprar minerales, bien sea en la mina o a un mayorista local, se dará cuenta que realmente no hay mucha diferencia entre un lugar y otro de los que ha visitado y rápidamente se sentirá como en casa.
¿Qué consejo puedo aportar acerca de lugares donde se puedan obtener buenos ejemplares y alcanzar fama y fortuna? Bueno, depende de lo duro que sea usted, de cuantas penurias esté dispuesto a soportar y del tipo de riesgos que quiera afrontar. Todavía quedan un montón de sitios en el mundo donde se producen buenos ejemplares y que, en el futuro, producirán muchos más. Si yo fuese joven y lleno de ambición consideraría visitar estos (difíciles) países: Birmania (actual Myanmar-N.T.), Vietnam, Mozambique, Angola, El Congo (Brazzaville) y quizás Argelia, aunque comenzaría con Brasil, México o China. Estos últimos son países donde es relativamente fácil trabajar y donde probablemente conseguirá suficientes buenas piezas para continuar en el negocio. La rentabilidad no será tan alta como en los otros países citados, pero donde quiera que vaya, ¡buena suerte!


¿Que pasará con sus minerales el día que muera?

Dado que no puede llevarse sus ejemplares, antes de morir debe asegurarse que pasan a manos competentes, o al menos debe hacer algún tipo de previsión en su testamento. Cualquiera que sea lo que al final disponga sobre sus minerales, probablemente no será nada que no se haya hecho previamente en múltiples ocasiones. Sus opciones son limitadas: pueden ser vendidos o regalados, también puede decidir no hacer nada, y dejar que su familia, amigos y/o algún perfecto extraño se peleen por ellos, también pueden ser arrojados a la basura. En general, aquel que termina pagando el precio más alto es quien les dará el mejor cuidado.

A menudo se dona una colección a una escuela o museo con la esperanza de que será mantenida intacta, en perpetuidad, como un homenaje a la persona que la constituyó. Cuando, posteriormente, la escuela o museo decide vender o cambiar algunos ejemplares de la colección se suelen crear roces con la familia del donante, ya que esta se siente traicionada y concluye que su colección está siendo utilizada como otra fuente de financiamiento más. Creo que muchos de los problemas originados por esta posterior venta o intercambio de piezas podrían evitarse si, en el momento de la donación, se subscribiese una carta de intenciones, generada por la institución y en concordancia con el donante, donde simplemente se estableciese qué ejemplares son de interés particular para la institución, y cuales otros podrían utilizarse en el futuro para estudios, compras o intercambios. Recientemente la Academia de Ciencias de Philadelphia ha recibido numerosas críticas debido a la venta de piezas de su colección de minerales, gemas y meteoritos. El núcleo de esta colección fue la donación realizada a la Academia durante el siglo XIX por William Vaux. El legado establecía que la colección debía mantenerse intacta, de manera que si en alguna ocasión la Academia había intentado llevar a cabo una venta, alguno de los familiares sobrevivientes presentaba una denuncia en la Corte y, al menos temporalmente, se paralizaba esa venta.

Debemos considerar que “Para Siempre” es un tiempo muy largo, prácticamente ninguna escuela o museo aceptaría hoy en día una colección si tiene que prometer que la mantendrá intacta, ya que estas instituciones saben muy bien que los tiempos cambian y que, en el futuro, podría ser necesario realizar cambios para poder subsistir. Desde una perspectiva estrictamente moral más que legal, ¿cuán vinculante debe ser la promesa de una institución en mantener intacta una colección “a perpetuidad”? ¿Cuán solemne debe ser este voto?, ¿tanto como el del matrimonio? Las estimaciones más recientes que he consultado acerca de la duración media del matrimonio son de siete años. Pocos acuerdos duran más de una o dos generaciones. Si una institución acepta su colección bajo algún tipo de acuerdo, no debe esperar que este dure más de 75 o 100 años. Incluso si la institución acepta mantener su colección más o menos intacta, de hecho no existe ningún mecanismo práctico que permita a sus descendientes ni siquiera conocer el estado real de la colección. Los ejemplares pueden perderse, dañarse, ser robados, canjearse por otros ejemplares, o simplemente desintegrarse. No existe ningún método práctico que permita monitorizar esas cosas, aunque puede argumentarse que con el advenimiento de las modernas bases de datos con campos gráficos, una serie de imágenes podría ofrecer cierta alternativa a este punto de vista.

A menos que su colección sea pura basura, representa un activo financiero considerable y quizás a usted le gustaría que su familia o amigos se beneficiasen de ella. Si el dinero no es lo importante, usted puede entregar las piezas a quien considere que más las merece. Arthur Montgomery tenía una colección maravillosa y la repartió entre amigos, estudiantes e instituciones. Si a usted no le gusta repartirla, puede considerar donarla o venderla. Si decide donarla a una escuela o museo, al menos en los estados Unidos, puede obtener una tasación de su valor y deducir este de sus impuestos. Si se decide por venderla, probablemente quiera hacerlo de forma que obtenga el máximo beneficio en relación al esfuerzo que emplee en venderla. Regalar los minerales a escuelas y museos no garantiza que los ejemplares serán cuidados. Las instituciones, en general, tienen un terrible historial en lo que hace referencia al cuidado de las colecciones. Si usted entrega su colección a un museo o escuela con un conservador responsable y competente, estará bien cuidada mientras esa persona trabaje allí, pero cuando éste conservador se vaya, puede ser remplazado por un académico con poco conocimiento del valor de las piezas o de su cuidado. En el peor de los casos, la institución puede plantearse que es muy oneroso mantener un conservador de minerales, y puede decidir utilizar su colección para el aprendizaje de los estudiantes, entregarla al departamento de arte, o guardarla en el almacén. Si su colección es destinada a las aulas, los estudiantes realizarán todo tipo de ensayo de dureza y pruebas químicas sobre ejemplares que pueden valer miles de dólares, o pueden incluso hurtar los especimenes, lo que creo es una alternativa preferible. Los minerales pueden ser utilizados en proyectos de arte, y como siempre, el oro, plata, diamantes, rubíes, esmeraldas y turmalinas serán los primeros en desaparecer.

Para obtener el máximo rendimiento de su colección usted necesita hacer lo que todo vendedor al detall de minerales hace: fabricar unas buenas etiquetas para cada pieza y colocar el precio actualizado en cada una de ellas. Puede que necesite cierta ayuda de algún vendedor de minerales conocido para hacer esto, ya que las personas de avanzada edad generalmente no se mantienen al día en los precios de mercado de los minerales. Después necesitará reservar espacio (si puede) en alguna de las principales ferias de gemas y minerales, llevar allí su colección y ponerla a la venta a coleccionistas y museos. Esto casi nunca se hace, ya que las personas mayores no suelen tener el interés y la energía suficientes para realizar las actividades que los vendedores al detall deben hacer.

Otra opción es subastar sus ejemplares. Esto puede hacerse en Internet vía eBay, en algún otro sitio de subastas o bien a través de alguien que realice subastas en directo, aunque este método no es muy utilizado para deshacerse de colecciones. En ocasiones, un comerciante de minerales puede vender la colección para el dueño cargándole una comisión del 15% al 30%. La magnitud de la comisión del vendedor es negociable, dependiendo de la calidad de los especimenes y de la cantidad de trabajo que el vendedor deba realizar para tener la colección preparada para ser vendida. Si su colección está compuesta de piezas pobres o comunes, con etiquetas vagas y/o inexistentes, puede ser que no encuentre ningún comerciante dispuesto a venderla. Si usted vende su colección en base a una comisión, asegúrese que puede fiarse del vendedor. La mayoría de las colecciones son demasiado grandes como para permitir hacer un seguimiento de cada pieza individual y al final debe confiar en que el vendedor sea honesto. Se sabe de algunos vendedores que han pintado un panorama color de rosa sobre la cantidad que se puede obtener por una colección. Una vez en sus manos, solo venden las mejores piezas y luego devuelven el resto. A final de cuentas tan solo les interesaban esas piezas exclusivas, que es donde suele residir el valor. Probablemente la forma más común de venta es que las colecciones completas sean vendidas directamente a los comerciantes por un precio mayorista, lo esencial siempre es contar con un vendedor en quien confiar.

Otra forma de actuar es simplemente no hacer nada, pensando que el destino tratará bien nuestra colección. Recientemente falleció un coleccionista de California, que donó sus bienes a una iglesia. La persona que compró la colección estaba más interesada en las armas de fuego y aparejos de pesca que formaban parte del legado, pero pensó que las vitrinas donde se encontraban los minerales eran bonitas. Finalmente pudo comprarlas por 2000 dólares pero con la condición de que también se llevara las “piedras” que contenían. Posteriormente la colección fue vendida a un comerciante por unos 200.000 dólares, quien a su vez vendió las piezas al detall por un valor comprendido entre los 750.000 y 1.000.000 de dólares. Si quiere leer sobre todas las fatalidades que pueden ocurrirles a las colecciones minerales, una vez que coleccionistas y/o instituciones supuestamente competentes les echan mano, consiga un ejemplar del número de Julio-Agosto de 2001 del Mineralogical Record y lea el artículo titulado “Mineral Specimen Mortality”.


Por qué coleccionamos minerales

Quizás debí comenzar esta serie de artículos con este apartado, pero por varias razones decidí dejarlo para el final. Tengo la esperanza de que si ha leído hasta esta página haya obtenido algún conocimiento sobre la afición de coleccionar minerales y el comercio de minerales, y que este proceso le haya hecho más receptivo a lo que trataré a continuación.

¿Colecciona usted minerales porque le interesan y quiere aprender sobre ellos? ¿Colecciona minerales porque así satisface su deseo de acumular cosas? ¿Colecciona minerales porque le proporciona una vía de escape social y recreativa que de otra forma no tendría? ¿Colecciona minerales porque le permite competir con otros coleccionistas y le hace sentir bien cuando les gana? ¿Busca usted simplemente reconocimiento? ¿Colecciona minerales porque son bonitos? ¿Colecciona minerales porque es como una búsqueda del tesoro y en ocasiones le permite obtener algo de valor por muy poco dinero? ¿Colecciona minerales porque considera que tienen poder y energía que puede utilizar para mejorar su vida? ¿Construir su colección es una apuesta por la inmortalidad como lo fue la construcción de las pirámides de Egipto? Sin duda podría haber otras muchas razones.

Debemos también tener presente que nuestra actividad coleccionística depende de otras personas. Considere el siguiente escenario: se despierta una mañana y todo sigue exactamente igual excepto que usted es la única persona en el planeta. ¿Seguiría interesado en juntar una buena colección de minerales?
A todos nos gusta pensar que coleccionamos minerales porque queremos aprender sobre ellos, ¿no es así? Si somos honestos con nosotros mismos llegaremos a darnos cuenta, y a aceptar, que nuestros motivos son algo más complejos y menos puros. Nuestras motivaciones pueden incluir todas las anteriormente citadas en mayor o menor grado. Incluso los pocos puristas de entre nosotros, no coleccionamos minerales meramente para aprender sobre ellos. Si realmente estuviésemos interesados en aprender sobre minerales, seguiríamos cursos de geología y mineralogía, pero ¿cuántos de nosotros lo hacemos? Si nuestro interés real fuese el estudio de los minerales, tendríamos grandes bibliotecas repletas de libros sobre minerales, los habríamos leído completamente y las páginas de nuestros textos favoritos estarían llenas de marcas y cayéndose a pedazos. Eso no le suena a usted, ¿verdad? Tampoco me suena a mí, así que tal vez debamos revisar algunas de las otras razones.

Déjenme decir que está bien coleccionar minerales por otras razones que no sean solamente aprender sobre ellos. A mí me ha costado más de 40 años darme cuenta de que no colecciono minerales solo con este fin y en este tiempo he sido capaz de obtener cierto conocimiento sobre algunas de esas razones menos nobles por las cuales colecciono minerales; sobra decir que todavía estoy aprendiendo. Si puedo ayudarles a comprender y aceptar porque coleccionan minerales, aunque sea, digamos, en 20 años y logro que tengan éxito en esta tarea, consideraré que mi trabajo aquí ha valido la pena.

Probablemente podemos comprender mejor nuestras razones para coleccionar minerales dándole un vistazo tanto a nuestra colección como a las de otros coleccionistas y observar lo que ellos y nosotros hacemos con las piezas. En muchos aspectos nuestras colecciones reflejan nuestra personalidad y las circunstancias de nuestra vida. Una vez que se tiene un cierto grado de conocimiento sobre minerales, seremos capaces de ver una colección y comprender ciertos aspectos sobre la persona que coleccionó esos ejemplares, de la misma manera que un arqueólogo puede hacer deducciones sobre una cultura en particular estudiando los restos que han dejado tras de sí. Se puede conseguir una buena apreciación de cual era la situación financiera de la persona que acumuló la colección, así como deducir aproximadamente dónde y cuando vivió. Fácilmente podrá deducirse cuán meticulosa y dedicada era una persona viendo las etiquetas que preparó y como cuidaba y catalogaba sus piezas.

¿Conoce usted algún mineralogista de verdad? Yo he conocido unos cuantos. Lo más curioso que he notado es que sus colecciones no son lo que la mayoría de los coleccionistas considerarían de primera clase. Generalmente consisten en un montón de ejemplares minerales poco llamativos, aunque suele haber unos cuantos ejemplares buenos, simplemente porque les gustan los minerales y no pueden evitar hacerse con algunos ejemplares bonitos cuando se les presenta la oportunidad. Acostumbran también a tener toneladas de libros en sus bibliotecas, pero generalmente solo de literatura técnica, y tienen muy pocos ejemplares de libros que contengan fotos bonitas. Las piezas de los mineralogistas no son bonitas porque están más interesados en lo que se puede aprender de los minerales y para eso no se necesitan bonitas piezas. ¿La descripción anterior le describe a usted? tampoco me describe a mí. A lo largo de los años he aprendido a apreciar a los mineralogistas de verdad, la llama del conocimiento arde brillante en estas personas.
¿En qué consiste su colección? ¿cada rincón de su casa esta repleto de muestras? ¿hay un montón de piedras en su patio, que ha ido trayendo a casa en sus salidas al campo? ¿tiene todas sus piezas etiquetadas, o bien están en cajas y bolsas con un garabato en el exterior indicando lo que contienen? Si este es el caso, tiene que considerar la posibilidad de que usted colecciona minerales para satisfacer la necesidad de tener cosas en lugar de aprender sobre ellas. Muchos coleccionistas de este tipo no se relacionan con otros coleccionistas, contentándose con añadir más cajas y bolsas a su tesoro. Una persona que conozco colecciona cristales de cuarzo. Otro amigo suyo y yo hemos bromeado especulando que él debe pensar que todos los cristales de cuarzo de las montañas Cascade en el estado de Washington le pertenecen. Este conocido ha estado acumulando cristales de cuarzo durante más de 40 años y todavía sigue añadiendo ejemplares a su colección. Llegó un día en que ocupó todo el espacio que tenía disponible, así que construyo un edificio de unos 500 metros cuadrados en su propiedad para albergar la colección, ¡y nuevamente se ha quedado sin espacio! Casi todo lo que tiene ha sido recolectado por él mismo. En una ocasión, debido a la falta de espacio, colocó unas 100 bandejas de cartón llenas de piezas de cuarzo al lado de su casa y las cubrió con una lona para almacenarlas temporalmente. Como es de suponer, el almacenamiento no fue temporal, y después de varias estaciones de lluvia y nieve, la lona había prácticamente desaparecido y las bandejas de cartón se habían francamente descompuesto. Pero la historia tiene su lado bueno, ya que él ahora puede volver a recolectar todas esas piezas nuevamente. Últimamente le ha dado por comprar mochilas baratas que usa en sus salidas al campo, y al regresar, simplemente las apila. La última vez que vi sus mochilas formaban ya un montón de metro y medio de altura, y no había etiqueta en ninguna de ellas. Esta persona tiene algunas cosas increíbles en su colección, pero me gustaría que les pusiera etiquetas y que, por ejemplo, limpiase las hojas y raíces de una macla de Japón de unos 25 cm. que tiene escondida en el fondo de un armario. Y debo advertir que este es un hombre listo e inteligente.

¿Es la suya una colección modesta, formada quizá por un par de cientos de piezas que ha comprado por alrededor de 100 dólares, más un montón de cosas de poco valor que ha recolectado en sus salidas al campo? ¿Disfruta asistiendo a las reuniones de una asociación o asistiendo a sus salidas de campo? ¿Es usted algún tipo de delegado de la asociación, y ha ocupado todas las posiciones relevantes de esta asociación en alguna ocasión? Es posible que hasta haya sido su representante en una federación mayor y se haya convertido en delegado de tal federación. Si este es el caso, debe considerar que su interés en los minerales es mayoritariamente social. Yo conozco una persona de esta clase, su colección es bastante modesta y ha sido un miembro incondicional de nuestra asociación mineralógica local durante más años que los que puedo recordar. Ha ocupado todos los cargos en la asociación y escaló posiciones a través de todas las federaciones de gemas y minerales de California hasta llegar a ser presidente del máximo organismo. Cuando finalizó su mandato, regresó a nuestro grupo y todavía trabajó allí durante muchos años en diversas tareas. En mis inicios pensaba que obtener la mejor pieza era la meta más importante, así que no fui tan amable y considerado con esta persona como debí haberlo sido. Era una persona inteligente y amable, se ganaba la vida con un taller que producía complicadas piezas metálicas para satélites y otros aparatos. El mismo diseñaba, desarrollaba, fabricaba y vendía su propia marca de cortadores de roca y equipo de facetado de alta calidad, lo sé porque yo compré y utilicé ambos aparatos. Sinceramente, si en el mundo hubiese más personas como ésta, sería un sitio mejor.

¿Colecciona usted minerales porque esto le permite competir con otros coleccionistas? La competitividad es un hecho más de la vida y está íntimamente ligada a la especie humana. Si no tuviésemos ese instinto competitivo quizás no existiríamos como especie, y mucho menos seríamos la especie dominante del planeta. Aunque en ocasiones menospreciamos la competitividad, está presente dentro de nosotros en un mayor o menor grado. He escuchado a coleccionistas desacreditar a quienes coleccionan minerales para acumular trofeos y por dedicarse a comprar ejemplares excepcionales para pavonearse con aquellos que no pueden afrontar el precio de tales piezas. Sin embargo he notado que la mayoría de estos coleccionistas críticos tienen su propia especialidad en la que tratan de destacar. ¿Se especializa usted en recolectar sus propios especimenes?, ¿micro montajes?, ¿miniaturas?, ¿minerales de cobre?, ¿minerales fluorescentes? ¿eligió usted especializarse porque no puede comprar una buena colección general? ¿suele gastar más de 100 dólares en cada pieza y acostumbra a mostrar a menudo su colección o parte de ella? Cuando exhibe su colección ¿le gusta mantenerse cerca de la vitrina durante la visita para escuchar los comentarios favorables y entablar conversación sobre sus ejemplares? ¿la gente le visita en su casa para ver su colección? Si esto es así, debe considerar que al menos en parte usted colecciona minerales porque le gusta competir con otros coleccionistas, y disfruta del reconocimiento que acompaña al éxito. Déjenme acotar en este punto que los mineralogistas reales, los de tipo académico, también compiten, tan solo que es una competencia más sutil. En este caso se trata de cuantas publicaciones han generado, o cuantas veces sus publicaciones son citadas en la literatura.

Conozco un coleccionista que posee una de las mejores colecciones privadas en los Estados Unidos. Es difícil encontrar una sola pieza de su colección que uno no quisiera tener entre sus ejemplares. Muchas de sus piezas son excepcionales y algunas de nivel mundial; es una colección maravillosa de contemplar. Él ha dedicado un esfuerzo considerable a montar esta colección y su valor representa una parte importante de sus activos financieros. Ciertamente su valor económico es más elevado que el de su casa. Partes de su colección se exponen a veces en la Feria de Gemas y Minerales de Tucson. Este es un hombre extraordinario, y la mayor parte de su fama no está relacionada con el coleccionismo de minerales. Existen también algunos coleccionistas a los que simplemente les atrae la belleza de los minerales y su necesidad de competir es baja. Estos individuos llegan a gastar sumas elevadas de dinero en sus especimenes, pero raramente exhiben sus colecciones. Pero incluso estas personas sienten satisfacción cuando al ver exhibida una pieza excepcional, saben que poseen un ejemplar tan bueno o mejor que aquél.

¿Colecciona usted minerales porque es como una búsqueda del tesoro, en la cual puede obtener algo valioso para usted sin que le cueste nada? Si es un acérrimo coleccionista de campo comprenderá el hechizo de este tipo de coleccionismo. Si ha sido lo suficientemente afortunado para descubrir una geoda repleta de hermosos cristales y recolectar los tesoros que contiene, seguramente se sentirá enganchado de por vida. En comparación, descubrir la antigua tumba de algún rey palidece ante esta sensación. La tumba real puede haber estado allí como mucho unos cuantos miles de años, pero una geoda de minerales puede tener millones de años de antigüedad y cuando usted la abre, es la primera criatura viviente en ver su contenido. Esto es ciertamente una aventura a la que es difícil de resistirse. Una vez que experimente esta sensación, comprenderá porqué los coleccionistas de campo son capaces de trabajar como esclavos para poder repetir esta experiencia. Los psicólogos conductuales se referirán a esta motivación como un programa de refuerzo intermitente. Si esta es su motivación deberá considerar que usted colecciona minerales por razones no relacionas con el aprendizaje, aunque ciertamente, tratará de aprender sobre los minerales pues ese conocimiento le podrá guiar hasta el próximo gran descubrimiento. Las historias sobre el descubrimiento y la recolección de geodas minerales excepcionales son la base de las leyendas, y los artículos que versan sobre ellos son ávidamente leídos y buscados por todos los coleccionistas. Incluso si usted nunca ha descubierto una de estas grandes geodas, probablemente disfrutará hablando sobre los ejemplares que obtuvo por casi nada en una mesa de intercambio, o como la persona de quien los obtuvo no sabía lo que tenía. Pienso que los antiguos exploradores deben haber tenido mucho en común con aquellos de nosotros que estamos a la caza de buenos ejemplares a precios de ganga.

¿Se encuentra su colección detalladamente catalogada y etiquetada? ¿Describe en su catalogo sus piezas y como las obtuvo, lo que pagó por ellas y lo que piensa que valen? ¿Tiene cada una de sus muestras una etiqueta pegada que indica su procedencia e identificación, o al menos un número referido a un libro indexado donde se especifica tal información? Tristemente, ninguna colección que conozco se encuentra tan bien detallada. ¿A que se debe? ¿Será que simplemente somos acumuladores, no tan interesados en los minerales sino en acaparar más y mejores ejemplares, así que a la porra con el catálogo? ¿Estarán en lo cierto los psicólogos al llamar a esto “comportamiento de retención anal”? Probablemente hay algo de verdad en todo ello, yo he pasado por todas las etapas y he tardado más de 40 años en mejorar la catalogación de mis ejemplares. Durante mi juventud realmente estaba más interesado en obtener más y mejores piezas. Además, estaba seguro que nunca moriría y que sería capaz de recordar de donde obtuve cada ejemplar, que era, donde lo guardé, cual era su origen y cuanto había pagado por él. Ni siquiera quería gastar dinero en guardar los minerales adecuadamente. Después de 40 años de coleccionismo he aprendido que siempre habrá otra piedra de camino a la colección mientras uno esté interesado en los minerales. Así pues, ya que tiene tantos especimenes debe tener una buena idea de que querrá que ocurra con ellos una vez usted muera, ¿no es así? ¿qué no lo sabe? Se ha pasado toda la vida creando una colección valiosa y ¿no ha previsto que será de ella? ¿está usted loco? Bueno, no se preocupe, no está loco, simplemente es como el resto de nosotros. Así que ¿ya está de acuerdo en que la mayoría de nosotros coleccionamos minerales por razones diferentes a la de aprender sobre ellos? Esto es todo lo que hay. ¡Hemos llegado al final![/size]

¿Porqué está todavía aquí? Váyase, ¡hale! ¡HALE! ¡Váyase a buscar algunos minerales o cualquier otra cosa!



Chile - Mina Farola 1981.jpg
 Descripción:
Mina Farola, cerca de Copiapó, Chile. Nunca comprendí porque tenían wáteres como éste en medio de la nada, pero en cualquier caso ofrecen una vista muy bonita de los alrededores.
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Chile - Mina Farola 1981.jpg



Brazil - RGS_Factory_amethyst druse.jpg
 Descripción:
Un montón de Amatistas en uno de los dealers de Soledade, RGS, Brasil. ¿Alguien quiere media hectárea de Amatistas?
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Brazil - RGS_Factory_amethyst druse.jpg



Brazil - Crystalina 1996.jpg
 Descripción:
Algunos Cuarzos de tamaño medio que tenía uno de los dealers de Cristalina, Brasil.
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Brazil - Crystalina 1996.jpg


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yowanni
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MensajePublicado: 22 May 2011 23:44    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Todo lo bueno al final se acaba :-(
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Jonathan
-----------------------------------
To be a rock and not to roll
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Jordi Fabre
Coordinador General del Foro



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MensajePublicado: 23 May 2011 19:07    Título del mensaje: Traducción y publicación de Coleccionando Minerales - Reflexiones finales  

yowanni escribió:
Todo lo bueno al final se acaba :-(

Pues sí Yowanni, ya ha terminado y antes de terminar mi intervención en este hilo, quería hacer algunos comentarios.

Aunque por el número de lecturas (alto pero no espectacular) este hilo no parece ser uno de los hilos importantes de este Foro, estoy absolutamente seguro que poco a poco irá siendo un hilo de referencia, de muchas lecturas, ya que tanto lo que dice Rock como el modo en que lo dice es el destilado de muchísimos años de experiencia, de patearse el mundo y de guardar todas esas experiencias en una cajita para un día regalárselas a los demás.

Y hablando de regalar, tampoco quería olvidar el MONUMENTAL esfuerzo que representa traducir estos textos de un modo adecuado y no con un absurdo y prácticamente incomprensible traductor automático. Para dar un ejemplo, yo he estado cinco hermosas tardes de Domingo completas sólo para releer, preparar, y poner bonitos los 5 textos que tradujeron José Luis (Vinoterapia) y Frederic Varela. No quiero ni imaginarme el tiempo que habrán pasado ellos dos para regalarnos una traducción tan buena.

Gloria a ellos y gloria a tantos minernautas como Luis Edmundo Sánchez Rojas, que nos regalan el fruto de su esfuerzo con obras tan interesantes como la publicada recientemente sobre una localidad clásica, Los Lamentos, de la que sabíamos bien poco ( https://www.foro-minerales.com/forum/viewtopic.php?p=59641#59641 )
Trabajos como ese, como las traducciones de José Luis y Frederic, o (sin querer ser pelota ;-) el también reciente trabajo de Frederic sobre Eugui ( https://www.foro-minerales.com/forum/viewtopic.php?t=5736 ) me hacen disfrutar deliciosamente de FMF y me justifican el esfuerzo que representa tener cada día abierto y limpito este espacio.

Por favor, más regalos como esos, menos pasotismo con respecto a las normas del Foro, y más colaboraciones con, digamos, "mirada limpia". Os aseguro que aunque a veces, absolutamente desbordado y saturado de trabajo, enviaría el Foro y tantos mensajes inanes al cuerno, el placer que se tiene compartiendo, colaborando y participando de trabajos como esos es incomparable. Probadlo y veréis que gustirrinín...;-)

Viva Rock Currier, vivan José Luis y Frederic, y vivan tantos minernautas que nos regalan su tiempo y su saber para que todos lo podamos disfrutar!

Jordi
pd: al final no voy a unir los 5 artículos entre sí porque entonces los mensajes que se han ido publicando entre cada uno de ellos perderían sentido.

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Todo suma
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Juan Peña




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MensajePublicado: 23 May 2011 19:18    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Desde mi humilde reconocimiento, ¡¡GRACIAS!! por tan magnífica labor.
Gracias a los traductores y especiamente a Jordi por tan magnífica iniciativa.

Saludos.
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E. Llorens




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MensajePublicado: 23 May 2011 19:51    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Buenas tardes, la colaboración desinteresada en la traducción y corrección de estilo, efectuada por miembros de este foro, incluido el Sr. Fabre, del interesante artículo del Sr. Currier, es merecedora del reconocimiento por parte de todos los que hemos podido disfrutar con su lectura.

Muchas gracias.

Enrique Llorens.
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Frederic Varela
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MensajePublicado: 24 May 2011 01:23    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Coincido con Jordi en destacar la importancia de tener y poder disfrutar de estos artículos de Rock Currier en el Foro. Me lo pasé muy bien ayudando en la traducción y he vuelto a disfrutar de nuevo con la re-lectura de esta pequeña joya.
En esta era de prisas, agobios, de twiters y facebooks, ávidos de digerir las cosas rápidamente, a veces nos cuesta relajarnos un rato y disfrutar con la lectura de algo que supere la página de extensión. Animo a los que todavía no lo hayan hecho a que dediquen un poco de tiempo a leer con tranquilidad el post, os aseguro que lo merece. Todo un tratado de psicología sobre esos extraños humanoides pirrados por los minerales, y por si fuera poco, divertidísimo. Seguro que todos nos vemos reflejados en muchas de las situaciones (a menudo hilarantes) que nos presenta; sin duda lectura obligada para todo aficionado a la mineralogía.
Saludos.

_________________
Frederic Varela Balcells
Grup Mineralògic Català
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Antonio Alcaide




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MensajePublicado: 01 Jun 2011 01:08    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Esta será una de mis lecturas de cabecera.

Me he divertido mucho leyendo este resumen de una vida y de toda una actitud ante los minerales. Pero, por debajo del tono burlón y autocrítico, subyace la historia del que ha dedicado su vida a las piedras.

No había reparado en los terremotos, yo que vivo en zona sísmica. Entre el de Lorca -donde me puedo imaginar lo que habrá ocurrido con las colecciones que hubiera en la zona más afectada- y lo que comenta Currier... me plantearé...

Bueno, qué mas da, de todas formas no me la voy a poder llevar a la tumba, como los faraones. Nunca se me hubiera ocurrido preocuparme por eso. Como uno va a ser eterno...

Me ha gustado especialmente ese archivo fotográfico tan setentero. Qué tiempos...

Gracias de nuevo al autor y a los traductores.

Saludos

_________________
La vida es el cristal más breve
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Marvic




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MensajePublicado: 02 Jun 2011 18:02    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Felicidades a todos aquellos que habéis colaborado en la redacción, traducción y difusión de esta serie (por capítulos) del inimitable Rock Currier. Me llevé 3 capítulos como lectura en mis minivacaciones de 5 días, y ansiaba regresar para terminarlo. Impecable traducción.

Muchas gracias por vuestra generosidad.

Saludos
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DAni




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MensajePublicado: 03 Jun 2011 08:57    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionado Minerales  

Soberbio!! una gran lectura!!!!!.

Mil GRACIAS por el gran trabajo de traducirlo!!!!

Saludos

_________________
DAni
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manuel morales




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MensajePublicado: 03 Jun 2011 13:41    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

AGRADECIMIENTOS

Gracias Jordi, Frederic, etc.... por este lujo de traducción que nos hace sentir y disfrutar de la magia de los minerales y de una persona especial cómo es Rock Currier. !!!! Enhorabuena !!!!!
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Luis Edmundo Sánchez Roja




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MensajePublicado: 11 Jul 2011 23:18    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Yo también me uno a las ovaciones a Rock, Jordi, José Luis y Frederic, por esta iniciativa tan enriquecedora y que fue fruto de varios eventos afortunados que se gestaron dentro del FMF y que son: primero tener la idea de traducirla y segundo que hubieran personas con el tiempo, conocimientos y dedicación de hacerlo y editarlo, de tal manera que esta obra de Rock se pueda leer en nuestra lengua madre de una manera fluida, divertida y hasta adaptada a nuestras circunstancias culturales.

Es un gustazo ver como Rock nos va describiendo poco a poco hasta dibujarnos perfectamente al final como "Acumuladores" y ya, fuera máscaras, aun así sentirnos fascinados por nuestra "manía", todo está bien mientras esta nos alimente como seres humanos (no vayamos a acabar como los hermanos Langley y Homer Collyer).

Le agradezco a Jordi la mención del link de Wulfenitas y les reitero mi compromiso de compartir con todo el FMF mis vivencias de "coleccionista de campo".

Enhorabuena.

_________________
Soy de México y deseo conocer otras colecciones de minerales y dar a conocer la mía, así como intercambiar minerales.
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carlos vergara




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MensajePublicado: 18 Dic 2011 22:10    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Igual llego un poco tarde pero nunca lo será por que la dicha es buena, muchísimas gracias por ese trabajo de traducción y ofrecerlo de manera tan directa. Es todo un retrato del mundo mineral que hoy me ha llegado como un bálsamo reparador tras una mala experiencia.
Mil gracias y un saludo.

_________________
En el fondo... todo son piedras.
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HoracioFernandez




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MensajePublicado: 29 May 2012 19:23    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Excelente el libro y excelente el trabajo de traducción.
Quiero aquí reconocer vuestro trabajo y dedicación.
Un saludo a todos los queridos amigos del Foro.
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Frederic Varela
Administrador



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MensajePublicado: 30 May 2012 00:04    Título del mensaje: Re: Traducción y publicación de la obra de Rock Currier: Coleccionando Minerales  

Bienvenido al Foro Horacio, y gracias por tus palabras.
Saludos.

_________________
Frederic Varela Balcells
Grup Mineralògic Català
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