Antonio Alcaide
Registrado: 18 Ago 2009
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Ubicación: Granada
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Publicado: 02 Dic 2010 20:24 Título del mensaje: Una historia de mineros |
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Un minernauta amigo me pasa este cuento con motivo de la festividad de Sta. Bárbara del día 4. Prefiere que lo publique yo. Ánimo para este compañero del Foro para el que 2010 no está siendo el mejor de los años...
Valentín, el jilguero Minero.
Hola amigos, mi nombre es Valentín y soy ese pájaro que vive en una extraña jaula en el interior de las minas. Para que te hagas una idea, te voy a contar mi historia. Yo soy un minero, si has oido bien, un minero.... no todos los mineros trabajan picando carbón, hay muchas profesiones dentro de una mina y la mía es una de las más bonitas. pero vayamos por partes, que me enrollo ya ya sabes que los jilgueros tenemos fama de piar demasiado....
Nací en el valle de Sabero, Leon, mi padre fue un famoso jilguero que durante años trabajó como jefe de la brigada especial de jilgueros de las minas de Sabero. Todos los jilgueros y mineros le respetaban y admiraban por su valor y por su fino olfato para detectar el grisú, ese gas mortal que se esconde entre las capas de carbón.
Junto con mi madre vivíamos cómodamente en las instalaciones del pozo Herrera 1, una buena mina, pero muy peligrosa debido a la gran cantidad de grisú que tenían sus galerías. Mi padre trabajó en ella muchos años, hasta que los efectos continuos de ese gas y el polvo del carbón que durante años se había acumulado en sus pulmones, le obligaron a jubilarse. Fue un día triste, porque mi padre nunca más volvería a bajar a la mina, pero también fue un dia muy alegre porque Goyo, el jefe de la brigada de salvamento, uno de los mineros más veteranos, le dijo a mi padre que que a partir de ese día yo ocuparía su lugar.
Goyo se convirtió en mi compañero de trabajo y la jaula que durante muchos años protegió a mi padre pasó a ser mía. Recuerdo mi primer dia de trabajo. Mi madre estaba muy nerviosa y mi padre no paraba de darme consejos:
"haz siempre lo que te diga Goyo", "atento a los cruces de las galerías", "no arriesgues demasiado", "piensa que la vida de muchos mineros depende de tí"....
Cuando llegó Goyo, muy temprano, la jaula estaba en perfecto estado, los conductos para la entrada del aire limpios, el depósito de oxígeno lleno, agua suficiente....
Nos dirigimos al interior de la mina a traves de un gran ascensor, tambien llamado jaula. No había nadie más, nosotros éramos los encargados de entrar los primeros en la mina. Fue una experiencia dura, bajar tantos metros a oscuras, con ese ruido atronador de la maquinaria, pero sentía la mano fuerte de Goyo sujetando mi jaula y eso me tranquilizó.
Al salir del ascensor sólo la tenue luz del candil que Goyo llevaba colgado al cuello iluminaba el largo túnel, la galería que llevaba a lo más profundo de la mina.
Bueno Valentín, durante años he bajado a esta mina con tu padre, ahora es tu turno. Ya sabes cual es nuestro trabajo. Nosotros somos los primeros que tenemos que recorrer estas galerías buscando el grisú, tenemos que estar seguros de que cuando el resto de compañeros entren a trabajar no vayan a ninguna zona donde haya este gas, porque podría haber explosiones al contacto con las llamas de sus lámparas o podrían axfisiarse si lo respiran, tú debes de estar muy atento y avisarme a la mínima señal.
Juntos recorrimos toda la mina, galería a galería, sin que nada nos hiciese sospechar la presencia de ese gas mortal. Casi al acabar el recorrido, en un tramo nuevo que los mineros estaban abriendo, algo me resultó extraño.
Las palabras de mi padre vinieron a mi mente....
"de repente todo parace demasiado tranquilo", "no se nota ninguna corriente de aire", "sentirás un olor extraño", "no veras ningua rata"......
Apenas me dio tiempo de avisar a Goyo con un pequeño revoloteo....
Un ruido de aplausos me despertó. Mi padre y Goyo me miraban orgullosos y el resto de jilgueros y mineros aplaudían. Por suerte la pequeña bomba de oxígeno de mi jaula había sido abierta a tiempo por Goyo y mi desmayo provocado por el grisú no había sido mortal. Había avisado a tiempo y gracias a mi, todos supieron donde había grisú y no corrieron peligro.
Desde ese primer día no falté nunca a mi trabajo. Durante años recorrí las entrañas negras de la tierra en busca del grisú, dentro de mi jaula y de la mano segura de Goyo. Muchas fueron las veces que sufrí desmayos y muchas las veces en las que todos temieron que no me reanimara. Hubo momentos duros, en los que apesar de nuestros esfuerzos, el grisú acabó con la vida de muchos compañeros apareciendo a traición sin que nada pudiéramos hacer.
El paso de los años trajo nuevas mejoras a las minas y una de ellas fue modernos aparatos mecánicos para detectar el grisú. La brigada especial de jilgueros ya no fue necesaria y todos tuvimos una buena jubilación. Algunos de aquellos compañeros de fatigas volaron con sus familias a sus lugares de origen, otros buscaron trabajo en minas alejadas donde aún eran necesarios... yo no quise olvidarme nunca de mi profesión, ni separarme nunca de la vieja jaula que heredé de mi padre y decidí vivir en la mina donde vivo rodeado de todas aquellas cosas que siempre he querido.
Roberto Fernández Fernández. |
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