CARLESgr
Registrado: 03 Abr 2008
Mensajes: 163
Ubicación: Malgrat de Mar (Barna)
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Publicado: 25 Feb 2010 22:36 Título del mensaje: Peripecia en las Minas de Can Palomeres |
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Un chico de 15 años hizo una incursión en la Mina Gran, el súmmum de la aventura para él, imagino. Iba muy bien preparado: unas tizas y una linterna de petaca, de esas que llevaban una sola pila grande, plana. La pila era nueva. La compró el día antes. Así que, ¿para qué llevar otra si tenía que comprarla? No tenía el dinero. Como todo bagaje, la profunda impresión que le produjo una anterior visita escolar en grupo, aquí mismo años antes, con el Padre Stan, un marista inglés, que daba clases de… inglés. Un santo, a buen seguro tendrá asiento en el cielo tras un año o dos de lidiar con salvajes…
El chico fue llegar y colarse inmediatamente por una galería inferior. No es camino para hombres uno que obliga a ponerse de rodillas y doblarse, pero luego se encontró con galerías de altura suficiente. Las tizas se convirtieron pronto en un mal aliado: iba marcando flechas arcillosas en las paredes indicando el rumbo seguido, ¿y por qué, de pronto, se encontraba mirando incrédulo alguna que apuntaba con obstinación el camino opuesto al hecho? Desorientarse en un laberinto debería haberle hecho reflexionar y volver sobre sus pasos. Era un claro aviso. Pero su retirada fue hacia delante, en busca de terreno no hollado. La cosa se ponía interesante, descubría a medida que andaba. En un momento dado, pasó bordeando dos grandes paredes una superpuesta a la otra, abriendo una gran boca erizada de pequeños cristales brillantes y se halló ante un camino serpenteante entre alguna gran roca. No recordaba un silencio tan pesado, hasta sus pasos se ahogaban en algodón. Y un raac, raac, raac, que le tenía intrigado. Se oía tan neto que miraba a todos lados, pues de cualquier lado parecía proceder. Un tufo amoniacal empezaba a ofender su olfato cuando, al fin creyó hallar el origen del ruidito: un murciélago en el suelo. Al tocarlo con la punta de la zapatilla y darle la vuelta, un boquete en su tripa y una enorme escolopendra debajo le hicieron atar cabos. Enfocó hacia delante, una pirámide apestosa; hacia arriba y una gran masa más oscura que las paredes parecía moverse imperceptiblemente. Y en ese momento sucedió. La insuficiente luz que la oscuridad se comía, palideció, dio un par de suspiros y se apagó. No podía creer que hubiera una oscuridad tal, disolverse en una solución perfecta, saber que tienes tus ojos abiertos de par en par y ser incapaz de tocar una mano con la otra, de moverte y tener que agacharte porque te caes… Todos los golpes y manipulaciones sobre la linterna arrancaban débiles chispazos de luz… si la daba. Sin soltar la maldita linterna se movió a cuatro patas aprovechando al máximo su sentido del tacto. El miedo que estalló en su interior, ahora era auténtico terror. No llevaba reloj, daba igual, el miedo no pone hora al tiempo. Móvil… je, je, ¿qué era eso? De haber existido y tenerlo consigo hubiera resultado inútil. Acertó en darse la vuelta cuando se agachó, e intentó recordar con sus manos las imágenes del camino descendido. Decímetro a decímetro. Cualquier pequeño bache le sobresaltaba imaginando un despeñadero detrás. Durante una eternidad rehizo una parte del camino, hasta que palpó los puntiagudos cristales y se aferró a esa imagen conocida. Ahí pasó lo peor. En su desesperación, se empecinaba en entrar dentro de la boca, reptando, deshaciéndose las manos, buscando una salida que no existía pues ambas mitades convergían inevitablemente. Y así una y otra vez como un animal enjaulado. Se sentó y rompió a llorar. Eso debió limpiar de adrenalina su mente porque, de pronto, supo que había pasado andando por el lado y admiró los cristales, nada más. Buscó a tientas lo que parecía un paso a la derecha de la boca. En uno de los tanteos, con el cristal de la linterna aplastada contra el suelo, ésta protestó iluminando débilmente algunos dedos. Eso sí fue “ver la luz”. La apretó con mucha fuerza sin atreverse a moverla un ápice, se incorporó y empezó a andar, como Lázaro. Sus ojos, ahora limpios y relajados, acostumbrados a la negrura total, se conformaban con bien poquita luz. Siguió sus pies con la firme esperanza de salir por donde fuera. Y costó lo que no está escrito, pero justo de esa manera ocurrió, por un estrecho respiradero al otro lado, por el Este. Había atravesado todo el monte a través de sus intestinos. Nunca una luz y un aire fresco fueron tan celebrados.
Mis padres nunca han sospechado de esta mala experiencia y sólo a unos pocos conté lo del día aquel en que por poco no regreso.
La moraleja: no repetiré lo que todo el mundo sabe por lógica en cuanto a seguridad. A quien haya vivido una plácida adolescencia quizá le extrañe oírme decir que el imberbe que vivía en este mismo cuerpo (o casi), y el yo que os habla, somos dos cerebros distintos. El adolescente no está adiestrado para percibir el peligro, y sí en cambio, ávido de nuevas experiencias de riesgo. Y no, no están (no estábamos) locos pues, ¿qué aventura hay más apasionante que descubrirse uno mismo?
Un saludo. _________________ Carles Gili Royes
Grup Mineralògic Català |
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Andrés López
Registrado: 06 Abr 2008
Mensajes: 504
Ubicación: Elche
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Publicado: 02 Mar 2010 23:00 Título del mensaje: Re: Peripecia en las Minas de Can Palomeres |
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Hola Carles,
Menuda historia más sobrecogedora, me has tenido en vilo todo el rato y me parecía que estuviera yo dentro, gracias a Dios a que saliste y seguro que te hizo madurar rápidamente ;-), creo que tu historia le vendrá muy bien a la gente joven que anda por el foro (y no tan joven) para darnos cuenta de que no hay que tomarse la mina a la ligera.
Gracias por compartirlo con nosotros,
Saludos,
Andrés López.
P.D.: Una verdadera pena el fallecimiento de un compañero en una mina del Valle de Los Pedroches. _________________ Muere el sabio pero no su obra.
Grupo Mineralógico de Alicante. |
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David Parente Paz
Registrado: 17 Oct 2010
Mensajes: 3
Ubicación: Vilagarcia de Arousa, Pontevedra
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Publicado: 11 Dic 2010 01:01 Título del mensaje: Re: Peripecia en las Minas de Can Palomeres |
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A mi tu historia me recuerda a algo que me paso el año pasado. Entré con unos amigos en una antigua mina de agua. Íbamos con varias linternas y una cuerda, para entrar había que descolgarse unos 3 metros por lo que atamos la cuerda a un árbol y nos descolgamos, cuando bajó el último, el árbol (que estaba podrido) se rompió, nos asustamos porque nadie sabía que estábamos allí entonces cogimos las linternas y nos pusimos a ver si encontramos otra entrada, al no ser así intentamos llamar a nuestros padre pero nuestros móviles no tenían cobertura. Después de unos minutos de incertidumbre decidimos volver a la entrada y subir uno a los hombros de otro para ver si conseguía cobertura pero consiguió algo mejor, lazó la cuerda de manera que pudo subir y luego nos ayudó al resto a subir... la pesadilla duró una hora escasa, pero fue la hora más larga de mi vida. |
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