Jordi Fabre
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Publicado: 27 Nov 2009 17:20 Título del mensaje: Artículo sobre la colección Folch traducido al español! |
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Aquí está la traducción al español del artículo publicado en la revista Rock & Minerals en su edición de Noviembre / Diciembre 2009, volumen 84, número 6.
Esperamos que guste y sirva para dar a conocer mejor a quien fue pionero y referencia del coleccionismo de minerales moderno en España.
La colección mineralógica de Joaquín Folch-Girona: Una época, un ejemplo.Curto Milà, Carles. (Museu de Ciències Naturals de Barcelona) / Fabre i Fornaguera, Jordi
1. Vista general de la sala en donde está la colección Folch.
La colección Folch en el panorama internacional
Joaquín Folch Girona, más conocido en los medios mineralógicos como “Señor Folch”, nacido en Barcelona en 1892 y fallecido en la misma ciudad en 1984, llegó a reunir, en una época en que la mineralogía española era prácticamente un desierto, una extensa colección que fue considerada en su momento entre las mejores de Europa y que fue visitada y admirada por profesionales y coleccionistas de alto nivel quienes la situaron entre las mejores del mundo, tal como la reconocen, por ejemplo P. Bancroft (1973), U. Burchard y R. Bode (1986) y C. Guillemin y J. Mantienne (1989).
En una etapa inicial Folch llegó a reunir una primera colección de alta calidad (según sus propias palabras) en la que dominaban los ejemplares de yacimientos españoles clásicos como Hiendelaencina, El Horcajo, Bellmunt, etc, que fue incautada durante la Guerra Civil española y de la que se perdió totalmente el rastro. Folch en sus últimos años de vida recordaba aún con insistencia esa primera colección y nunca llegó a perder totalmente la esperanza de recuperarla.
Sin desanimarse, rehizo su labor para construir la actual colección, de alrededor de 10.000 ejemplares en la colección principal y unos 15.000 en la colección de duplicados. Este logro se cimentó en su pasión por los minerales, iniciada en la infancia (a los doce años) gracias a su amor por la montaña en una época de especial desarrollo del excursionismo científico en Cataluña y en menor medida en España, y a la relación de su familia con la explotación de minas metálicas en el Priorato (Cataluña, España), donde pronto se familiarizó con las formas cristalinas de los ejemplares de Galena, Barita y Calcita que recogía de las vagonetas o en el interior de la mina.
Aún hoy en día su colección es, de largo, la mejor y más completa de España y mantiene su rango a nivel mundial, gracias también al buen trabajo de sus descendientes quienes no sólo la han mantenido en las sólidas y excelentes vitrinas diseñadas expresamente por Folch y han respetando totalmente la distribución sistemática original de los ejemplares, sino que además la han modernizado gracias a una iniciativa inusual en colecciones de este tipo, consistente en poner a la venta los duplicados y reinvirtiendo los fondos obtenidos en la adquisición de nuevos ejemplares.
Algunos aspectos básicos de la colección
Joaquín Folch, ingeniero industrial de formación y profesión, no se limitó a la mera obtención de ejemplares, ya que mantuvo una intensa actividad mineralógica, afiliándose a diversas sociedades, colaborando en la creación de algunas de ellas y relacionándose con coleccionistas del resto de Europa y de América. En ese sentido es de destacar su relación de amistad con Sir Arthur Russell, contándose ambos entre los miembros fundadores de la Mineralogical Society. Russell, culto y buen conocedor de la mineralogía, influyó seguramente en la orientación y el buen gusto estético que caracterizan la colección, así como en el carácter “americano” que esta tiene, y que la diferencia de otras colecciones europeas de la época en las que la perfección y el tamaño adecuado de los ejemplares, no eran tan valorados.
2. Joaquin Folch Girona (hacia 1970). Foto: Fundación Can Costa.
Pero seguramente el punto culminante, que representó una nueva base para la que sería la gran expansión de la colección, fue la Feria de Tucson. Para él (según sus propias palabras) representó el “descubrimiento de América”, la posibilidad de acceder a una amplia gama de especies, una nueva visión sobre lo que representaba cada ejemplar y el papel de este en el conjunto de la colección, una nueva manera de vivir la mineralogía. Según consta en la publicación 50-year history of the Tucson Show. Folch asistió ininterrumpidamente, desde 1960 y año tras año, a la Feria de Tucson hasta que no estuvo en condiciones físicas de viajar. Allí conoció a coleccionistas, proveedores y profesionales de Museos, tanto de América como del resto del mundo, tales como A. Montgomery, P. Desautels, J. Sinkankas o P. Bariand, con los que tuvo una larga y fructífera relación y, en muchos casos, profunda amistad, como en el caso de William Pinch y también, a pesar de la diferencia de edad, con un joven Wayne Leicht.
Inteligente y perspicaz, supo sumar a sus conocimientos teóricos un agudo sentido estético que dio como resultado una colección personal e inigualable, una rica mezcla de ciencia, geografía y estética. La colección fue ciertamente uno de los “grandes amores” de su vida hasta el punto de que, en las contadas ocasiones en que sus industrias pasaron por dificultades, jamás consideró la posibilidad de desprenderse de ningún ejemplar.
3. Apatito con Siderita, 11.0 × 5.5 × 6.0 cm, Minas da Panasqueira, Beira Baixa, Portugal.
El papel de Joaquín Folch en el coleccionismo mineralógico
Es importante reseñar también que, dado su talante activo y emprendedor, supo ejercer el papel de locomotora de la actividad mineralógica en su entorno. De la misma manera que los más reputados profesionales y especialistas, los jóvenes “debutantes” de la época también fuimos siempre amable y respetuosamente acogidos y, sin duda, esta actitud de Folch propició la creación de nuevas vocaciones y tendencias. En buena medida, se puede afirmar que la mayoría de excelentes colecciones mineralógicas que se han desarrollado el área de Barcelona, quizás las mejores de España (país en el que hasta Folch no existía tradición de coleccionismo de minerales ni ningún Museo de referencia) deben mucho a sus orientaciones y a su buen sentido coleccionista, a la excelente calidad de los ejemplares expuestos y a la inagotable y accesible fuente de consulta y comparación que representaban los cajones bajo las vitrinas.
Por otra parte fue firme impulsor, como ya hemos citado, de la Mineralogical Society, y del Grup Mineralògic Català (del que fue presidente honorario), una de las primeras asociaciones de aficionados a la mineralogía en España.
Consecuencia de su actividad mineralógica, Joaquín Folch fue miembro de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona y fue nombrado Conservador Honorario del Museo de Geología de Barcelona (actualmente Museo de Ciencias Naturales de Barcelona) por el consistorio de dicha ciudad.
Contenido de la colección: Los minerales españoles
Orientada básicamente a partir del criterio sistemático de Hugo Strunz, Folch procuró tener las más amplia representación de especies posible y la más amplia representación de localidades tipo y localidades clásicas (una de las más completas de la época) pero siempre con una exigencia de calidad muy alta. Entre los criterios de valoración que consideraba importantes, aparte del sistemático y el estético no faltaban la forma cristalina, la existencia de maclas o las asociaciones de diversos minerales. Sorprende especialmente la coherencia y el sentido de “modernidad” de la colección, muy adelantado para la época.
La colección contiene un extensísimo repertorio de minerales españoles (Llorens Tomás, en su trabajo sobre los minerales de Cataluña de 1919 ya cita y consulta la colección). Al no tener rival a nivel coleccionístico, llegó a reunir un buen número de ejemplares que actualmente se consideran entre los mejores en su categoría, destacando por su alta calidad y belleza las conocidas Dolomitas de Eugui, las Esfaleritas de Picos de Europa (Cl. Guillemin cita un grupo de cristales de hasta 8 cm en matriz), las Fluoritas de diversos yacimientos de Asturias y también las Branneritas de Cordoba (uno de los cristales mide 14 x 11 x 7 cm).
Sobresalen también un gran cristal de Scheelita de Estepona (Málaga, Andalucía) de 10 x 8 x 7 cm, diversas sulfosales de Hiendelaencina (Guadalajara), diversos ejemplares de Piromorfita de El Horcajo (Ciudad Real), ejemplares cristalizados de Cinabrio de Almadén y, cómo no, una suite muy completa de ejemplares de las minas de Bellmunt.
4. Barita con dolomita y hematites, 13 × 7 × 5 cm, Egremont, West Cumberland iron field, North and Western Region (Cumberland), Cumbria, Inglaterra.
5. Detalle de un cristal de casiterita de 4 cm., Minas da Panasqueira, Beira Baixa, Portugal.
6. Vanadinita, 21.0 × 15.0 × 4.5 cm, Mibladen, Morocco.
7. Azurita, 33 × 17 × 11 cm, Touissit, Oujda, Marruecos.
8. Samsonita, cristal principal 1.1 × 0.3 cm, Samson mine, Saint Andreasberg, Saint Andreasberg district, Harz Mountains, Lower Saxony, Alemania.
9. Fosgenita, 8.0 × 7.5 × 5.3 cm, Monteponi mine, Iglesias, Carbonia-Iglesias Province, Cerdeña, Italia.
Los sulfuros: una pasión
Dentro del árbol sistemático de la colección, las clases seguramente mejor caracterizadas y documentadas son los elementos nativos y los sulfuros. Atraído seguramente por los ejemplares de Millerita, Galena y Siegenita de las minas de plomo familiares de Bellmunt del Priorato y positivamente influenciado por los sulfuros poco comunes de Cornwall y Devon de la colección Sir Arthur Russell, Folch procuró siempre añadir especies muy poco frecuentes y de calidad, tanto por las localidades, muy variadas, como por la estética. Folch contó, además, con la ventaja de que en la época dicho tipo de minerales no solían ser una prioridad para el coleccionista norteamericano de muy alto nivel, en general más decantado a ejemplares más vistosos.
10. Hessita con oro y calcita, 7.3 × 6.0 × 5.8 cm, Botes, Alba County, Rumania.
Los minerales de los Alpes suizos.
Los Alpes suizos fueron punto de encuentro recurrente en los veranos de Folch. Con su habitual amabilidad sabía granjearse el respeto, la confianza y la estima de strahlers y proveedores, que no dudaban en reservarle y proporcionarle algunos de sus mejores ejemplares. Resulta impresionante la representación de mineral alpino de excelente calidad tanto en las vitrinas, como en los cajones o en la colección de duplicados: Cuarzo ahumado (gwindel), cristal de roca, Hematites, Adularia; un excepcional ejemplar de Apatito-(CaF) de color violeta, de 25 x 20 mm, en matriz; una placa de unos 20 cm de cristales octaédricos de Fluorita de color rosa intenso, implantados en cristales de Cuarzo, así como una bella macla de Titanita sobre Adularia de Sedrun.
11. Crisoberilo, 6.5 × 5.5 × 6.0 cm, Colatina, Espírito Santo, Brasil.
12. Vivianita, 12.8 × 7.5 × 6.0 cm, Richmond, Henrico County, Virginia, USA.
13. Fluorita en cuarzo, 6 × 4 × 4 cm, Göscheneralp, Göschenen Valley, Uri, Suiza.
14. Galena con dolomita, 8.0 × 7.0 × 3.5 cm, Bellmunt del Priorat, El Priorat, Catalunya, España.
15. Calcita cobaltífera, 6.2 × 5.5 × 3.8 cm, Mina Solita, Peramea, Pallars Sobirà, Lleida, Catalunya, España. Encontrada por Jordi Figueras en 1953.
Panasqueira: punto y aparte
Panasqueira constituye otro hito en la colección. Gracias a las muchas visitas que hizo a esta localidad cuando ningún otro comprador iba allí, Folch fue reuniendo un conjunto de ejemplares de innegable variedad y, al mismo tiempo, un extenso y variopinto anecdotario, emocionante unas veces, jocoso otras. En ese sentido le gustaba narrar la obtención de un magnífico ejemplar de Casiterita, seguramente uno de los mejores ejemplares de esta especie que se haya extraído de Panasqueira, con maclas cíclicas en matriz.
Conseguir el ejemplar no fue difícil, ya que era utilizado como pisapapeles en el escritorio de la mina y el mismo encargado se lo obsequió. El siguiente problema era pasar la aduana ya que era fácil detectar la pieza por su volumen. Acercándose ya el automóvil al puesto aduanero tuvo la ocurrencia de ocultarlo, en difícil equilibrio, sobre su cabeza y bajo su sombrero. La elección fue acertada y pasó la aduana sin mayores problemas.
La representación de Panasqueira se hace también extensiva a considerables ejemplares de Arsenopirita, Siderita y Ferberita, entre las que destaca un grupo de esta última especie de 22 x 16 x 15 cm con cristales de 10 x 5 x 2 cm.
Mención aparte merece la serie de ejemplares de Apatito-(CaF) en diversos tonos de verde, y sobre todo de violeta.
16. Kermesita, 8.0 × 5.0 × 5.5 cm, Anzac mine, Kwekwe (Que Que), Gweru (Gwelo) district, Midlands, Zimbabwe.
El viaje a Namibia de 1973
Avisado por la magnífica calidad de los ejemplares de Tsumeb que había visto y adquirido en Tucson a principios de la década de los setenta, Joaquín Folch financió, en buena parte, el viaje a Namibia de un proveedor de su confianza con el encargo expreso de que los ejemplares que trajera fueran de gran calidad. Cumplido el viaje y a pesar del desigual valor del material obtenido, Folch consiguió una excelente representación de Tsumeb y Berg Aukas que se añadió a los ejemplares de esta procedencia que ya poseía. Como representación de los magníficos ejemplares de Namibia en la colección citaremos un excelente cristal de Anglesita, tres ejemplares, uno de ellos especialmente destacado, de Azurita y muy buenos ejemplares de Dioptasa, Wulfenita, Aragonito (Tarnowitzita), Cuproadamita y Tsumebita y un par de bellísimos ejemplares maclados de Cerusita, uno de ellos una hermosa miniatura con una macla cíclica completa de color azul intenso debido a inclusiones de Azurita.
17. Cuarzo Amatista en cetro con hematites, 6.3 × 2.2 × 2.0 cm, Cornwall, Inglaterra.
18. Brannerita, 11.5 × 4.0 × 3.5 cm, El Cabril, Hornachuelos, Córdoba, Andalucía, España.
19. Elbaita, 5.3 × 5.0 × 3.5 cm, Gem Hill, Mesa Grande district, San Diego County, California, USA.
20. Azurita con malaquita, 6.5 × 5.0 × 4.0 cm, Tsumeb mine, Tsumeb, Namibia.
21. Calcita con cobre nativo, 6.8 × 4.0 × 3.3 cm, Cliff mine, Phoenix, Keweenaw County, Michigan, USA
22. Piromorfita, 11.0 × 9.5 × 6.0 cm, Minas del Horcajo, Ciudad Real, Castilla–La Mancha, España.
23. Epidota, 11.8 × 7.0 × 5.5 cm, Untersulzbachtal, Hohe Tauern Mountains, Salzburg, Austria. Encontrada en 1966
Sobre una de las Cerusitas de la colección, un agregado reticular de 18 x 16 cm, Pierre Bariand narra en sus memorias una sabrosa anécdota. Encontrándose en Tucson, a ambos les atrajo el mismo ejemplar de Cuprita de Onganja, un gran cristal pseudomórfico en matriz. Bariand, que estaba esperando confirmación de gasto por parte del Museo de la Sorbonne y no podía aún adquirir la pieza, fue capaz de desviar la atención de Folch hacia la Cerusita antes citada y supo convencerlo de su adquisición. Continuamos la historia con las propias palabras de Bariand: …Al año siguiente el Señor Folch vino a París para visitar la colección… …le guiaba entre las vitrinas cuando se fijó en la Cuprita que había suscitado su interés en Tucson. No dijo nada, pero su mirada me dio a entender que no se sentía en absoluto resentido. Terminamos la visita en un restaurante. El Señor Folch Girona era realmente un “señor”.
24. Piromorfita, 9.5 × 7.5 × 6.5 cm, Minas del Horcajo, Ciudad Real, Castilla–La Mancha, España.
Los minerales Brasileños
La colección Folch vivió una de las épocas doradas de los minerales brasileños. Entre principios de los años sesenta y mediados de los ochenta del siglo pasado, una gran cantidad de pegmatitas de Brasil estaban produciendo material de gran calidad. Aunque, por desgracia para la mineralogía, gran cantidad de magníficos ejemplares se perdió al ser estos destinados a la talla, la producción era tanta que las colecciones privadas y museos que pudieron aprovechar tal circunstancia pudieron hacerse con ejemplares que hoy día se consideran grandes clásicos.
Un buen número de ejemplares de calidad gema procedentes de Brasil fueron adquiridas al comerciante Martin Ehrmann. En 1991 John S. White, que tuvo acceso a todos los ejemplares de la colección, así como a sus fichas y precios, quedó impresionado por los bajos precios que pagó Folch a Ehrmann.
Aparte de excelente material de las pegmatitas de Minas Gerais, citaremos, por su especial calidad, un ejemplar con un gran cristal pseudocúbico de Hematites, de Mesa Redonda, Minas Gerais, de 11 x 8 x 7 cm; otro de Congonhas do Campo, lenticular y de unos 8 cm de diámetro; un ejemplar de Cuarzo rosa de Ibitiara; un gran cristal biterminado de Espodumena (Kunzita), de 38 cm de longitud, límpido y de color magnífico, de Itambacuri y, en nuestra elección personal, pero seguramente compartida por muchos profesionales y aficionados, dos maclas cíclicas de Crisoberilo, de Espirito Santo, una de ellas de más de 7 cm de diámetro, que seguramente es, según se desprende de los comentarios de insignes visitantes, una de las mejores conocidas y que sin duda haría las delicias de cualquier museo puntero.
25. Fluorita en calcita, 6.2 × 5.0 × 4.0 cm, Josefa-Veneros Norte, La Collada, Asturias, España.
Minerales de USA
Las excelentes relaciones y amistades que Joaquín Folch trabó en Tucson con grandes coleccionistas y conservadores de museos de la época le proporcionaron excelentes oportunidades que supo aprovechar. En su colección, el contenido en ejemplares procedentes de Estados Unidos es muy considerable y de muy alta calidad. Con todo citaré solo algunos ejemplares especialmente destacados, como son las Wulfenitas de Red Cloud Mine, por el tamaño y el color de los cristales y por su estética, una de ellas con dos cristales imbricados de 4,5 y 4 cm de arista respectivamente; una placa de Neptunita de San Benito Co, de unos 30 cm y con gran cantidad de cristales de hasta 3,5 cm; un ejemplar especialmente estético y aéreo de Plata nativa de Michigan; una excelente Calcocita de Bristol, Massachusetts; excelentes Autunitas de Spokane y varios ejemplares de Plata y Cobre de Michigan, uno de estos con cristales definidos de hasta 3 cm.
26. Cerusita recubierta de Azurita, 6.7 × 4.8 × 4.5 cm, Tsumeb mine, Tsumeb, Namibia.
Marruecos: Un clásico moderno
Aunque la colección tenía ya una buena representación de Mibladen, especialmente un magnífico ejemplar de Vanadinita, Folch vivió los buenos primeros años de Touissit, a finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado. Pero la cumbre de esta localidad en la colección la constituye el selecto elenco de Azuritas de la gran bolsada de primavera de 1979. Dicha bolsada, muchos de los ejemplares de la cual se hallan en grandes colecciones de todo el mundo, fue adquirida y llevada a Barcelona por Andreu Solé, un comerciante de minerales de esta ciudad, que viajaba frecuentemente a Marruecos. Solé, llamó a Joaquín Folch, quien se personó en el almacén del proveedor. Folch, que era muy experto y sabía contener las emociones, no pudo esta vez evitar el impacto causado por tres grandes mesas literalmente cubiertas de ejemplares de todos los tamaños y de una calidad extraordinaria. Tanto es así que no pudo conformarse con uno solo, eligiendo varios de ellos, entre los cuales destacaba un ejemplar de 33 centímetros de largo literalmente cubierto de cristales de azurita de hasta 4 cm, brillantes y con perfectas terminaciones.
Las piezas excepcionales de todo el mundo
Una característica de la colección que impresiona es la excelente representación de ejemplares de localidades clásicas. Ya en las primeras vitrinas nos sorprenden un ejemplar de Plata de Kongsberg, que forma una elegante curva sobre matriz, seguida de cerca por una de las mejores Hessitas de Botes, que hemos tenido ocasión de disfrutar, con un excepcional cristal de 5 cm y, en su vecindad, una soberbia Stephanita de 7 x 3 cm y un pequeño pero excepcional ejemplar de Samsonita de la mina Samson, la localidad tipo, con un cristal de 12 x 3 mm y una magnífica Kermesita de Que-que, Zimbabwe con crecimientos en abanico de cristales hasta 5 cm de longitud.
Punto y aparte merecen, por la calidad y el tamaño de los cristales, varios ejemplares de Fosgenita de Monteponi (Italia), especialmente un cristal de 11,5 x 11 cm, destacado por Bancroft por su tamaño, brillo, transparencia y color; así como tres ejemplares de Epidota de Knappenwand, el principal de ellos con un magnífico cristal de 18 x 3 x 1 cm, que nada tienen que envidiar (si no son mejores) a los que se conservan en el Museo de Historia Natural de Viena.
La continuada amistad con sir Arthur Russell le facilitó también el acceso a excelentes ejemplares de yacimientos clásicos ingleses, especialmente de la región de Cornwall. Entre los ejemplares del Reino Unido mencionamos especialmente las Baritas de Frizington, y una muy buena Witherita de Alston Moor.
La relación de ejemplares excepcionales sería demasiado larga para un artículo como este, cabe únicamente añadir la importancia que tiene el enorme fondo museístico de esta colección, ya que debido al esfuerzo y el espíritu coleccionista de Folch, en la colección están bien representados la inmensa mayoría de los yacimientos conocidos hasta 1980.
Debemos esta riqueza tanto al Señor Folch como a sus descendientes, quienes han sabido conservar ese patrimonio con una voluntad digna de encomio.
Una iniciativa atrevidaFabre i Fornaguera, Jordi.
A todas las colecciones de minerales les llega un momento en el que quien las creó desaparece y esa ausencia las suele dejar en una situación muy complicada. La colección Folch fue realizada prácticamente en solitario por D. Joaquín Folch Girona por lo que, lógicamente, la colección acusó su muerte y en lugar de crecer y crecer como siempre había hecho hasta ese momento, quedó hibernada, velando en silencio su esplendor. La familia Folch conocía bien ese esplendor, por lo que decidieron conservarla con todo el cariño y respeto, tanto por el recuerdo a D. Joaquín Folch como por la excepcionalidad de la colección. Cuando llegó el momento de cambiarla de ubicación lo hicieron con la máxima delicadeza y respeto, conservando los muebles en los que siempre estuvo expuesta y su exacta distribución. Pero una vez hecho esto, llegó el momento en el que se planteó una disyuntiva que sin duda se da también en otras grandes colecciones: ¿qué hacer?, ¿limitarse simplemente a conservar esa gloria, o bien intentar que la colección vuelva a la vida?. Afortunadamente la familia Folch decidió que la colección "resucitase" y para hacerlo trazó un plan, plan que se basó en una insólita peculiaridad de la colección Folch: su colección de duplicados.
La colección Folch "conocida" tiene más de 10000 ejemplares, esa es la parte que todos recordamos y cuyas imágenes se conservan en la memoria de quienes la visitan. Pero sorprendentemente el Sr. Folch hizo una colección paralela, colección que a su muerte ya constaba de ¡más de 15000 ejemplares!. Esta colección no era conocida, el Sr. Folch nunca habló de ella a nadie del mundillo mineralógico, y simplemente la fue creando, siguiendo las mismas normas que la colección principal. Ejemplares bien documentados, algunos de ellos numerados, los mejores de ellos expuestos en vitrinas y los otros en cajones. La calidad no era igual que la de la colección principal, pero desde luego no se puede decir que fuese baja.
Con esta colección de duplicados a su disposición y con el deseo de mejorar y actualizar la colección principal, los fundamentos para conseguir lo que la familia Folch había decidido hacer estaban allí, sólo faltaba encontrar el modo en el que se pudiese gestionar el asunto.
Cuando yo era joven, tuve la enorme suerte de entablar "amistad" con el Sr. Folch (con todo los relativo que es el hablar de amistad entre una personaje descomunal, y un aficionadillo que todavía no tenía 20 años). Esta antigua "amistad" y alguna buena referencia, hicieron que la familia Folch decidiese llamarme y ofrecerme la gestión de la venta de la colección de duplicados y, con el dinero generado por las ventas de los duplicados, gestionar la compra de nuevas especies minerales que hubiesen ido apareciendo desde la muerte del Sr. Folch.
Se tuvo que hablar mucho, se tuvieron que pulir muchos detalles, la confianza entre todos se tuvo que crear,.. nadie dice que cosas como esta sean fáciles ya que la responsabilidad era enorme para todas las partes, pero después de varios años de progresar en este proyecto y ya con los resultados en la mano creo que se puede decir que el resultado es bueno, que la idea inicial fue excelente, y que todo el mundo ha salido beneficiado. La familia Folch, engrandeciendo la colección, los coleccionistas de todo el mundo, que han podido obtener ejemplares que de otro modo nunca hubiesen visto la luz, el mercado de minerales en general, al beneficiarse del flujo de dinero reciclado para la compra de nuevos ejemplares para la colección, y, desde luego, yo mismo tanto por el honor que representa hacer el trabajo, como por el capital de conocimiento histórico que he acumulado gracias a la gestión de estos duplicados.
Reconociendo el valor de ese capital histórico, se está creando un archivo digitalizado de las etiquetas de todos los duplicados. En estas etiquetas está representada la historia de la mineralogía mundial del siglo pasado con gran cantidad de informaciones, tanto de localidades y yacimientos como los datos de quienes suministraron los ejemplares al Sr. Folch. Estas informaciones se hubiesen perdido como conjunto, mientras que ahora son un patrimonio unitario que estará a disposición de las instituciones que lo quieran utilizar.
Es poco adecuado generalizar casos particulares, pero una vez visto el resultado de esta iniciativa, quizás otras colecciones que estén en la misma tesitura puedan considerar el ejemplo y, visto el efecto positivo que ha tenido la dinamización de la colección Folch gracias a la comercialización de sus duplicados, verlo como una posibilidad más para poder dar vida a colecciones que de otro modo quizá morirían.
Créditos
Queremos agradecer a la familia Folch las facilidades ofrecidas para la realización de este artículo y a Francesc Riquelme su paciencia con nosotros y su buen hacer con la colección.
Joan Rosell es el autor de todas las fotografías de minerales. Foto © Joan Rosell.
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